Saving Contract

III. La broma

La vida escolar dentro de una novela no distaba mucho de la vida escolar que llevaba en su mundo. Entre tediosas clases de teoría, práctica con objetos encantados y sesiones de estudio, se podría decir que se estaba acoplando bastante bien. Si no fuera por las bromas pesadas que forzosamente tenía que jugarle al protagonista, y el molesto detalle de su familia… Tara diría que Axel tenía una vida que ella podría disfrutar.

Uno de esos instantes que disfrutaba era, sin ninguna duda, las clases de deporte.
La academia Westbrook contaba con maestros especializados en combate y resistencia física. En tanto entró por primera vez al campo, encontrándose con el entrenador “Walton”; quien le prometió que “iba a lamentar esos días que estuvo faltando”. Tara había decidido tomarlo como un reto. Después de todo, la primera prueba no era ni más ni menos que una carrera de obstáculos.

Subir y bajar cuerdas, saltar entre llantas, escalar y burlar maniquíes encantados… sus nuevas piernas tenían una resistencia que le venía de maravilla. De no ser por el dolor de espalda y brazos, el movimiento le habría sentado muy bien para destensarse, aunque fuera un segundo del lío dentro de su cabeza. Esa era otra de las cosas que adoraba del deporte y el ejercicio en general: la monotonía que le permitía poner en orden sus pensamientos, o que le obligaba a concentrarse en el “ahora”.

Corrió hacia el fuerte que había por escalar, haciendo acopio de sus propios pensamientos.

Recordaba haber hecho un trato, y recordaba que había sido con un demonio, pero… ¿de qué se trataba? ¿Qué era lo que buscaba a cambio?           
Un escalofrío recorrió su espina dorsal en tanto un vago recuerdo apareció en su cabeza.

Agua.
Gritos.

Muchos gritos.

-¡¿Qué estás haciendo?! - Aquella pregunta la sacó de su ensimismamiento. Se había quedado quieto, obstruyendo el paso en el fuerte a varios de sus compañeros, quienes trataban de continuar. No había notado lo mucho que estaba aferrándose a las manijas del fuerte sino hasta ese momento, en que los dedos le temblaban y sudaban por el esfuerzo.

-Lo siento - Atinó a decir, continuando la prueba con la mayor concentración que podía prestar. El resto de pruebas no tendría por qué ser problema, o al menos eso le dio por pensar cuando escuchó de nueva cuenta aquella voz chillona colándose entre sus pensamientos.

<<Esto déjamelo a mí>>      
Ocurría algo muy curioso cuando su cuerpo era controlado por Eris, era como un mudo espectador, pero todo lo vivía a flor de piel. Era fascinante, como flotar en un sueño. Y también jodidamente horrible.
No comprendió el por qué de la repentina intromisión de aquel espíritu sino hasta que su mano tomó una de las espadas de madera que estaban ahí dispuestas para la última etapa de la carrera; cuando, ni bien la tomó, un grupo de maniquíes la rodearon.

Tara era buena jugando Hockey, también sabía algo de patinaje, natación y fútbol. Sólo que eso distaba mucho de lo que era un verdadero combate de lucha. Las disciplinas eran muy diferentes en sus técnicas. De modo que ahí estaba siendo controlada por Eris, su cuerpo se movía en ataques impecables y pasos agraciados. Se deshizo de uno, dos, tres maniquíes. En tanto un cuarto y quinto le cerraron el paso, de un salto los derribó.

<<Toma nota>> Tardó un par de segundos recuperar el aire en tanto fue liberada del control de Eris. Prestando especial atención a la voz de su cabeza mientras algunos de sus compañeros vitoreaban su hazaña. <<No siempre voy a estar para salvarte, vas a tener que aprender tú>>.

Asintió involuntariamente, teniendo que fingir secarse con su camisa para disimular tal gesto. El cuerpo tiene memoria, era lo que siempre pensaba cuando se trataba del ejercicio. Pero Tara pensaba en aquellos movimientos, en la manera de saltar, de nivelar la fuerza.

¿Cómo se suponía que fuera a aprender eso sin delatarse en frente de alguien más?

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el brusco golpe de alguien en el hombro. Alzó la vista, encontrándose con el entrenador. —Tienes potencial, muchacho —Hizo por sonreír ante el comentario, pero entonces el adulto continuó —No lo desperdicies de la manera en que lo hace tu padre.

Se tensó ni bien comprendió la mención. El entrenador Walton se limitó a seguir dando órdenes a los compañeros que aún no terminaban la carrera. Supuso que el docente confundiría su reacción con estar simplemente a la defensiva. Esperaba que así fuera, ya que él era completamente ajeno a "su padre" si es que se le podía llamar así.

La madre de Axel le había tenido producto de una infidelidad. Por lo que no tenía los poderes de la familia Ivanov, era por ello que su padrastro lo odiaba. Y, suponía, también era la razón por la que Axel se esforzaba por seguir todas sus órdenes.

Si el entrenador se refería a Bladimir, lo más probable era que Axel ya estuviera metido en lo que fuera que el adulto le pidiera. Y si no se refería a él… ¿tendría un padre peor a su padrastro?

Un segundo golpe en el hombro interrumpió de nuevo su hilo de pensamientos. “¿A caso los hombres no se pueden saludar de otra manera?” Pensaba cuando Cameron pasó su brazo por sus hombros. - “Qué potencial, muchacho” - Axel torció los ojos, suponiendo que esa era la expresión que se esperaría, antes que pudiera hacer un movimiento para apartar al otro de sí, este añadió - Oye, los chicos y yo estábamos pensando… Ian encontró algo…




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