Recomendación para el capítulo - Te quiero mucho, mucho — Rio Roma
8 cosas que se deben de recordar cuando se pasan por momentos difíciles.
1.Todo, absolutamente todo cambia.
2. Ya has superado cosas difíciles también en el pasado.
3. Esta es una experiencia de aprendizaje.
4. No tener lo que deseas puede ser una bendición.
5. Permítete momentos de relajación y diversión.
6. Se amable contigo mismo, no te juzgues tan duramente.
7. La negatividad de otras personas no merece tu preocupación.
8. No todo es tan malo como se ve, siempre hay un motivo por el cual estar agradecidos.
Rodolfo Ugarte
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¿Por qué cerrarnos a aquello que la vida nos regala?
Mientras tengamos un corazón latente, un cuerpo que aun respire, personas a nuestro lado que quieran brindarnos amor… ¿Por qué no disfrutar?
Cada día es un regalo de la vida o de Dios, como sea, es un bello regalo, porque nos permite atesorar recuerdos, algunos malos, otros hermosos, pero al fin recuerdos, que son los que en conjunto muestran nuestra superación como personas.
¿Qué importa lo sufrido? ¿Qué importan las heridas y las lágrimas derramadas? ¿Qué importan los errores? Todo, todo es cosa del pasado, si, vive en nuestra memoria, porque son un aprendizaje, pero si nos aferramos a ello, lo único que logramos es poner nuestras propias cadenas para evitar avanzar. Culparnos para toda la eternidad… ¿de qué nos sirve? Guardar rencor por algo… ¿de qué nos sirve?
Aprovechemos cada día que se nos permite sonreír, llorar, enojarnos, gritar, apreciemos y agradezcamos hasta los detalles más pequeños, porque si algo podemos decir o al menos yo considero, es que…
Nadie nos asegura el futuro soñado, pero el presente si lo está, así que vivámoslo al máximo.
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Lorena
Julio
27 de julio – 4 días para dejar Paris
París, Francia
Lorena se veía al espejo, acomodando su vestido por… ¿quinta vez? — Ni ella ni yo lo sabíamos — estaba nerviosa pero tranquila a la vez, una combinación un poco rara pero así se sentía ella; ese día era el primero que tendría junto a Luca, así que, envolvía su figura en un lindo vestido veraniego, que dejaba resaltar perfectamente sus atributos, ese cuerpo que comúnmente resaltaba con trajes sastre, vamos que, era una mujer guapa, y su toque principal era la naturalidad, así que cualquier prenda la hacía ver hermosa. Visualizó su rostro que no contenía ni una pizca de maquillaje, y, aun así, sus labios rosados de forma natural y sus largas pestañas, dejaban ver su angelical atractivo. Su larga cabellera rojiza, tanto como una cereza hacia un hermoso contraste con su piel aduraznada. Se veía bien y lo agradecía, a quien fuera que se lo tuviera que agradecer.
Luca por su parte había hecho — por lo menos — ocho cambios de camisa, tratando de elegir la mejor, quería verse bien para Lorena, y cuando por fin se decidió por una, salió de su hogar, recibiendo algunas burlas familiares por su evidente nerviosismo. Ahora se encontraba en su coche, de camino al edificio donde se ubicaba el pent-house de Lorena. Lo hacia con una sonrisa radiante, no importaba nada de lo confesado el día anterior, para él, el tiempo y las situaciones se daban por algo. Desde hace años él ha gustado de Lorena, siempre la considero la mujer más guapa que sus ojos hubieran visto. Y el que pasara tanto tiempo, le dejaba comprobar eso, pues ahora la veía más hermosa de lo que recordaba. Sin embargo, si le pidieran la razón de por qué jamás de acerco a ella, fue precisamente porque el notaba el como ella amaba a Nicholas.
Al cabo de un tiempo, Luca fue anunciado por el portero del edificio, a lo que Lorena atendió informado que bajaba enseguida.
Tomó su bolso, dio un ultimo vistazo a su reflejo en el espejo y finalmente salió del lugar, llamó el ascensor y cuando este llegó ingresó en el. Al llegar a la planta baja, salió un poco cohibida, visualizó a Luca sentado en uno de los sofás del lobby del edificio, distraído con su celular.
El atractivo hombre vestía un pantalón de mezclilla, que incluso sentado se podía apreciar lo bien que se ceñía a sus piernas junto a una camisa casual con los primeros botones sueltos.
Ese hombre podría tener a cualquiera a sus pies. Pensó Lorena, recorriéndolo con la mirada.
Y así como Lorena, se quedo quieta admirándolo, en algún momento sin Lorena darse cuenta el levantó la vista e hizo lo mismo con ella, reparando en las finas, pero a la vez rellenas piernas de Lorena, en su silueta, pero, sobre todo, en su rostro que sin maquillaje aún dejaba ver a lo que él definió en ese momento como una obra de arte.
—¿Vamos? — se escuchó la voz de Luca a la vez que le ofrecía a Lorena tomar su brazo.
—Si, vamos. — contestó Lorena con una seguridad que incluso a ella la sorprendió y se ancló al brazo del hombre para ser guida al exterior.