Saturn [# 1 Cerises] Nueva Version

• 27 - Caricias al tiempo •

Cuando llega el tiempo en que se podría, ha pasado el tiempo en que se pudo.

Marie von Ebner-Eschenbach

 

POV. Lorena Williams

 

06 de octubre 2015

Nueva York, EE. UU.

 

Recuerdo aquella vez en la que mi nana, pronunció para mí la famosa frase “una persona en días puede hacerte sentir lo que otra no pudo en meses o en años. Eso es porque el amor no se mide por el tiempo sino por la conexión o la química que las personas tienen”.

También puedo rememorar que curiosamente esas palabras las emitió para mí luego de una fiesta universitaria, donde había peleado con Nicholas por dejarme sola para irse con Olivia, cuando había prometido no dejarme sola pues era la primera fiesta a la que me animaba a ir, sin embargo, aquel día no tuve tiempo para sentirme mal puesto que una persona, al verme, sin titubear salió junto conmigo para mejorar mi noche, en cuestión de minutos.

Persona que ahora tengo a mi lado, concentrado en conducir y mientras él dirige su mirada en el camino, yo me detengo a escanearlo con suma atención, porque es imposible no admirar su piel semi bronceada, su cabello negro azabache que con la luz del sol es una completa maravilla, esos ojos azules, pero con un toque de gris, su nariz respingada y sus labios, semi delgados que de alguna interesante forma encajan exquisitamente con los míos cuando nos fundimos en un beso.

— Se que dicen soy agradable a la vista, ángel, pero habrá dos consecuencias si sigues mirándome así, o desaparezco o tengo un ataque de nervios, porque esos bellos ojos siempre hacen que mi sistema nervioso se altere — escucho la voz de Luca, lo que me hace despertar de mis pensamientos y detener mi escaneo a su rostro y cuerpo.

Además, que como siempre, sus palabras logran sonrojarme.

— ¿A dónde vamos? — desvío el tema, para que no siga poniéndome nerviosa.

— Ya lo verás — toma mi mano entrelazando nuestros dedos, dejándolas sobre mi muslo izquierdo —. Es una sorpresa — sonríe de forma encantadora.

— Oh ya entiendo, entonces, ¿a dónde vamos? — pregunto nuevamente, haciendo que ría por mi impaciencia de saber.

— Paciencia mi amor, es una sorpresa, sé que no eres fanática de ellas, pero ten algo de paciencia esta vez.

Decido asentir y me concentro en las calles de la aglomerada Nueva York, moviendo mi collar entre los dedos de mi mano libre. Apenas es la una de la tarde, sin embargo, por el mes, una pequeña llovizna ha hecho acto de presencia.

Al cabo de unos minutos, siento como el auto se detiene, miro al hombre a mi lado, el cual me sonríe, deja un beso en el dorso de mi mano y finalmente sale del vehículo, rodeándolo para abrir mi puerta. Le sonrió tomando la mano que me ofrece y desciendo del vehículo.

Al dar la espalda al vehículo, ante nosotros podemos apreciar el famoso Empire State; sin que soltara mi mano, nos encaminamos al STATE Grill and Bar.

Nos adentramos y nos dirigimos a la señorita pendiente de las reservaciones, la cual luego de que Luca le pronunciara que tenía una reservación le respondió con un asentamiento y un claro “Por aquí, caballero, bienvenidos.”

— ¿Esta es la sorpresa? — pregunté con una sonrisa.

— Oh, claro que no, solo es el lugar donde tomaremos el lunch antes de ir a nuestro verdadero destino — me aclaró algo divertido.

Tomamos nuestros asientos donde la señorita nos indica y juntos agradecemos la atención, asintiendo cuando nos indica que pronto llegará un camarero para tomar nuestra orden.

— Creo que me consientes demasiado, cariño — negué levemente.

Vi como sonreía al escuchar aquel apodo que había adoptado para él, realmente el llamarlo así fue algo que nació sin siquiera darme cuenta.

— Amo cuando me llamas así, — suspiró y tomó mi mano —, esto es poco comparado con todo lo que realmente te mereces.

Siempre insistiré en preguntarme ¿qué hice de bueno para que la vida me llevará a reencontrarme con Luca? No sé cómo es que a pesar del tiempo, sus sentimientos por mí no cambiaron, como es que no me ha juzgado y en cambio ha hecho de todo para aminorar lo que yo considero son culpas que merezco, pero que según él no debería ni siquiera de considerar un poco.

Aun puedo recordar las palabras que me dijo cuando terminé de contarle toda mi historia.

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1 de julio 2015

Paris, Francia

Me detuve esperando la reacción de Luca, esperando ver su muestra de desagrado ante lo que le había contado, esperaba la decepción reflejada en sus ojos y el desánime al ver que ya no era la misma chica que conoció en la época universitaria y que ahora era una mujer que cargaba el peso de ciertos errores sobre sus hombros.

Pero no, no recibí nada de aquello que yo consideraba que sería la reacción natural ante cualquiera que escuchara tal relato.




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