Saturn [# 1 Cerises] Nueva Version

• Un pequeño vistazo al pasado VI •

AMORES

El amor verdadero hace milagros, porque él mismo es ya el mayor milagro.

Amado Nervo

 

10 de abril 1995

Nueva York, EE. UU.

 

La pequeña Lorena de 10 años se encontraba sentada en el jardín de la casa junto a Jennifer, su madre, ambas disfrutando de una bella tarde soleada en la gran ciudad de Nueva York.

Era un momento de esos especiales entre madre e hija.

— ¿Mami? — la pequeña llamó la atención de la mujer mayor, aquella con la que físicamente compartía todo, el cabello al rojo vivo y los ojos color miel llenos de amor y luz.

— ¿Qué pasa mi niña? — la mujer dejó de lado su libro.

— ¿Qué es el amor?

Su madre la miró con ternura.

— Bueno, la verdad es que es muy difícil definir el amor, el amor puede ser muchas cosas, cielo, pero, en lo personal, creo que el amor debe ser el aceptarse tal y como son, pero al mismo tiempo ayudarse siempre a superarse.

— ¿Tú y papá tienen amor? — preguntó con inocencia.

— Así es, cielo, tu padre y yo nos amamos.

— Yo amo a Nick, mamá.

— Lo sé. Ven, cielo.

La pequeña corrió hacia su madre, subiéndose al regazo de esta.

— Hay algo que debes saber mi vida, en la vida habrá algo llamado el primer amor.

— ¿Primer amor? — preguntó interesada.

— Así es, cuando seas mayor, ten por seguro que te enamoraras de alguien, que amarás intensamente — miró a su hija, imaginando ya cuál sería su primer amor —. Y por esa persona harás cosas que nunca en tu vida pensaste qué harías, te sentirás de una forma maravillosa, te hará feliz, será tu primer te amo, te enseñará mucho y jamás lo podrás olvidar — la niña asintió, atenta a las palabras de su madre —. También tendrás a tu último amor, aquel con el que sentirás que después de él, será prácticamente nula la posibilidad de poder volver a enamorarte, con el que sentirás que quieres envejecer y hacer tu vida en plena felicidad. Y no es que te quiera espantar mi niña, pero sufrirás, porque del dolor también se aprende.

— Yo no quiero dolor — hizo un puchero.

— Lo sé, nadie lo quiere, pero las cosas no siempre se dan como uno lo planea, muchas veces cuando nos enamoramos nos llevamos la sorpresa de que la otra persona no sueña igual que nosotros. En el amor también existen los duelos, cielo, en el amor también existe la aceptación, como por ejemplo aceptar que a veces el amor que se formó era solo de amistad y lo confundimos con algo más o que el verdadero amor estuvo frente a nosotros y lo dejamos ir o no lo aprovechamos.

Jennifer lo sabía, tal vez no por experiencia propia, porque su primer y último amor siempre ha sido su esposo Simón Williams, pero lo sabía por su madre, quien siempre le contó el cómo antes de su padre tuvo un primer amor, con él que sufrió, pero con el que entendió que todo sucede por algo y que la vida siempre te tiene preparado lo mejor.

— ¿Pero seré feliz?

— Claro que sí, pero siempre, siempre recuerda que tu primer y último amor, puede llegar a ser la misma persona o no.

— Yo quiero a alguien que me ame tanto como papá te ama a ti — confesó con entusiasmo la pequeña.

— Mantén siempre la esperanza, el amor que tanto anhelas llegará, estoy segura de que el amor de tu vida está ahí fuera, esperando a que lo encuentres. Ten paciencia y confía en que sucederá. Cuando esa persona especial aparezca, sé que te convertirás en una hermosa novia — la mujer habló con una sonrisa orgullosa —. Y siempre recuerda que el verdadero amor te permite ser libre y auténtico. La libertad es la mejor muestra de amor, y la persona adecuada te aceptará, valorará todo lo que tienes para ofrecer y disfrutará de tu compañía, amándote por quién eres, sin juzgarte.

La plática se vio interrumpida cuando la voz de Simón se escuchó.

— ¿Cómo están mis hermosas mujeres?

— ¡Papi! — la niña fue recibida en los brazos de su padre.

— ¿Cómo estas, princesa? — vio a su hija con adoración.

— Bien, papi, mami me contaba que es el amor.

— ¿Ah sí? — preguntó un poco celoso, haciendo reír a su esposa.

— Si — respondió la niña como si nada.

— Bueno, pero tendrás novio hasta que tengas ochenta.

— Oh, por favor, Simón — reclamó entre risas Jennifer —. Ella va a amar y será muy amada, será feliz como nosotros.

— Eso que ni que, estoy seguro de que encontrarás un buen hombre.

Si, lo iba a encontrar, a pesar de que su camino en el amor fuese duro. Y precisamente, la vida le enseñaría lo verdaderas que eran las palabras de su madre, a veces el primer amor y el último vienen en presentaciones diferentes…

...




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