Saturno (ten cuidado con lo que deseas)

La Gran Batalla

CAPÍTULO 4

La gran batalla.

Despierto y me siento vacía, no está a mi lado la personita que todos los días me despertaba con su “mami tengo hambre”, no sé si es por la soledad o por el lugar donde estoy, pero el tiempo pasa demasiado lento, se me hace un nudo en la garganta, mis lagrimas salen, pero a estas alturas, de nada sirve llorar.

Un destello de claridad se refleja en la puerta, es señal de que amaneció, el frio se sentía demasiado, creo que no será fácil acostumbrarme a este lugar, tanto que deseaba conocer a Saturno, que irónica la vida.

Nos llamaron y después de desayunar nos dijeron que sigamos a Icarus, creo que nos llevaran a ver la batalla de la que hablaban ese hombre la noche anterior, poco a poco nos adaptábamos a este lugar, ya no sentía tanto frio, y el aire se sentía menos pesado a pesar de estar a millones de kilómetros, creo que esto de adapta a nuestro entorno, solo que el Sol no se refleja y siempre se ve el cielo gris, voy a extrañar ver el cielo azul.

—Crees que sean tan feas esas batallas. —Me hablo Astrid, siempre tan inoportuna, estaba concentrada en mis pensamientos.

—No lo sé, lo único que quiero es que pase el tiempo, me urge irme de aquí.

—Como no tengo a nadie a mí me da prácticamente igual, disfruto estar aquí.

Avanzamos y llegamos a un campo bastante grande, se notaba un poco de pasto, caminamos un poco más y puedo ver que el sol se podía ver muy lejos, como se refleja una estrella lejana en la Tierra, pero estaba más claro aquí que donde se encuentra el castillo.

Al llegar al borde de un acantilado, se veía Saturno, era completamente hermoso, sus anillos rozaban a Titán, sentía que si me estiraba lo podía tocar, era enorme no me cabía la emoción en mi corazón, estaba ahí, en mi mente me repetía “Lo logre papá”, aunque no de la manera que me lo imaginaba, pero lo logre.

—Este es su hogar, desde ahora deberán acostumbrarse, así que, cierren esa boca, esto es la vida fuera de su planeta aburrido. —Icarus nos grita volviendo a la realidad.

Volvemos a concentrarnos y estaban muchos guerreros en el campo, allí frente estaba Nereus, podía ver sus ojos azules, mirando fijamente hacia el horizonte.

—Vivir aquí no creo que sea tan aburrido, aprenderemos a pelear. —Astrid me saco d mis pensamientos.

—Asi es, como quisiera que una persona al cual le encantaba los planetas me acompañe, aunque no es posible.

—Capaz y nos dejan traer a alguien más después.

—Eso es imposible, mi padre murió. —Astrid se queda en silencio, luego se disculpa.

—Lo siento, pero no estás sola, me tienes a mí, sé que no es lo mismo, pero me tienes aquí, puedo ser tu amiga, tu compañera. —Quise ignorarla, pero en realidad no me había sentido así desde la muerte de mi padre, él siempre me consentía hasta después de casarme, para él siempre era su niña adorada.

—Gracias. —Comente sin agregar nada más.

Después de esta vista y de reflexionar un poco se escuchó muchos gritos, ellos se prepararon y empezaron a acercarse unos seres bastante aterradores, eran de color negro de una apariencia delgada alargada como de dos metros y no se le veían los ojos a simple vista.

Nereus hace la señal y todos corren hacia ellos, eran una batalla como de película, luchaban con todo, yo nunca tendré ese valor de hacer eso, el miedo nos inundó a todos, los de nuestro lado iban ganando hasta que uno de los chicos que estaban ahí grito de miedo, y uno de esos seres nos descubrió y se dirigió hacia nosotros, todos empezamos a correr como locos, pero algo me decía que si corríamos era peor, muchas de esas cosas nos seguían poco a poco mis compañeros iban desapareciendo, Astrid y yo estábamos juntas, hasta que una de esas cosas se para frente a nosotras, el miedo se apoderó de mí, no me movía y Astrid tampoco, se notaba que eran ciegos, le hice una señal a ella de que no respire, capaz y no nos detecta y así fue.

—Estas cosas son ciegas, se guían por el sonido.

—Si cállate, solo no hables más y muévete despacio.

—Están acabando con nosotros, debemos hacer algo. —Astrid tenía razón, pero ¿Que podíamos hacer?, solo demasiado débiles.

—No hemos entrenado aún que piensas hacer mejor cierra la boca.

—Illianis, se algo de defensa personal, si nos ayudamos podemos vencerlo, mira, hay dos espadas, toma y hagamos lo que se pueda, pero no moriremos sin intentarlo. —Me quedé sorprendida, siempre pensé que seria de esas que se solo se quejan y nada más.

Astrid persiguió a uno de ellos que trató de atacarla, ellos solo luchan con sus manos, que eran alargadas y sus uñas muy afiladas, trató de cortarle la cabeza, pero no podía, está sería la primera vez que ataque a algo, mire la espada la tomé con mis manos y corrí para ayudarla, no sé cómo lo hice, pero de un salto le corte la cabeza a esa cosa, Astrid solo sonríe.

—Si se pudo amiga, vamos a ayudar a los demás.

Veíamos como quedábamos poco alrededor de nosotras, unos se quedaban inmóviles, otros estaban muertos incluido el chico que se puso a gritar, lo mire y se me reflejo mi hermano.

Otros estaban heridos, no quería que esto siga sucediendo, así que buscamos a más de esas cosas. Así fue como empezamos a atacar a los más pequeños, con mucha dificultad, era bastante sencillo porque eran ciegos, pero justamente aparece uno el doble de grande, me tomó por el cuello y me acercó a él, sentía que sería el fin cuando lo único que vi fue que su cabeza fue cortada y su cuerpo perdía estabilidad, esto me dolería, caí al suelo y su mano iba aplastarme, pero algo intervino y la corto.




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