Saturno.

Epílogo.

Devan

—Vida mía, te amo cómo no tienes idea —se acurrucó en mis brazos y no fui capaz de evitar que una gran sonrisa apareciera en mi rostro.

—Devan, sabes que siempre me he preguntado por qué me llamas vida mía...

—Es porque eres mi vida entera. Eres mi vida, Winter Howland y si algún día llegas a irte de mi lado, juro que sentiré que todo se ha acabado. Te llevarás mi alma si me dejas.

—No pienso dejarte nunca, dulzura. No pienso irme de Saturno nunca.

Winter Howland aseguró que no planeaba dejar ese mundo que creamos para vivir nuestro romance nunca, aseguró que nunca iba a apartarse de mi lado. Ella cumplió con su promesa, ella quería todo lo que yo quería, pero, la vida no nos dio esa oportunidad y eso es lo que me ha traído hasta donde hoy estoy.

Hoy, sin ti y sintiendo tu ausencia todos los días de mi vida. Recordando la primera vez que nuestros labios se tocaron, la primera cena que compartimos, cuando fuimos al planetario, la ocasión en la que trazaste todo el mapa de nuestro Saturno con tus propias manos, cuando preparábamos un pastel de chocolate y conversamos sobre los apodos tiernos que nos encantaría usar desde ese momento, tu fiesta de cumpleaños, la primera vez que mis manos tuvieron el placer de recorrer tu cuerpo desnudo, la vez que me convertí en tu crimen favorito, cada una de las horas en que ambos invertimos en el libro que tanto éxito tuvo después. Lo parte más especial de nuestra historia es el bonito planeta que creamos para enamorarnos. Aunque, hoy en Saturno vive todo aquello que nunca tuvimos. En Saturno viven los planes fallidos, nuestra oportunidad de vivir juntos, de crear una familia, de contraer matrimonio y de continuar adorándonos por el resto de nuestras vidas. Ahora vives en Saturno, dentro de mis memorias y temo que yo ya no soy capaz de acompañarte.

En tu memoria, decidí crear una fundación que brindaría apoyo emocional a todos aquellos que han perdido a alguien especial debido a un accidente, tal y como yo te he perdido a ti.

—Papi ¿Por qué se murió la mujer bonita? —La voz de Holly me sacó de mis pensamientos por completo mientras dejábamos flores en la tumba del amor de mi vida.

—Holly, la mujer bonita es tu madre y se llama Winter. Ella falleció por un accidente automovilístico —acaricié su cabeza y observé a Zoe. Para tenerlas había buscado a una mujer que las tuviera por mí, y yo me encargaría de criarlas. Ella fue como una madre sustituta.

Holly y Zoe tienen cinco años y escogí esos nombres para ellas por dos razones muy simples: Holly era algo sagrado y Zoe significaba vida, las dos cosas que mi cielo era para mí. Decidí continuar con todos esos planes que tenía junto con Winter a pesar que, ella ya no se encontrara aquí. Han pasado siete años desde que la perdí y nunca fui capaz de superar su muerte hasta el sol de hoy.

—Pobrecita...—Zoe sollozó bajo.

—Sí, ella sufrió mucho al igual que yo —un nudo en mi garganta se formó y estaba listo para llorar sin fin al tan solo recordar un par de cosas.

—¿La querías mucho, papi?

—La amaba, la amo todavía —respondí en voz baja—Winter era una mujer muy hermosa y una buena persona, el amor de mi vida...

Dejé las flores en la tumba y le di una leve caricia.

—No sabes cuánto deseo que estuvieras aquí, besándome y haciendo bromas sobre mi pasado. Cuánto deseo qué estés conmigo mientras seguimos soñando y amándonos en Saturno —pensé sin dejar de llorar.

—¿Iremos a casa de la abuela? —Zoe interrogó feliz.

—Sí, ya nos vamos, niñas —las tomé a ambas de la mano y continuamos caminando hasta llegar al auto, en donde las acomodé perfectamente.

Winter Howland espero que donde quiera que estés, puedas presenciar que yo sí cumplí mi promesa. Que yo continué con todos nuestros planes, aunque, tú ya no estuvieras a mi lado y no he sido capaz de amar a alguien más que no seas tú porque no amaré a nadie que no seas tú. No hay nadie ni nada después de ti.

Siempre serás mi hogar, siempre nuestro hogar será en Saturno. Y mi amor por ti nunca abandonó el lugar que lo vio crecer.

En Saturno vive todo aquello que nunca tuvimos y todo aquello que sí pudimos tener. En Saturno vives tú, abrazándome por las noches mientras me recuerdas que soy la suficiente fuerte para soportar el invierno y que Saturno también lo es.

 




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