Prologo.

—¿Como puede ser esto posible? —Hay confusión en la profunda mirada que me regala antes de colapsar.

Me dedico a observar cómo camina de un lado al otro en la habitación mientras se pasa con desesperación sus manos por su rostro como si eso fuera ayudarlo a resolver el problema al que nos enfrentamos.

—¿Quieres que te explique cómo es que las mujeres se embarazan? —Mi paciencia es poca así que me es difícil no responder sarcásticamente ante las preguntas que parecen atormentar al pelinegro frente a mi.

—Sabes que no me refiero a eso —Se detiene para regalarme una mirada fría como si yo tuviera la culpa de todo esto.

Algo que claramente ambos sabíamos que era responsabilidad de ambos.

—Entonces, ¿a qué te refieres? —Trato de ser lo mas comprensible que puedo, por que es una idea bastante difícil de asimilar, no solo para mi sino para el también.

—¿Cómo es que dejamos que pasara algo así? —El tono de voz que empieza a adquirir me inquieta por completo —¿Que esperas que hagamos? —Empieza con las preguntas con un tono bastante frío y distante —¿Quieres que hagamos pública nuestro amorío, demos a conocer tu embarazo y que por arte de magia nos casemos? —No soy consciente de lo que he hecho hasta que veo la mirada furiosa del pelinegro frente a mi.

Su mejilla roja y mi mano dolorida me dan la respuesta a mis acciones.

Le he pegado, es lo que he hecho y verdaderamente no es algo de lo que me arrepienta.

No con todo lo que ha salido de su boca.

—No te pedí que hicieras nada de lo que acabas de decir —Mi tolerancia se ha ido por lo suelo siendo reemplazada por ira —Solo queria que me ayudaras en esto —Señala entre nosotros para dejar en claro mi punto —En algo que nos concertaba a ambos.

—Min-young —Intenta hablar pero no se lo permito.

Ya no mas a perdido su oportunidad para hacerlo.

—Pero si lo único que piensas es que me embarace para conseguir un poco de fama, estás equivocado —No tengo intenciones de quedarme mas aquí, así que tomo mis cosas lista para salir de una maldita vez de este maldito lugar —De ahora en adelante has como si nunca me hubieras conocido, yo haré lo mismo —Es lo último que digo antes de salir del lugar.

Derramando un par de lagrimas tan solo salir del lugar.

Con un bebé en camino y el corazón destrozado...