Saturn [#1 Cerises] Primera Edicion

Capítulo 1

Diciembre

Nueva York, EE. UU.

El frío de diciembre hacia acto de presencia aquella mañana en Nueva York, en la zona de Park Avenue, Lorena soltaba un quejido ante la intrusión como cada mañana de su nana Sophie, una mujer de edad que la ha cuidado desde que sus padres fallecieron en aquel catastrófico accidente, cuando regresaban a casa luego de semanas de viaje de negocios.

—Es hora de levantarse mi niña. — anunciaba con dulce voz la señora, abriendo las persianas y quitando de encima de Lorena las cobijas y sábanas que hacían más difícil su despertar.

—Otro ratito más nani… — murmuraba contra su almohada.

La mujer sonrió con diversión, cada mañana era igual, su niña como ella la llamaba podría ser toda una empresaria reconocida, pero en la privacidad de aquel pent-house y con ella, su alma de chiquilla no desaparecía.

—No, no… tienes una empresa que dirigir mi niña, no puedes quedarte aquí. — la jalo con las pocas fuerzas que su edad le permitía. — Además, hoy es día de desayuno con el joven Nicholas que ha de estar por llegar, o es que… ¿piensas cancelarlo? — inquirió con regodeo.

—¡No! ¡No! — gritaba Lorena mientras de un salto salía de la cama y entraba al cuarto de baño.

Nani Sophie negaba con una sonrisa, mientras la veía correr, sabía que el recordarle que vería a Nicholas la ayudaría a que se levantara, no era un secreto entre ellas que Lorena ha vivido enamorada de Nicholas desde que lo conoció gracias a que sus padres eran amigos.

Dejó la ropa que usaría Lorena ese día y sin más salió de la habitación a terminar de preparar el desayuno, siempre se esmeraba en preparar lo que más les gustaba, le conmovía verlos compartir siempre un día a la semana ese momento del día, sobre todo por el gran brillo que envolvía los bellos ojos miel, pero bien dicen que la edad hace a la gente más sabía y aunque disfrutaba de ver a su niña feliz, también temía el haberse dado cuenta que aquel hombre por el que suspiraba no le correspondía de la misma forma.

No negaba que el hombre la amaba, pero no como mujer sino como familia.

—¿Cómo me veo nani? — volteo en cuanto escucho la pregunta de Lorena, sonrío con admiración hacia su niña que vestía un traje rosa a la medida junto a unos zapatos stiletto blancos, un peinado recogido sencillo y un maquillaje natural como solía ocupar.

—Muy linda mi niña, como siempre muy guapa. — y era verdad, Lorena además de ser considera inteligente en el mundo empresarial, también destacaba su belleza, ojos color miel que a la luz del sol se veían angelicales, de piel aduraznada, cabello tan rojizo como las cerezas y labios rellenos.

—Gracias nani. — agradeció sonriendo tiernamente y besando sonoramente la mejilla de la mujer que consideraba su segunda madre.

Ayudó a su nana a terminar el desayuno y al dejar el ultimo plato en la mesa, el timbre del elevador sonó, anunciando la llegada de la persona que más alegre la ponía, del elevador surgió Nicholas Wright, su mejor amigo y en secreto el amor de su vida.

Antes de que él llegara al comedor, ella plancho su traje y acomodo su peinado que para nada se había desalineado y finalmente lo recibió con una sonrisa radiante.

—Buenos días. — le dijo alegremente, el hombre sonrío y la estrecho en sus brazos.

—Buenos días, cerecita. — respondió aun abrazándola.

—¿Cómo estás? — le preguntó Lorena luego de terminar con el abrazo y mirándolo con ojos brillantes.

Nicholas era un hombre bastante alto, de piel blanca, pelo negro y ojos verdes, que cuando sonreía mostraba un par de hoyuelos que era lo que más le encantaba a Lorena.

—Cansado, he salido de guardia, pero no podía fallarte. — respondió sincero.

—Oh Nick… me hubieras avisado, lo hubiera entendido. — expuso preocupada por el cansancio de su amigo luego de una jornada larga de trabajo en el hospital.

—Para nada, estos desayunos me reinician la vida, además por mi trabajo no nos podemos ver mucho, no puedo perder estas oportunidades de compartir contigo. — suspiró.

—Bueno, vamos a desayunar… — le dijo encaminándose a su lugar. — … tengo que ir a la empresa, pero puedes quedarte aquí a descansar.

Pasaron una mañana agradable, un desayuno entre risas y anécdotas del trabajo de cada uno, cuando llego la hora de que Lorena se marchase, se despidió de Nicholas y su nana, prometiendo terminar pronto sus pendientes para volver temprano a convivir con ellos.

§

Luego de una larga jornada atendiendo pendientes y clientes nuevos, Lorena regresaba a su pent-house, le había escrito a Nicholas y este le había dado la noticia de que estaría toda la noche con ella, pues tenía el día libre, tal noticia tenía emocionada a Lorena, compartir tiempo con él era lo que más le gustaba, echarse en el sofá a su lado viendo películas o bien solo disfrutando de una tranquila platica y una taza de chocolate caliente que solo su nana sabía hacer.

Al llegar a su hogar saludó a su nana y a Nicholas, fue a cambiarse de ropa y desmaquillarse y al cabo de unos minutos volvió donde ellos, solo que su nana se disculpó y se retiró a descansar, dejando a ambos solos, disfrutando de su compañía.




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