A la una de la tarde del domingo, me despierto agotado. Cojo el móvil, espero noticias de Denis. Sé que lo puse en un compromiso... y no se rindió a mi súplica, sin embargo, y sin saber por qué, prometió ayudarme. Tengo confianza en que lo hará y en que no accedió solamente para que lo dejara en paz...
Mi diabólico plan ya está en marcha. Descifrar es lo único que necesito para saber qué camino he de tomar.
Enciendo el portátil, tengo dos nuevos correos de dos buenos amigos de Nueva York. Les respondo y les prometo una pronta visita. Navego por internet y cierro el ordenador poco después... ¿Me llamará Denis? Guardo el portátil y me tumbo, sin mucho que hacer.
Cuando vibra el iPhone, me caigo rodando de la cama y contesto sin responder, como él me dijo. Me froto la rodilla magullada.
—Alan ha llamado —oigo decir a Denis—, pregunta si vas a comer con él.
—Dile que hoy estaré ocupado... —carraspea Jungkook—. Y además es domingo. He venido por lo que tú y yo sabemos. Explícaselo.
—Puedes hacerlo tú mismo.
¿Un golpe? ¿A qué habrá ido?
—Te he dicho mil veces que no me gustan las cosas así. —La advertencia de Jungkook suena enfadada—. No quiero sorpresas, yo decido cuándo y dónde veo a la gente.
«Muy bien.»
—Entonces —insiste su amigo—, ¿qué hago con él?
—Vete a la mierda, Denis.
—Estás muy nervioso desde ayer —objeta—. ¿Me quieres contar algo?
«Habla de mí, por favor.»
—Hazlo pasar, Denis.
—Quiero preguntarte una cosa.
—No —sentencia y se oye sonido de papeles—, no quiero hablar de Jimin. Él me quiere volver loco, se atreve a coquetear con otro en mi cara. ¡No quiero que me lo recuerdes! Y dile a Alan que entre.
No, mierda, no. Si echa a Denis, éste se lleva su teléfono y yo... ¡Maldita sea! Un momento... ¿coquetear?
—¿Puedo entrar? —Es Alan y sigo escuchando la conversación—. Jungkook, ¿qué ocurre?
—Estoy ocupado. ¿Qué necesitas?
Unos pasos y silencio. ¿Qué están haciendo? ¿Qué son esos leves ruidos que se oyen? Me curo la rodilla con agua oxigenada.
—Mírame a los ojos y siente cómo te acaricio —le implora Alan con voz acaramelada—. Tu rostro es suave, mis manos cálidas para ti, Jungkook... Mira mis labios y...
Él calla y yo me hundo, creyendo que... No, Jungkook protesta:
—Alan, basta.
—Es él, ¿verdad? —pregunta Alan con voz rota—. Ahora que somos amigos y ha sido tan difícil conseguirlo, no me apartes así.
—No quiero hablar de esto. Y hoy no podré comer contigo, lo siento.
—Odio esto, odio esto —protesta Alan con amargura—. Desde ayer estás frío y seco conmigo. No quieres hablar y eso es lo único que te pido. Jimin ha vuelto, pero no a tu vida, ni por ti.
¡Maldito! Me incorporo y me preparo un café, refreno mis instintos de ir hasta allí y gritarle que no interfiera en nuestra vida. ¡Que nos deje!
—No voy a decir más de lo que he dicho. Hoy no puedo comer contigo —zanja Jungkook, rotundo—. No es por él ni por ti, es por mí y se acabó.
—No es verdad, hemos pasado muchas horas juntos, hablando, y desde que lo viste, todo ha cambiado. Vi cómo se miraban, su forma de provocarte, y volverás a caer, lo sé y no lo soporto.
—No quiero recordarlo, me niego a que siga torturándome así y creo que no tengo que dar explicaciones a nadie.
¿Llora el muy cínico de Alan? Pero ¿qué los une? Me muerdo las uñas e imagino imágenes que me producen asco. Él tampoco lleva nuestra alianza, la cadena con el corazón no lo sé... Y la pulsera, quizá la manga larga no me dejó verla. ¡Jungkook, échalo!
—Alan, tú sabes qué sucede entre nosotros. ¡Yo no lo sé!
—Quiero que sepas una cosa, Jungkook. Antes me daba miedo confesarlo, pero ahora me siento presionado por esa vuelta y no voy a callarlo. Tienes que saber lo que has significado para mí en estos dos meses, cuando he obtenido por fin la amistad que tanto busqué.
—Alan...
—Quiero estar contigo, Jungkook, y quiero más.
—No puede haber más, lo siento.
¿Más de qué? ¿Y por qué no se oye nada? Se me cae la taza, se rompe y me hago un corte en el pie. Es inútil que me haga el fuerte frente a la situación. No sé si están juntos o de qué modo y eso me hace hervir por dentro... Dos meses ha dicho, ¿por qué volvió? Prometió no atormentarlo.
¡Me duele, joder!
Llamo al número sin importarme quién responda y me dice que está apagado o fuera de cobertura. ¡Estupendo! Y para colmo tengo que hacer de niñero en casa de Jin y Eric. Mi ánimo es odioso y me siento tan fastidiado que estoy a punto de rendirme.
—No lo toques, Jungkook —sollozo—. ¡No te atrevas!
Barro y friego el maldito suelo. Hago de tripas corazón y me arreglo para pasar una tarde en buena compañía. Scott me envía un mensaje recordándome que mañana tengo que ir al periódico local, donde me ha conseguido una entrevista de trabajo como ayudante de redacción.
Me preparo otro café bastante cargado, que bebo a trompicones comiéndome un bocata que no me sabe a nada y luego hago la cama, en la que parece que hayan dormido diez personas, de lo deshecha que está. Hace un calor agobiante y pienso que quizá no me venga mal ir un poco a la playa... Despejarme y desconectar. Conocer gente, no sé... Enciendo mi iPod y, mientras me martirizo con canciones que son nuestras, doblo la ropa que tengo tirada por toda la habitación. Me duele la cabeza por la resaca y encima Jungkook... Mi vida es un caos.
Me arreglo y salgo de casa.
«Maldito calor.»
—¡Aquí estoy! —exclamo cuando Jin me abre la puerta de su casa—. Siento el retraso, pero me he levantado tarde y mientras me duchaba y comía algo...
—Tranquilo, Jiminie, todo está bien.
—¡No lo está, Jin! —Me aferro a su mano y me señala con la cabeza hacia dentro, donde está Eric. Niego con la cabeza. No puedo—. Cuando tengas un rato libre, llámame, por favor. Necesito hablar con alguien y descargar toda la mierda que guardo dentro... Jin, ¿Jungkook está con Alan? ¿Se trata?