Saturno.

Capítulo 19.

Devan

—¿Lo ves? ¿Puedes apreciar su gran belleza? —Cuestioné observándola con suma atención. En el planetario, podíamos ver a Saturno, nuestro planeta favorito sin lugar a dudas, de una manera completamente diferente a la que acostumbramos.

—¿Qué? ¿Hablas de Saturno? —Preguntó y yo asentí de inmediato—Sí, por supuesto que puedo ver su exquisita belleza.

—¿Sabes algo? Si Saturno no tuviera tan malas características para la vida humana, me encantaría que tú y yo formáramos una vida allí —aclaré.

—¿Cuáles son todas esas malas características que tiene nuestro universo? —Volvió a preguntar, esta vez mostrado lo curiosa que se sentía al respecto—Dime, porque no lo sé.

—Saturno es muy grande, aproximadamente setecientos cincuenta veces más que la tierra. También es demasiado frío y llega a presentar tormentas de auténtica pesadilla, está formado mayoritariamente de hidrógeno y es ovalado, tiene el mayor cuerpo de anillos del sistema solar, tiene ciento cincuenta lunas y minilunas, desprende el doble calor del que recibe del Sol, es menos denso que el agua, pero, tiene algo que lo convierte en un lugar maravilloso e ideal para dos amantes que no planean despedirse...Un año en Saturno dura casi tres décadas, exactamente veintinueve años ¿No es una locura?

—Tienes razón. Sí, claro que es una locura, no obstante, allí podrías tener una vida mucho más larga en la que puedas amar por una verdadera eternidad a tu otra mitad —estuvo de acuerdo mientras no dejábamos de caminar hasta encontrar los asientos perfectos—Dime Devan ¿Qué es lo que piensas acerca de la muerte? ¿Crees que existe otra vida después que abandonemos la que tenemos en la Tierra?

—La verdad es que creo muchas cosas —le respondí—Creo que la muerte es algo que todavía no terminamos de descubrir y que, por lo tanto, no sabemos lo que nos espera cuando nos llegue la hora.

La noté nerviosa, parecía como si este fuera un tema que la inquietaba de cierta forma.

—Veo que no te gusta hablar sobre la muerte ¿Cierto? —acaricié su hombro y se tensó un poco—Si es algo que te pone nerviosa, no deberíamos hablar de ello ¿No estás de acuerdo?

—No es un tema que me ponga nerviosa...—indiqué—O al menos no lo era hace dos días.

—¿Ha sucedido algo que te haya hecho cambiar de opinión? —Le pregunté sin dejar de acariciarla.

—Tuve una pesadilla que ni siquiera quiero recordar ni por un maldito segundo —cerró los ojos— No sé si a aquel sueño se le puede llamar una especie de advertencia.

—¿Qué fue lo qué soñaste que te tiene tan asustada? —Traté de lograr que abriera su corazón conmigo y me contara qué era lo que la tenía tan nerviosa y fuera de sí.

—Soñé que estaba en el cielo y que un precioso ángel me decía: La vida nunca es como uno desea que sea. Los finales felices no existen y es por eso, que debemos buscar vivir una vida tranquila y llena de alegrías que nos hagan felices como los merecemos. No importa si el amor que sientes hacia alguien es inmenso y verdadero, no serás capaz de permanecer al lado de esa persona eternamente y de la manera que deseas. Saturno quiere que te vayas, él no quiere tenerte en su mundo. Te irás muy pronto, cuando menos lo imagines, y debes aprovechar todo el tiempo que te queda antes de partir. Demuestra lo mucho que lo amas y reafirma tus sentimientos. Perteneces al invierno mismo, pero, el invierno va a matarte también. La vida se terminará y volará lejos como una preciosa paloma. Vive antes que no puedas hacerlo.

Me quedé en silencio, ya que no tenía la menor idea de lo que debía decirle para consolarla. También me asustó todo lo que me dijo.

—¿Lo ves, Devan? No eres capaz de responder nada porque también crees que es una especie de advertencia —en sus ojos, aparecieron un par de lágrimas las cuales yo me apresuré a limpiar.

—Cariño, en ocasiones se puede llegar a soñar lo que le va a suceder a otra persona o a uno mismo...Sea como sea, ambos sabemos que nuestro tiempo en este mundo está contado y que lo que vaya a pasar el día de mañana, no seremos capaces de evitar lo que ya está escrito previamente en nuestro libro de vida. Y si por alguna razón que desconocemos, uno de los dos debe morir antes que el otro, el que siga viviendo tendrá que buscar una forma de sobrevivir.

—Y si uno de los muere antes del otro, por favor, cuidémonos así sea que no podamos vernos. Si muero hoy, en unos meses o en cien años, no planeo dejar de amarte y protegerte de todos los peligros que puedan llegar a molestarte.

Asentí, de repente el ambiente y el sentido de nuestra conversación había cambiado por completo y ante esto, optamos por mantenernos en completo silencio disfrutando del momento y de la compañía del otro.

—Vida mía, te amo como no tienes idea —se acurrucó en mis brazos y no fui capaz de evitar que una gran sonrisa apareciera en mi rostro.

—Devan, sabes que siempre me he preguntado por qué me llamas vida mía...—interrogó.

—Es porque eres mi vida entera. Eres mi vida, Winter Howland y si algún día llegas a irte de mi lado, juro que sentiré que todo se ha acabado. Te llevarás mi alma si me dejas.

—No pienso dejarte nunca, dulzura. No pienso irme de Saturno nunca.

Winter

Llegué a casa, bastante cansada por toda la preciosa velada que había compartido con Devan, dispuesta a dirigirme directamente a mi habitación caer rendida en mi cama. El reloj marcaba la una de la mañana y sentí algo en el pecho que me incentivó a ir hacia el dormitorio de Amy y asomarme por el pequeño espacio que había al dejar la puerta entre abierta. Esperaba verla dormida, pero, grande fue mi sorpresa al ver a mi hermana menor besando a una chica.

Dicha acción me sorprendió mucho ¿Desde cuándo Amy sentía atracción hacia las muchachas? ¿Cuándo pasó que no nos dimos cuenta de cómo ella se sentía? Existían muchas dudas en mi mente, no obstante, me sacudí y volví a mi habitación para dejarla hacer lo que ella quisiera hacer. Era su vida, su elección, aunque, yo me encontraba un poco decepcionada porque no me lo contó. Creía que nosotras nos teníamos la confianza suficiente como para saber la forma en la que ella se sentía, pero, asimismo pude comprender que quizá ella se sentía asustada como para contárselo a alguien. Tal vez estaba conmocionada o simplemente, le asustaba abrir su corazón y hablar con todos. Sea como sea, le preguntaría por la mañana.




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