Saving Contract

XV. La habitación

Del otro lado del espejo, la oscuridad lo envolvió. No fue por mucho tiempo, pues detrás de él, una figura alta conocida cruzó también, y gracias a Dios, Ian llevaba consigo su vela.

Siendo de esa manera, inspeccionó la habitación, ésta era muy distinta al salón de atrás. Tan sucia, llena de telarañas que no eran falsas, montículos de polvo acumulado en el suelo y los muebles que los rodeaban.

Por no hablar de un detalle extra.

Estaba llena de espejos.

Axel inclinó su vela junto a la del otro para encenderla, mientras él veía a su alrededor - ¿Dónde se supone que estamos ahora? - La pregunta era más bien retórica, viendo al pelirrojo buscar entre los rincones a la sombra, Abel no esperaba que tratara de responder; aun así, Axel buscó en su pantalón, maldiciendo.

-El mapa se quedó atrás - Axel informó. - Junto con el resto de mis cosas…

Entonces el suspiro que resonó fue mutuo. Se volteó, tal como esperaba; entre todos los espejos, el que usaron para entrar ya no estaba. - Cameron se quedó ahí.

Abel se volteó sólo para corroborarlo, por su parte, la maldición que soltó fue sólo mental. - Creo que los espejos son portales… - Balbuceó - Así salimos de las habitaciones anteriores…

Axel pasó su mano por el vidrio, sin éxito. Se volvió, intentando lo mismo con uno diferente. A metros de distancia, su compañero hacía lo propio. - Quizá sólo hay uno en específico, o en este caso funcione una cosa distinta…

Abel frunció el ceño, de todas las personas con las que podría estar atrapado en una casa embrujada, en un cuarto oscuro, Axel Ivanov no era ni la primera ni la última de sus opciones. Menos si consideraba que ni siquiera debía actuar como él mismo. Su hilo de pensamientos se vio interrumpido cuando, al reflejarse en uno de los espejos un destello cruzó todo el cristal.

Entonces la habitación cambió.

- ¿Qué pas…? - La pregunta quedó a medias por el repentino cambio, de hecho, Axel conocía el lugar en el que estaban ahora. Era un salón de clases de Westbrook. - ¿Ian? - De estar inclinado para sostener uno de los espejos ahora estaba en cuclillas en ese salón iluminado. Al levantarse se percató que lo que pensó eran estudiantes en un principio en realidad eran meras siluetas con forma humanoide… siluetas que susurraban.

“Es un rarito”

“Creo que va a empezar a llorar”

“Perdedor”

Frunció el ceño, pronto los murmullos se volvieron imposibles de descifrar. La multitud de siluetas sin rostro se fueron acercando hasta cerrarle el paso. Retrocedió, evitando chocar con ellas, ¿qué pasaría si alguna lo tocaba? Pero, por más que trataba de ver encima de ellas, no podía encontrar al más alto. Dejó escapar un gruñido, los imperceptibles murmullos subían su volumen al acercarse más y más.

¿Qué era todo esto? En tanto fue consciente de lo que sucedía, Abel salió del salón, retrocediendo. Aún así, al poner un pie en el pasillo una de las sombras lo empujó con tal fuerza que acabó en el suelo. Acto que sólo fue seguido de risas.

Esas malditas risas sin cara.

Una silueta se posó enfrente, haciéndolo chocar con la pared de una patada, su voz era un conjunto de murmullos distorsionados - ¿Te perdiste?

Abel tragó saliva, tuvo que recordarse a sí mismo la situación en la que se encontraba, y que sólo se trataba de un espejismo. Pero entonces, ¿por qué el estómago se le encogía a medida en que las estúpidas risas no se callaban? Se levantó en medio de murmullos que, aunque no entendía sabía que eran de burla. < < Son tus miedos > > No tenía que escucharlo de él para saberlo. Pero no por ello pudo suprimir su gruñido de frustración cuando, al tratar de alejarse de la multitud una de las sombras lo tomó de la camiseta y lo regresó al suelo violentamente.

“¿Quieres llorar?”

“¿Cuántos años tienes?”

“¿No nos estamos divirtiendo?”

No importaba cuántas veces se levantara, alguna de las sombras lo llevaba al mismo lugar por la fuerza. Estaba temblando, y no sabía si era por la rabia, el esfuerzo que suponía cada intento de alejarse o el miedo que se negaba a aceptar.

“¿Quieres llorar?”

“¿Quieres llorar?”

“¿Quieres llorar?”

“¿Quieres llorar?”

La voz dentro de su cabeza sonaba dispersa en medio de las que lo rodeaban. Tan insistentes y penetrantes, tan difíciles de ponerles un rostro y a la vez tan familiares. ¿Cuándo fue la última vez que pasó por esto? ¿Cuándo sería la próxima vez? La sombra frente a él lo levantó del suelo tomándolo por el cuello de la camisa, sus ojos buscaron el lugar donde se suponía debería estar la cara de su contrincante para hacerle frente. Una vez más, podía sentir la electricidad paseándose por su cuerpo pero debía recordarse dónde estaba. Había estado entrenando junto a esa voz, más no pudo evitar encogerse y cerrar los ojos al reconocer en los movimientos de la silueta el inminente puñetazo que recibiría, preguntándose si siquiera podría utilizar sus poderes para defenderse esta vez.

Pero el golpe… nunca llegó.

Al mirar de nuevo, la sombra estaba disolviéndose. En donde estaría su pecho, una flecha negra la atravesaba. De la que siguieron más para disolver a los falsos espectadores.

Axel sonrió al llegar hasta Ian, sin comprender la cara pasmada le extendió la mano. - ¿Todo bien, Cassidy? Parece que viste un fantasma…

Su broma habría resultado más satisfactoria de no ser porque esas malditas sombras volvieron a formarse. Sería más sencillo si Ian usara su hielo, pero al juzgar la reacción de su parte optó por dejarlo pasar. - ¡Eris! - Más flechas se formaron dentro del arco que sostenía, con las que volvió a dispersarlas.

Abel sólo lo miraba, el pelirrojo lo había tomado de la muñeca para jalarlo y avanzar. Habrían corrido por unos metros hasta que una silueta los empujó escaleras abajo. El ruido sordo del golpe fue seguido de más risas y una maldición de parte de Axel.

- ¡¿De dónde vienen tantas?!




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.