Saving Contract

IV. La nota

La voz de Eris no paraba de resonar en su cabeza a medida en que pasaban los minutos dentro del gimnasio. Todos los demás se habían aburrido de esperar; lo que había comenzado con risas y bromas que bordeaban expectación, se había tornado en quejas e impaciencia con el paso de la primera media hora. La hora clase estaba a punto de terminar, y tanto Ian como Mark y Tyler se habían puesto a fumar en una esquina, con expresión aburrida. Axel se quedó junto a Anthony y Gabe, jugando distraídamente a las cartas en lo que esperaban a que Cameron soltara su nintendo switch y se los prestara.

Hacía tiempo que Axel dejó de cuestionarse qué avances tecnológicos de ese mundo estaban empatados con los de su verdadero mundo. Anthony soltó un sonido de inconformidad al ver que Gabe volvía a ganar en las cartas, lanzando su mazo al suelo, preguntó - ¿Seguro que ese idiota se creyó tu actuación, Axel? Ya casi es la maldita hora.

Él se encogió de hombros en un ademán desinteresado, tomando las cartas para volver a mezclarlas. - Ya te dije que sí. No tengo idea de por qué no llegó.

-Quizá tu letra no fue lo suficientemente convincente - Axel pensaba que Ian no estaba prestándoles atención hasta ese punto, soltando aquel comentario mordaz y viendo con el ceño fruncido a Anthony. En cuando éste parecía querer contraatacar, Cameron añadió sin apartar la vista de la pantalla - Ya, no fue culpa de nadie, quizá veía venir la trampa. Ya tendremos otra oportunidad después.

Anthony gruñó, guardando sus cosas. - Eso espero. Qué pérdida de tiempo.

Axel desvió la mirada, todos los demás no estaban más entusiasmados tampoco. Con el ánimo por los suelos y comentarios pasivo agresivos, fueron saliendo sigilosamente del gimnasio. Se tomó su tiempo para recoger las cartas y terminar de recoger sus cosas, sus movimientos, desde que había entregado el citatorio, evitaban la cuenta regresiva que estaba siempre a su lado, recordándole la misión que acababa de sabotear. Los números llegaron a cero una vez quedó solo en el gimnasio, con un chillido tan fuerte, que Axel agradeció estar solo, pues el terrible sonido lo hizo encogerse y cubrirse los oídos.

[Estado de la misión: Fallida. Iniciando protocolo de castigo]
“¿Castigo?” Tragó saliva con nerviosismo, si pensó que el chillido en sus oídos había sido insoportable, no había experimentado aun lo que seguía. En medio de aquella quietud y silencio en el gimnasio, sintió como si una corriente eléctrica le hubiera atravesado  el cuerpo entero. Cayó de rodillas, soltando pequeños espasmos que agitaban su pecho.

<<300 puntos han sido restados de tu puntuación >> Sobre su cabeza, Eris lo observaba resuelta. <<¿Satisfecha con los resultados?>>

Desde el suelo, apenas podía respirar con dificultad. —¿Será así cada vez que falle una misión?

—No necesariamente — Admitió ella. —Va a depender de la puntuación que pierdas, y de las habilidades que desbloquee. Sólo recuerda que en cualquier momento comenzarán los hechos de la novela original y necesitas los puntos y las habilidades para ese momento.

—¿los hechos de…? — Quería preguntar más al respecto, pero la espíritu hizo un ademán para que guardara silencio, señalándole la puerta del gimnasio. Lo siguiente que dijo Eris fue en su cabeza.

<<Hablaremos después, alguien te está esperando>>

Él suspiró, sus movimientos luego del castigo eran más limitados al momento de tomar su mochila. Una vez que estuvo frente a la puerta asomó la cabeza, recordando que había que salir de ahí con cautela, viendo únicamente a Ian ahí, esperándolo. Al llegar a su altura, el pelinegro le mostró el candado del gimnasio. - Hay que dejar la menor evidencia posible. - Le había dicho casualmente, antes de reparar en las expresiones de Axel. - ¿Estás bien? Parece que alguien te lanzó de un segundo piso.

—Jaja — Balbuceó él de mala gana. Acomodando su mochila sobre su regazo con cuidado respondió — Podría estar mejor, gracias por esperarme, aunque fuera para cerrar.

El otro hizo una mueca para restarle importancia — ¿Van a pasar por ti?

Se encogió de hombros, la cabeza le palpitaba por lo que acababa de pasar y las quejas de los demás chicos. Frotó sus sienes con los dedos. - Sí, lo  bueno de todo es que mis padres no están, ya es un peso menos. - Le vio asentir con un gesto de comprensión. Seguía sin saber qué tanto sabría el contrario, pero era reconfortante poder externar al menos un poco de lo que sucedía, de lo mucho que repudiaba su situación. Ian fue cerrando el gimnasio. - Iré contigo, sólo revisa que no haya nadie vigilando.

Asintió, dándole la espalda para corroborar que nadie estuviera al rededor. No creía, después de todo, a ese punto el gimnasio quedaba lo suficientemente retirado del resto de salones y las salas comunes que acostumbraban los estudiantes. Sus pupilas se encogieron en sorpresa, no se esperaba chocar miradas con nadie, menos, de todas las personas que podrían estar ahí, con Abel Girard. No cuando le dijo en la nota de la manera más expresa posible que no se apareciera ahí.

Abel los miraba fijamente, el rastro de miedo que había percibido en sus encuentros anteriores se mermaba por la distancia que los separaba. Y el contacto visual era tan denso, que Axel tuvo que parpadear varias veces para romperlo, escuchando entonces el chasquido del candado al cerrarse. Tomó la muñeca de Ian, tirando de él en dirección contraria. - Vámonos - Bramó, evitando a toda costa volver a mirar hacia atrás.




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