Saturn [# 1 Cerises] Nueva Version

• Un pequeño vistazo al pasado V •

UN ÁNGEL LLAMADO LUCA

Un ángel es como una flecha de luz, irrumpiendo la oscuridad a través de su paso.

Karen Goldman

 

31 de octubre 2004

Nueva York, EE. UU.

 

Se ha escuchado decir que existen ‘ángeles en la tierra’; esas personas que, de alguna forma, hacen que te sientas realmente vivo, que te provocan reír sin miedo, disfrutar sin límites y olvidar todo aquello que te lastima o que en algún momento te hizo caer en un momento de oscuridad.

Lorena, sin saberlo, una noche descubrió que esa frase, tenía veracidad.

Con diecinueve años y habiendo pasado ya un año dentro de la universidad, no se había dado aún la oportunidad de asistir a una de las muchas fiestas de las que todos los alumnos solían hablar.

No es que fuese una antisocial, ni nada por el estilo, de hecho, algo en ella siempre provocaba que las personas la quisieran de inmediato, solo que simplemente no le atraía demasiado la idea de tener que convivir en aquel tipo de eventos juveniles.

La cuestión en esos momentos, era que su mejor amigo la perseguía tratando de convencerla de que lo acompañara a una que era organizada por la festividad de Halloween.

— Nick, de verdad, no quiero ir, no me apetece mucho — suspiró.

— Oh, vamos, cerecita, llevamos un año en la universidad, y no me has acompañado a ninguna fiesta, bueno, no es como que yo haya ido a todas, pero por esta vez vamos juntos — rogó su amigo, viéndola sacar y meter libros de su casillero.

— Pero… ¿y si no conozco a nadie?

— ¿Es enserio? Hace unos minutos caminamos por este pasillo y al menos la mitad de los presentes te saludó — comentó algo incrédulo.

— Bueno…

— ¿Ves? Anda, Lore, vamos, por favor, es más, prometo no dejarte sola ni un solo momento de la fiesta — el joven juntó sus manos en forma de súplica y parpadeó con inocencia hacia ella.

Lo consideró, con esa promesa ella realmente se sentía más segura, porque aunque muchos la saludaban, su único y verdadero amigo para ella era Nicholas, por lo que, confiando en esas palabras, decidió aceptar.

— Está bien Nick, — la pelirroja rodó los ojos —, pero realmente más te vale no dejarme sola – le apuntó con seriedad.

— ¡Gracias, gracias! — la abrazó, besando su mejilla repetidas veces, haciendo sonreír a la chica de forma enamorada.

— Ya, ya deja de ser un teatrero — comentó divertida.

— Bueno, entonces te veo fuera de tu residencia a las ocho en punto ¿bien?

— Está bien — dejó un beso en la mejilla del chico —. Ahora, ve a tu facultad que queda al otro lado y deja de perder clase solo para rogarme ir a una fiesta.

— Valió la pena, nos vemos en la noche — y con eso, Nicholas, desapareció por el pasillo.

Sus clases habían terminado antes de lo previsto, así que, aprovechando esa buena suerte, salió de su facultad para comprar un disfraz, para la fiesta a la que iría por la noche con Nicholas.

— ¿Qué tal este? — la chica de la tienda le mostró una opción.

Lorena lo examinó por completo, detallando que era un disfraz de hada, completamente dorado.

Era hermoso.

Aunque para su gusto era algo corto, lo cierto es que le había encantado.

Le sonrió a la chica y lo tomó para probárselo; una vez puesto salió y le pidió su opinión a la chica que la veía con total aprobación.

— Chica, no sé si seas soltera, pero de ser así esta noche aprovecha, porque estoy segura de que dejarás a más de un universitario con un problema en los pantalones — vociferó la chica.

— ¡Santo Dios! — exclamó Lorena, sonrojada y divertida.

La chica carcajeó y contagió a la pelirroja. Lorena se cambió y salió del probador, pagó por la prenda y los accesorios para finalmente despedirse de la amable muchacha y volver a la residencia para descansar un poco antes de arreglarse e ir con su mejor amigo a la fiesta.

A las ocho en punto e incluso algunos minutos antes, Lorena ya se encontraba lista, enfundada en el precioso vestido dorado, con su bello pelo rojizo en ondas y en su cabeza portando un tipo tiara, además de unas alas en su espalda. Su rostro portaba un maquillaje divino, dejando resaltar su piel aduraznada y el color miel hermoso de sus grandes ojos.

Tierna y sexy.

Esas eran las palabras que mejor describían a Lorena en ese momento que se veía en el espejo.

Quitó la mirada de su reflejo cuando escuchó su móvil sonar, indicando la llegada de un mensaje. Contestó con un simple “ya bajo”, tomó lo necesario y salió de su habitación, saludó a unas cuantas personas y agradeció a otros chicos e incluso chicas, que le comentaban cosas como “que linda estas, Lore” “estas muy guapa” “serás la envidia de la fiesta, linda”.




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