Saturno.

Capítulo 29.

Devan

Los rayos de sol que caían sobre la habitación, lograron despertarme después de una noche de descanso al lado de Winter. Ella lucía perfectamente hermosa en ese conjunto de ropa interior azul marino mientras dormía plácidamente. Verla era el mayor honor que se podía tener en la vida.

La observaba con la mayor atención posible, hasta que la vi removerse en su lugar y abrir los ojos.

—Buenos días, vida mía —la acerqué hacia mí, de inmediato, una gran sonrisa apareció en su rostro.

—Buenos días, sexy señor Reed —dijo en voz baja— ¿Cómo has dormido?

—Muy bien porque te tengo a mi lado, por supuesto...Nadie más que yo puede tener el placer te contemplarte durmiendo en tan solo ropa interior ¿No lo crees?

—Está claro que es así...—se acomodó hasta subirse en mi regazo, acción que me sorprendió. Nuestras intimidades rozaron, excitándome de repente. Me vi obligado a morderme el labio, evitando soltar un gemido—¿Te gusta?

—Te amo tanto, joder, tanto, tanto...—susurré en su oído al mismo tiempo que comenzaba a aumentar el ritmo. Ver su cara de placer era excitante.

—Ah...Te amo tanto —confesó mordiéndose el labio y clavando sus uñas en mi espalda. El placer que estábamos sintiendo era enorme. Ella cerró los ojos, disfrutando de la sensación.

Winter

De nuevo, tener un momento a solas con Devan de este tipo era completamente distinto a la primera vez, puesto que nos encontrábamos un poco nerviosos y llenos de expectativas. A pesar de todo lo que sentimos, fue un momento que no voy a olvidar nunca.

—Avísame si quieres que pare —anunció y yo me limité a asentir. Sus manos jugueteaban entre mis piernas y los nervios se me estaban poniendo de punta. Después de ello, sus manos subieron hasta mis senos y apretó uno de ellos sobre mi ropa. Gemí bajo y me mordí el labio por el placer que sentía—Eres muy bonita, de hecho, la mujer más perfecta que he tenido el honor de ver.

Asentí concentrándome en la magnífica sensación que me estaba dando. De pronto se deshizo de mi chaqueta y la tiró por algún lugar de la habitación, dándome a entender que las cosas aumentarían un poco de nivel en los siguientes minutos. Primero, dirigió su vista a mi blusa y tomó los botones entre sus delicados dedos y después, me vio directamente a los ojos pidiéndome que el diera permiso para hacer lo que él quisiera.

—Haz lo que quieras, Devan, no me lo preguntes siquiera —murmuré con la respiración entrecortada. Me estaba volviendo loca a casa segundo que pasaba y todo se debía a la situación que estaba viviendo—Te estoy dando esa llave ¿La usarás o vas a desperdiciar tu oportunidad?

—Está claro que voy a usarla ¿No es cierto? —Susurró antes que comenzara a desabrochar mi blusa con suma rapidez para de igual manera, tirarla por un rincón de la habitación. Durante unos cuantos segundos, su mirada se centró en mis pechos y mi brasier. Me avergoncé muchísimo al notar la forma en que me veía.

¿Cómo es que acababa de llegar a este tipo de situación tan para mayores de edad? ¿Desde cuándo amo a un hombre lo suficiente para llegar a tener este tipo de intimidad con él? Bueno, quizá Devan Reed se ha ganado toda la confianza que ahora le he entregado para que haga conmigo lo que quisiera.

Sin perder tiempo, desabrochó el brasier y se llevó uno de mis senos a su boca, donde empezó a estimularlo con ayuda de ello. Dios mío, esta es la razón por la que casi todo el mundo ama el sexo.

—¿Te gusta, Winter? —Preguntó en voz baja en el mismo instante que hizo que me recostara en la cama y él, lentamente, sacó mi falda y mis medias. Ahora ya me encontraba desnuda por completo frente a sus ojos y eso me gustaba, mucho.

—Sí, me gusta mucho...Por favor, no te detengas —Sus manos recorrían cada centímetro de mi piel, amenazándome con llevarme a un orgasmo que no iba a poder olvidar. Sus dedos jugaron con mis pezones, dando pequeños pellizcos y besos delicados y dulces. Sin que me diese cuenta, rozó mi coño y comenzó a introducir uno de sus dedos con cautela.

—Por favor, Winter mi amor, si te duele, solo debes decirme y yo dejaré de hacer lo que esté haciendo.

—¡Me encanta todo lo que haces conmigo, maldita sea! —Solté en voz alta para que no volviese a preguntarme—Aunque, gracias por preocuparte por mi bienestar. Te lo agradezco mucho, dulzura.

—Ay, cielo, eres la mujer más preciosa que he conocido —dijo todo esto sin dejar de tocarme. Estaba segura que iba a fundirme en una nube de placer que desconocía por mi inexperiencia, pero, que iba a terminar amando con locura al final del día.

—¡Ah, joder! —Tomé una almohada buscando callar un poco mis gemidos. Sus dedos hacían un maravilloso trabajo follando mi coño y yo ni siquiera sabía el placer que el sexo podía otorgarle a un ser humano—Ah, por favor Devan, no pares...

—No pienso detenerme, mi cielo —sin dejar de lado las embestidas, me besó y fue el beso más apasionado y sucio que he tenido en mi vida entera. Un poco tímida, acaricié sus fuertes brazos y estuve a punto de confesarle mis más grandes fantasías—Eres tan bonita, vida mía...Tan bonita y solo mía.

Ya estaba bastante cerca de mi orgasmo. Mis manos divagaron por su sexy pecho y me atreví a verlo a los ojos. Devan Reed era el hombre más guapo que he visto nunca y es solo mío—Por favor Devan, fóllame...

—¿Crees estar lista, vida mía? —Cuestionó lamiendo mi cuello, excitándome incluso más. Lo vi rogándole con la mirada que diera el siguiente paso y pusiera su pene dentro de mi coño y me hiciese delirar.

—Lo estoy, Dev, así que hazlo por favor —suspiré prácticamente desesperada. A este punto el placer ya era muy grande y mi coño solo buscaba ser follado por él.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.