Nota: Esto vendría siendo un año antes del extra 2 "Renacer"
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ESTA BIEN…
Dos años después de la muerte de Lorena
Narrador omnisciente
Está bien equivocarse.
Está bien caerse.
Está bien sentir dolor.
Está bien llorar.
Simplemente está bien sentir…
§
Julio
Vancouver, Canadá
Centro Médico Éternité
Dos años eran de que la usencia de Lorena se había establecido, de que el mundo sin ella comenzaba a seguir su curso, de que su esposo junto a su bebé — de ya un año y siete meses — y los amigos de la pelirroja, se habían empezado a acostumbrar a la nueva realidad.
Un año de que Nicholas se había comenzado a hacer cargo del Centro Médico que se le fue heredado por su mejor amiga. Sin embargo, aunque había salido de aquel duelo bloqueado en el que estaba hundido y de que cumplía la promesa de dirigir la clínica, aún existía algo que se negaba a soltar…
La culpa y siendo sinceros, una parte del dolor.
Una culpa que el se había dedicado a darse, porque a pesar de que, en aquel sueño, Lorena le dijo que no lo hiciera, el simplemente de alguna forma se negó, para él, la culpa era más que merecida, sentir aquello era lo que debía sentir de por vida, porque de esa forma pagaría el no haber estado para su mejor amiga, el haberla alejado y no haberla escuchado cuando debía.
Y un dolor que no dejaba ir, porque la quería de vuelta, él seguía siendo el único que no aún estaba reacio a adaptarse a la nueva realidad por completo, porque LA QUERÍA DE VUELTA, quería volver a abrazarla, volver a escuchar su voz, volver a sentir el calor de su amor y amistad…
—Doctor Wright, tenemos un problema con la paciente de la habitación 402. — dejó de ver el punto fijo en la pared, el cual llevaba observando como lo más interesante del mundo desde hace ya varios minutos.
—Eh… — parpadeo un momento para regresar por completo al presente. — Si, si, vamos.
Caminó a la habitación seguido de la enfermera que fue a su búsqueda.
—¿Qué piensas? — preguntó Jonathan a la mujer de cabello cenizo que miraba a lo lejos a Nicholas, sin que este lo supiera.
—Me preocupa, pero no tanto, aún puedo hacer algo. — lo veía con ojos brillosos.
—Pero…
—Lo que si me inquita es que puedo fallar en cuanto a la ética profesional, así que lo haré fuera de la clínica.
—Vaya sinceridad. — dijo divertido Jonathan, alternando la mirada entre su amigo Nicholas, que daba indicaciones a las enfermeras, y la mujer a su lado que veía al pelinegro como si quisiera aferrarlo a ella con todo y lo que este cargaba encima.
—Es una característica de la familia. — sonrió la chica con orgullo. — Bueno, tengo que irme, nos veremos luego y salúdame a Camila, que, por cierto, no sé como acepto a andar contigo. — le sonrió con burla.
Jonathan abrió su boca, ofendido por el comentario y la mujer solo se fue riendo.
§
—Necesito las llaves. — le habló a Luca.
—¿Para qué? — preguntó Luca mientras daba de comer a su hija.
—Ppappa… — balbuceó la bebé, provocando una sonrisa en su padre.
Su hermana Rose bufó desesperada. — No me dirás como obtenerlas hasta que te cuente, ¿verdad?
—Mhm. — Luca afirmó con un sonido a boca cerrada, sin quitar la atención de su bebé.
Rose del otro lado de la pantalla se quedó mirando a la imagen de su sobrina que comía con entusiasmo, como si el quedársela viendo le fuese a dar los ánimos para contarle su teoría a su hermano.
Y al parecer su sobrina de verdad le dio el valor, porque la pequeña pelirroja al ver a su tía en la pantalla le regalo una sonrisa sin dientitos, que la derritió de ternura.
—Bueno, tengo la teoría de que solo ha logrado una parte de su recuperación, siento que hay algo que aún hace y no sabemos o bueno… tengo una idea, pero quiero verlo por mi cuenta, así que necesito entrar antes que él.
Luca la estudió detenidamente por varios minutos.
Rose rogaba que no viera más allá de lo que le estaba contando.
—Bien, llamaré al portero del edificio y le diré que te deje pasar. — concedió finalmente Luca.
—Muchas gracias, hermanito. — el cuerpo de la mujer se relajó.
—No hay de que Rose. — le sonrió. — No olvides el cumpleaños del abuelo la próxima semana. — le recordó.
—El abuelo me mata si lo olvido. — se rió.
Y la videollamada finalizó.
—Tengo un pensamiento referente a la loca de tu tía, pero no me adelantaré. — le habló Luca a su pequeña, a lo que esta golpeó la mesita donde se encontraba sentada y soltó una pequeña carcajada.