Saturno.

Capítulo 2.

Winter

—Entonces, para mi punto de vista, el hombre de negocios con el que debo trabajar y estar pegada a él durante los próximos cuatro meses es un egocéntrico y un odioso —escupí mientras mi hermana Amy peinaba mi cabello en su habitación.

—Winter, si tienes que trabajar a su lado tanto tiempo como dices será mucho mejor que dejes de hablar más de él y te concentres en todo lo que debes hacer mañana —asentí mientras rodaba los ojos. Ella planchaba mi cabello, aunque este ya fuese bastante lacio por naturaleza—Simplemente no le hagas caso, y concéntrate en hacer tu trabajo de la mejor manera, como siempre has acostumbrado a hacer. Eres muy buena en lo que haces y no le permitas a ese señor Reed que te haga dudar sobre eso. Y eres guapa, en eso sí tiene la razón ese hombre.

—No fue para nada profesional ese comentario que hizo acerca que era todo un gusto conocer a una señorita tan guapa como yo...Por Dios ¿Quién dice algo como aquello? —Enarqué una ceja molesta de tan solo recordar dicho momento.

—Winter, eso lo dice alguien que está coqueteando...Tan simple como eso.

—No se coquetea en el trabajo, además que él es todo un casanova ¿Crees que voy a permitirle a una persona como él que se salte todas las reglas y coquetee conmigo en medio de nuestras horas laborales? Ni estando loca, y es que eso iría en contra de todos mis ideales…

—Winter, Winter, Winter...Espero que sigas pensando exactamente lo mismo conforme vayas conociendo mejor a ese Devan Reed. Ya sabes, dicen que las apariencias engañan y además que…

—¿A qué te refieres, Amy? —Prácticamente le grité.

—Ya sabes, Winter, dicen que el odio termina en otras cosas en varias ocasiones...—hizo un ademán con sus manos.

—Ay Amy, no me molestes —esbocé una mueca. Como dije antes, ni estando loca me involucro con uno de esos hombres. Y si lo hago, es porque he llegado a perder los malditos estribos. Ay, es que no quiero ni imaginarlo así que no volveremos a hablas del tema ¿Queda claro?

—Me queda claro, aunque, en un principio fuiste tú quien comenzó a hablar de tu jefe.

—Ya lo sé, Amy, pero, ya no quiero hablar al respecto ni por un segundo más. Voy a limitarme a cumplir con mi trabajo y no pensar demasiado en si el hombre me agrada o no del todo. Simple.

Devan

Abrí la puerta de la oficina sin dejar de pensar en la señorita Winter. Si bien es cierto era una mujer muy obstinada, seria y, sobre todo, guapa. Sus prominentes ojos cafés oscuros, sus cejas definidas, bonitas pestañas, largo cabello rubio y esa facilidad de rodar los ojos y fruncir el ceño lograba cautivarme por completo. Además de bonita, era inteligente y eso le agrega un punto. Antes que fuese capaz de continuar pensado en la descripción de la muchacha, ella entró a mi oficina con el cabello recogido en una cola alta y luciendo un traje negro que se acomodaba muy bien a su cuerpo.

—Buenos días señor Reed, como puede ver he llegado a tiempo —susurró y me fijé en el maletín que llevaba. Supuse que allí traía los implementos necesarios para comenzar con el proyecto.

—Buenos días señorita Howland, sí, puede ver que lo he notado —respondí sin dejar de lado mi expresión seria—Puede acomodarse en el sillón o en mi escritorio mientras empezamos.

—Aquí estoy cómoda, muchas gracias —contestó sentándose en la misma silla que el día anterior—Como le mencioné ayer, me encantaría que usted me comentase acerca de esos datos básicos sobre su persona. Me ayudarán a crear un perfil sobre su persona.

—Sí, por supuesto, dígame que es lo que necesita saber y yo le responderé gustosamente —murmuré buscando una carpeta, en la que se encontraba información acerca de los estados financieros, en el pequeño librero que tenía en la oficina. Mi empresa era una de las mayores importadoras de vehículos y siempre necesitaba revisar el estado financiero para no tener problemas después.

—Información personal y educación, a esto me refiero con su nombre completo, fecha de nacimiento, nacionalidad, ocupación y religión.

—Devan Reed. Nacido el veintitrés de abril de 1982, lo que quiere decir que actualmente tengo veintisiete. No pertenezco a ninguna religión, soy un reconocido empresario y nací en Tampa, Estados Unidos.

—Está bien, me gustaría hablar sobre sus inicios, sus primeros años de vida —anunció sin verme en ningún momento y sin apartar la vista de la agenda—Ya sabe, todo lo que se considera importante en la vida de una persona para pasar a la siguiente pregunta.

—Bueno, crecí en mi ciudad natal al lado de mis padres y mis dos hermanas menores, Taylor y Laurie. Tuve una infancia muy tranquila y descubrí que amaba los autos debido a que mi padre siempre me llevaba a exposiciones y de tal manera, lo supe desde la primera vez. Estudié en una escuela privada de Tampa y tuve una vida tranquila. Y mi adolescencia se basó en escuchar música en mi habitación a todo volumen y estudiar más de la mitad del día.

Ella estaba a punto de preguntarme algo, pero, Eliana, mi secretaria nos interrumpió. Era guapísima la mujer, pero, una odiosa empedernida.

—Señor Reed, para comentarle que tiene una reunión de negocios con el señor Gael Bennet —me coqueteó al mismo tiempo que se acomodaba el cabello.




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