Saturno.

Capítulo 18.

Winter

—La vida nunca es como uno desea que sea. Los finales felices no existen y es por eso, que debemos buscar vivir una vida tranquila y llena de alegrías que nos hagan felices como los merecemos. No importa si el amor que sientes hacia alguien es inmenso y verdadero, no serás capaz de permanecer al lado de esa persona eternamente y de la manera que deseas. Saturno quiere que te vayas, él no quiere tenerte en su mundo. Te irás muy pronto, cuando menos lo imagines, y debes aprovechar todo el tiempo que te queda antes de partir. Demuestra lo mucho que lo amas y reafirma tus sentimientos. Perteneces al invierno mismo, pero, el invierno va a matarte también. La vida se terminará y volará lejos como una preciosa paloma. Vive antes que no puedas hacerlo.

—¿A qué te refieres? —Cuestioné a aquel precioso ángel, que estaba frente a mí y yo apenas pude ver que estaba en el llamada cielo—¿Qué quieres decir?

—Tu línea de la vida es muy corta, lo que nos indica que tendrás una muerte inesperada y abrupta —murmuró intentando tocarme, sin embargo, a pesar de verlo como un precioso ser de luz, me daba miedo que me tocara—Vas a morir, Winter Howland. Morirás antes de lo esperado y no vas a tener tiempo para despedirte de todas esas personas a las que tanto amas.

—¡No quiero morir! Yo...Yo...Yo no quiero morir, y mucho menos de esa forma. No quiero irme, no quiero irme...Siempre le he tenido miedo a la muerte y no sé que deba hacer cuando ese momento llegue.

—Winter, no hay razón por la cual debas temer a la muerte. Es algo por lo que todos podemos pasar y ya que tu muerte va a ser tan repentina, de seguro vas a tener una nueva oportunidad para vivir de una manera que desconoces por completo. Podrás vivir una segunda vida, o podrás reencarnar.

—Yo...No quiero pensar en ello, en la idea de que debo morir cuando menos me lo espere, me hace estremecer por completo —sollocé, abrazándome a mí misma. Jamás una noticia había tenido esta repercusión en mí y cómo no, si era sumamente fuerte—Yo...No quiero morir tan pronto, es que apenas acabo de descubrir lo que quiero seguir haciendo con mi vida y me enamoré del hombre que siempre he esperado, aunque no era consciente de ello.

—Cariño, preciosa niñita, no hay forma de cambiar lo que ya está escrito en el libro de la vida...Simplemente, no hay forma...

—¿No se puede cambiar el destino? —Le pregunté sin dejar de temblar. Creí que me estaba volviendo loca y que esto no podía sonar tan real como lo era. Qué a mí, Winter Howland, la muchacha que ama las letras y que hace muy poco se enamoró de Devan Reed, tenga que decirle adiós a todo lo que ama sin quererlo de verdad. Yo no quiero morir, de hecho, ese sería lo último que pediría dentro de mi lista de deseos— Varias veces, he escuchado que somos nosotros los que decidimos casi todo y que, de esas elecciones, depende el camino que toma nuestro destino.

—Si bien es cierto, muchas cosas las elegimos a nuestra conveniencia, o porque creemos que es lo mejor o porque nuestro corazón nos obliga a creer que es verídico, pero, el destino también ya está previamente escrito y no hay nada que uno pueda hacer para cambiarlo —se acercó a mí y empezó a acariciar mi brazo con cariño. Como fuera, sus caricias me tranquilizaron tanto que pude cerrar los ojos mientras ella continuaba con su acción—El destino es complicado de entender, lo comprendo.

—¿Qué va a pasar con él? ¿Qué le ocurrirá a Devan cuando haya llegado mi momento de irme? —Cuestioné en voz baja. Tal vez, este hermoso ángel, tenía razón por completo. Hay cosas que ya están escritas en nuestro libro de vida y no somos capaces de cambiar el destino por más que lo intentemos—Sé que usted me dijo ya que no se puede cambiar el destino...Pero, yo quiero hacerlo ¿No podría darme la dicha de vivir un poco más en ese mundo que me ha brindado tanto? —Estuve a punto de arrodillarme y rogarle por una nueva oportunidad.

—Lo siento mucho por ti, lindura, pero, tu tiempo de vida ya ha terminado. La muerte llegará a tu vida cuando menos te lo esperes y lo dejarás, no obstante, hay algo que sí puedo asegurarte.

—¿Qué es eso? —Interrogué horrorizada. Ni siquiera conocía lo mucho que se puede sufrir estando vivo.

—Ese hombre que dice amarte tanto, en verdad lo hace con todo su corazón y es una pena decir que ese va a ser el más grande tormento de toda su vida. Él sufrirá mucho en el momento que ya no te tenga a su lado, y sé que no será capaz de amar a otra persona que no seas tú nunca más. Él vivirá cada uno de los días que le quedan en agonía, recordando la felicidad que le brindabas

—No quiero que él sufra, si voy a morir...Al menos, necesito que prometas que vas a hacerte cargo de él y que lo vas a cuidar como lo merece.

—¿Hablas en serio, Winter? Ese no es mi trabajo, porque será el tuyo apenas llegues al cielo. Tú misma deberás acompañarlo para toda la eternidad, por más que él no sea capaz de verte.

En mi pecho, ya no quedaba ni una sola gota de felicidad pura dentro de mí. No quería, por más que fuese mi última opción, saber que mi Devan, el hombre y el amor de mi vida, que su futuro estuviese lleno de tristeza...No lo quería, ni lo querré nunca.

—¡Por favor no, por favor no dejes que muera! No quiero dejar a Devan ni a mi familia...Por favor, te lo ruego, no dejes que yo muera...Por favor, no quiero morir.

Me levanté sobresaltada, con el pulso sumamente acelerado y con mucho sudor en la frente. Estaba asustada, muy asustada por lo que acababa de ver en ese sueño tan extraño. Rápidamente me levanté a la ducha y me di un baño lento, cuando salí me di cuenta que eran las seis de la mañana. Me vestí y dejé en mi velador, una pequeña nota para mis padres:

Salí muy temprano de casa porque hoy pasaré el día con Devan, no se asusten si no llego a dormir. Los quiere,




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