Saturn [# 1 Cerises] Nueva Version

• Extra 1 - Bloqueado •

No puede haber un cadáver y dos muertos.

Gaby Pérez

 

03 de enero 2017

Nueva York, EE. UU.

 

Se dice que no es bueno negar las emociones. Que enclaustrar lo que sentimos no indica valentía y solo hace que nuestra curación se vea cada vez más lejana.

Es cierto que cuando vivimos un duelo, nadie nos puede decir cómo vivirlo, nadie nos puede indicar que está bien hacer y que no, cada uno lo vive como mejor cree. Es más, no existe un tiempo específico de cuánto puede durar un duelo, el tiempo dependerá de muchos factores, dependerá de la relación que teníamos con la persona, lo que significaba para nosotros.

Algunos dicen que el tiempo aproximado es de seis u ocho meses… un año, esto solo es un estimado, pero algo que si se puede observar es cuanto a disminuido la tristeza y el dolor o si de plano estos sentimientos no disminuyen; en este punto, en este preciso punto, es en el que se diría que necesitamos ayuda.

Porque existe algo en los duelos que se le denomina, el duelo bloqueado, en este duelo es cuando nuestra tristeza y el dolor no reduce y sigue tan intenso como cuando nos enteramos de que habíamos perdido a ese algo o ese alguien.

POV. Nicholas Wright

 

La depresión por su partida ha durado más de lo que esperaba, si no he caído en totalidad, es porque el nacimiento de mi hija Lorraine aminoro una parte del dolor, pero, aun así, este sigue siendo mayor.

Dolor.

¿A quién quiero engañar? El dolor no ha mermado, todos los días está presente, hay noches en que, como hoy, es más intenso, así que el whisky y la soledad son mi mejor compañía.

No la merecía.

Eso es lo que siempre repite mi subconsciente, que no merezco aquella clínica que dejó para mí, que no merecía el amor que me tenía, que no merecía la amistad que teníamos, que no la merecía a ella.

Bebo del vaso y dirijo mi mirada a la puerta que es abierta con cuidado, dando paso a mi esposa. Olivia, quien no dice nada de mi forma de actuar durante este año. Y mucho no tiene que decir, desde hace unas semanas que hemos decidido divorciarnos.  

— Te buscan — dice quedándose bajo el umbral de la puerta.

— Hoy no es día en que me apetezca ver a alguien — respondo y vuelvo a beber.

— Se los dije, pero insisten en querer verte — suspira luego de hablar —. Dijeron que era algo relacionado con Lorena.

Con aquello último, volteo a verla. ¿De Lorena? ¿Qué asunto tendría que ver con ella luego de un año? A menos que sea un asunto de la clínica, lo cual sería normal, pues no me he presentado en ella, ni siquiera le he dicho a mi familia de la existencia de esta y menos que ha sido una herencia de mi cerecita para mí.

— Déjalos pasar — le indico y asiente levemente. Me acomodo en la silla, arreglo mi ropa lo mejor posible, peino un poco mi pelo y estoy “listo” para recibir a quien sea que haya llegado.

Al poco tiempo, dos hombres entraron al despacho, ambos se veían bastante serios; me levanté de mi silla e hice un gesto con la mano, indicándoles que se sentaran.

— Adelante, buenas tardes — respondí al tiempo.

— Buenas tardes, doctor Wright — respondió el mayor de ellos, haciendo una leve mueca, que estoy seguro se debe al olor a alcohol del ambiente —. Soy el doctor Frederick Lemay y quien me acompaña es mi colega el doctor Alexander Rousseau.

— Un placer — respondí con un ligero asentimiento —. ¿En qué puedo ayudarlos? — trato de hablar sin que se note mi leve estado de ebriedad.

— Verá, yo soy el subdirector del Centro Médico Éternité, — sabía que venían de allá —, y mi colega es jefe de especialidades. Hemos venido a un encuentro con usted, ya que fuimos asignados por Lorena, como encargados del centro en su ausencia y ahora, ante su muerte, hemos esperado su llegada, ya que teníamos entendido que en algún momento usted tomaría las riendas del hospital.

Eso también ya lo sabía, que venían a recordarme que debo ocupar el puesto, puesto para el que no me siento preparado.

— Escuche, yo sé que esperan mi llegada, pero no sé si por el momento…

— Con todo respeto, doctor — me interrumpió el doctor Alexander —. Lorena siempre lo dejó ante nosotros como uno de los mejores médicos, como el mejor en todos los aspectos que pueda imaginar y siendo honesto, ha pasado un año de su partida y creo que es momento de tomar el cargo. El hospital lo necesita, usted será la mayor autoridad como en su tiempo lo fue Lorena, ella confiaba en usted y siempre hemos sabido que la clínica fue hecha por y para usted.

Sin palabras, así me dejó aquel médico frente a mí.

Ella confiaba en usted.

Pero yo no confío en mí, ese era el verdadero problema.

— Pronto estaré allá — dije no muy convencido, algo que ellos no notaron.




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