Saturno.

Capítulo 9.

Devan

No fui capaz de dejar de sonreír todo el día al saber que Winter había aceptado mi invitación para salir a cenar por la noche. Salí de la oficina alrededor de las seis y media de la tarde debido a que la cita era a las ocho. Sin embargo, me di cuenta que la noche no iba a ser como yo quería cuando me encontré con mi mejor amiga en mi departamento: Camile. Hace tiempo ya que le había dejado una copia de llaves para que cuando viniera a la ciudad pasara a verme, puesto que ella se encontraba viviendo en Nueva York gracias a que era tenía su propia marca de cosméticos al contrario mío, que jamás he querido dejar mi ciudad natal, Tampa.

—Camile ¿Qué haces aquí? —No me malinterpreten, adoraba el hecho de poder verla una vez más, no obstante, por qué tendría que aparecer en el mismo momento que tengo una cita pendiente.

—Bueno, vine a pasar unos días en la ciudad —me abrazó y luego besó mi mejilla—Me di cuenta de que no he venido a mi ciudad natal en más de cinco meses y supuse que era el momento de regresar.

—Camile, no quiero ser grosero contigo...Pero, en un rato tengo una cita con una mujer que me gusta mucho y a la cual quiero impresionar, y estoy seguro que no me perdonaría si llego a tarde a nuestra cita...—confesé rascándome la nuca.

—¡Lo habrías dicho antes! Te acompañaré a vestir un bonito traje y vendré a verte mañana por la mañana a la oficina y disfrutaremos de un buen tiempo entre amigos —me sonrió y caminó hasta llegar a mi closet—Tienes ojos bonitos y bueno, hay que buscar algo que los resalta un poco más.

—Gracias por esto Camile...

—Sabes que te ayudo en todo lo que esté a mi alcance con mucho gusto —respondió sacando un par de corbatas y mirándolas con atención—Ahora, está claro que tienes qué contarme más sobre la mujer.

—Winter Howland, la mujer que está escribiendo mi libro...—murmuré.

—Ay no, Devan, no otra mujer del trabajo. Deberías darte cuenta de una buena vez que los romances de oficina no te convienen —frunció el ceño, cruzándose de brazos evidentemente enojada por mi reciente confesión. Comprendía que se lo haya tomado tan mal porque conocía cada uno de mis antecedentes en el amor. Siempre salía con las mujeres con las que trabajaba, y todas las veces, yo era el que resultaba más herido y con mala fama—Tú sabes muy bien que ese tipo de romances no te convienen en lo absoluto, mucho menos después de tu desastre amoroso con la perra de Olivia.

—Esta vez es muy diferente, Camila. Esta vez no se trata de la misma clase de mujer ni de una aventura que solo se base a tener relaciones y no haya nada después —le contesté—Winter es hermosa, inteligente e inclusive es ella quien no quiere salir conmigo.

—¿En verdad, ella piensa eso? —Me dio la corbata que creyó que era la indicada y yo estuve de acuerdo con ello.

—Sí, le he insistido. Además, estoy en un período de prueba por decirlo así —suspiré recordando cada una de sus palabras—Para Winter, no ha sido suficiente el escuchar que siento una enorme atracción hacia su persona. Ella quiere que vayamos más allá, desea que le demuestre que esto puede convertirse en algo más...Quiere que le demuestre que yo estoy enamorado de ella y que no va a ser una relación que se olvide con el paso del tiempo.

—Qué bueno. Está bien que conozcas a una nueva mujer que tiene esas expectativas de una relación, ya que nos dice que no quiere algo que se pierda como el viento. Necesitas algo como eso —indicó—Ten, ponte este traje que de seguro vas a verte muy guapo en él ¿Cierto, cariño?

Asentí y me encerré en el baño con el objetivo de tomar una corta ducha para después usar el traje que mi amiga escogió para mí. En esto no tardé más que un par de minutos.

—¡Qué guapo estás! —Camile se acercó a darme dos besos en ambas mejillas y observó mi reloj—Vete ahora que tienes media hora para llegar a la cita con esa linda mujer. Te deseo la mayor suerte del mundo, amigo mío.

—Gracias, Camile —le sonreí al mismo tiempo que abandonábamos mi departamento. La acompañé a tomar un taxi y yo emprendí mi camino hacia el domicilio de Winter. Estaba totalmente listo para tener una noche exquisita a su lado.

Winter

—¿En serio se me ve bien, chicas? —Le pregunté a mis hermanas mientras observaba mi reflejo en el espejo. Opté por usar un vestido negro un poco corto con un ligero escote, acompañado de tacones color plata altos y las joyas que él me regaló por la mañana.

—¿Cuántas veces vamos a tener qué decirte que sí te ves muy linda, Winter? —Amy rodó los ojos sin dejar de escribir algo en su teléfono. Ella estudiaba filosofía pues siempre fue una amante de las letras y la historia.

—Winter, te ves muy bonita...Eso es lo que Amy quiso decir —Quinn la corrigió de brazos cruzados.

—Gracias chicas...—me ruboricé, sí que era muy fácil ponerme nerviosa cada vez y cuando.

—Es que de verdad no puedo creer que ese hombre te haya regalado cosas tan caras...Solo mira ese precioso ramo que tiene por lo menos unas treinta rosas...

—No dirías lo mismo si habrías visto el lujoso auto que conduce...

—¿Qué tal si dejamos de hablar de la fortuna de Devan Reed y se concentran en decir si en serio me veo bien o me veo fatal y necesito sacarme todo esto que llevo puesto? —Bufé aburrida.

—Señorita, me encantaría preguntarle a qué lugar se dirige tan arregla —mamá entró a mi habitación pues acababa de llegar del trabajo y maldecí por lo bajo al notar que debía decirle lo que iba a hacer esta noche.

—Winter tiene una cita...—Quinn casi gritó, y tuve ganas de estrangularla con mis propias manos.

—¿Con qué una cita, no, Winter? —Mi madre se acercó hasta donde yo estaba con una sonrisa burlona, la cual desapareció al ver mi collar—¿Y esto qué es?

—El señor Devan Reed me lo ha regalado, mamá. Y sí, tengo una cita con el mismo hombre en menos de quince minutos —dije rápidamente tratando de aliviar mis nervios lo más pronto posible.




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