Saturn [#1 Cerises] Primera Edicion

Capítulo 25 - Parte 2

“A fin de cuentas, son los momentos los que quedan en el corazón para siempre”

25 de octubre

Paris, Francia

16:30 hrs

La hora más esperada por fin había llegado.

Invitados comenzaron a llegar, al ser Lorena una empresaria altamente reconocida y Luca un médico con grandes logros, cualquiera pensaría que tendrían una celebración gigante, pero la realidad era todo lo contrario; ambos habían coincidido en la idea de aspirar a una boda linda pero sencilla, únicamente acompañados de las personas más cercanas.

Por ello, en el jardín de la mansión Cornell, ya se encontraban los únicamente cien invitados anhelados, todos viendo la decoración amena y no tan ostentosa.

Luca ocupó su lugar frente al sacerdote, esperando al igual que los demás presentes, la llegada de la bella novia. Solo que había una pequeña situación… la novia tenía media hora de retraso.

¿Se habrá arrepentido? Era la pregunta que comenzaba a atormentar a Luca.

Y no, no es que se haya arrepentido, o que quiera ir con Nicholas, pensamiento que también atormentaba a Luca, lo que pasaba es que Lorena… bueno, Lorena no sabía como aplacar a cierto cuarteto de hombres.

—Yo la conocí desde que era una bebé. — argumentó Tyler Wright.

—Eso no me importa, es mi socia, amiga e hija. — replicó Thomas Brown.

—Pero con quien se casa es con mi hijo. — protestó Albert Cornell.

—Soy el más viejo, tengo prioridad, además será mi nieta. — habló por último Bernard Cornell.

La pelirroja suspiró por… no sabría decir cuantas veces había suspirado, pero junto a Hanna, veía la discusión de aquellos hombres, misma que comenzó debido a que todos querían tener el honor de entregar a la novia en el altar.

—¿Y si te entrego yo? — dijo Hanna, llamando la atención de Lorena.

—No sería mala idea. Pero… ¿y si tu me llevas del brazo y ellos nos siguen?

—Buena idea, es momento de callarlos, llevamos medía hora de retraso. — Hanna se levantó y colocó dos de sus dedos en su boca, para posteriormente soplar y emitir un fuerte silbido que llamó la atención de los hombres. — Con todo el respeto que se merecen, caballeros… ¡Cierren ya la boca! Mi amiga va a hablar.

—Ok. — suspiró Lorena levantándose de la silla donde se encontraba. — Yo… me siento muy querida sabiendo que quieren entregarme en el altar, cada uno se ha ganado mi cariño, sin importar el tiempo que lleve conociéndolos, todos son importantes para mí, no importa quién me entregue, con saber que están conmigo es más que suficiente y estoy segura de que mi papá junto a mi madre, está de acuerdo conmigo desde donde quiera que este, así que… Hanna será quien me lleve en el camino al altar, pero quiero que cada uno me de su bendición ¿qué dicen?

Se miraron unos a otros, felices por las palabras de Lorena.

—Estamos de acuerdo. — pronunciaron los cuatro al unísono.

—Anden, denme todos, un abrazo antes de salir, pero rápido que no quiero que mi prometido piense que lo dejaré plantado. — abrió sus brazos y los hombres la abrazaron con todo el cariño posible.

Finalmente, el problema estaba resuelto, sí, hacía falta físicamente un hombre muy importante en la vida de Lorena, pero como ya había dicho, con llevarlo en el corazón para ella estaba bien.

(…)

Cuando Luca comenzaba a desesperarse y dar por hecho que la novia se había arrepentido, vió como los invitados se ponían de pie, la pequeña orquesta comenzaba a entonar la marcha nupcial y del brazo de Hanna, Lorena apareció al inicio de la alfombra que marcaba el camino al altar.

Y bien dicen que ‘no todo el que llora, de pena llora’. Cuando Lorena comenzó a caminar hacia el altar, lágrimas inundaron los ojos de Luca mismas que poco a poco corrieron por sus mejillas. Si, lloraba, pero eran lágrimas de felicidad pura, por ver al amor de su vida caminar hacia él con aquella sonrisa que lo enamoró desde que la conoció.

Lorena portaba un vestido de novia blanco que consistía en una nube de tul sobre la falda del interior, de corte evasé, con un cuerpo de tupido encaje, sin mangas con hombros y espalda transparente con un efecto tatoo. En la parte superior de su radiante cabello rojizo, portaba la joya familiar de los Cornell, una fina tiara de diamantes misma que retenía el fino velo, destacando también su peinado semirrecogido y su natural maquillaje. Pero como mejor accesorio Lorena portaba una sonrisa de felicidad, esta vez, después de muchos años, era real.

Era la viva imagen de un ángel, o eso era lo que pensaba Luca en esos momentos.

Por parte de Lorena, mientras se encaminaba hacía el maravilloso hombre que la esperaba, la calma la invadía, verlo siempre tenía el mismo efecto, que todo a su alrededor dejara de existir, llevándola a un mundo donde el dolor, la tristeza, no tenían cabida.

Lo admiró en todo su camino, se veía perfecto vistiendo su chaqué de corte italiano, con su cabello peinado de forma sumamente elegante, pero al mismo tiempo dándole ese toque de jovialidad.




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