El delicioso olor a pollo me invita a despertarme. ¡Qué hambre! Me levanto con suavidad con miedo de que se me repita el malestar anterior; sin embargo, todo parece en orden. Jungkook no está. Paseo la vista por la habitación y deduzco que estará en la cocina.
Al bajar, lo veo de espaldas a mí, preparando la comida. Pollo con exquisitas verduras revueltas. Está concentrado en la labor o ensimismado... Son las dos de la tarde.
—Jungkook... ¿por qué no me has despertado?
Se toma su tiempo antes de volverse. Luego pasa la vista por cada centímetro de mi cuerpo, pero no dice nada.
—Jungkook, te he hecho una pregunta.
—¿Cómo estás? —Se me acerca ojeroso y con paso vacilante—. ¿Mejor?
—Sí. ¿Por qué me miras así?
Me arrincona contra la pared y me levanta el mentón.
—Te amo, Jimin, no sabes hasta qué punto.
—Lo sé, Jungkook —susurro, con el corazón galopando—. Si yo te amo infinito y tú más... me hago una idea.
Roza mis labios con los suyos suavemente. Yo respondo, pero entonces carraspea y, con voz ronca, me indica:
—Jimin, come. Tienes que alimentarte y cuidarte.
—Ya me cuidas tú, Jeon —contesto con acento seductor.
—No me provoques, hoy no. —Parece ofuscado y, contradictoriamente, atento. Odio esta sequedad en él—. Tengo que ir a trabajar, esta tarde no puedo faltar, y tú te vienes conmigo.
¿Qué?
—Yo no voy contigo. He faltado a mi trabajo porque tú, sin mi consentimiento, has hablado con Raquel. Ahora prefiero quedarme en casa con Tomy y esperar aquí tu vuelta.
—Vienes conmigo y, por favor, no empieces a cuestionar las cosas. Sé lo que hago. —Me sirve el almuerzo—. Toma, come.
Le arranco el plato de las manos con mala cara. Tengo otros planes, como mirar el resultado de la maldita prueba. Seguramente será negativa, de lo contrario hoy habría amanecido fatigado. Mi descontrolado período sin las píldoras funciona así.
Pero ésa no es mi única congoja, Jungkook está callado y absorto al otro lado de la mesa. No aparta la mirada de mí y leo incógnitas en ella.
—¿Tú no vas a comer?
—No.
—¿Estás de mal humor?
—No —responde y esboza una media sonrisa. Uf... qué guapo es el condenado—. No tengo apetito.
Su postura estirada me descoloca. Entonces recuerdo la llamada de Alan. ¿Teme que éste lleve a cabo alguna venganza? ¿Por eso quiere que vaya con él, para vigilarme? Como ansioso, a pequeños bocados, y cuando termino, me levanto y digo:
—Muy rico, Jeon. Voy al baño.
—Yo voy contigo —contesta con naturalidad—. Te ayudaré a arreglarte.
—Puedo solo.
—No me importa.
Esto es surrealista y me saca de quicio.
—¿Qué te pasa hoy, Jungkook?
—Que te quiero, cariño.
Decido ponerme un pantalón ceñidos y una camisa pegada al cuerpo, pero Jungkook niega con un dedo y me quita el pantalón de las manos.
—Este pantalón es muy ajustado.
—¿Y?
—Podrías lastimarte. —Boquiabierto, veo que va al armario y coge un conjunto de buzo elegante y suelto—. Éste está mejor.
—¿Me estás controlando la ropa?
—Jimin...
—No me adviertas, no me pienso poner esto —replico atónito—. Creía que ciertos temas ya estaban claros. Y no me mires con esa cara de ogro, porque no me importa.
—Esto no tiene nada que ver con que ciñas tu cuerpo un poco. —Se calla y yo también. Ninguno de los dos cedemos—. Por favor, estaré más tranquilo.
¿Tranquilo?
—Si me dices de qué va esto, quizá sí te complazca.
—¿Crees que voy a joder lo nuestro de nuevo? —Me coge la cara y sonríe—. Hoy soy yo el caprichoso y te lo estoy pidiendo por favor.
—Pues busca otros caprichos, porque éste no va conmigo.
Pero entonces, derribando la invisible barrera que se ha instalado entre nosotros, le cojo una mano y me rozo con ella como un gatito, buscando su calor.
—Hoy estás extraño, seco —le digo coqueto—. Déjame ayudarte a relajarte. —Le beso la comisura de los labios, bajando luego por la barbilla, el pecho, el vientre y entonces me inmoviliza jadeante—. No me detengas, Jeon. Deja que te pruebe.
—No habrá sexo —me advierte.
—Me estás enfadando. ¿No quieres hacerme el amor?
—No y vamos, tengo cosas que hacer.
—¿Me estás evitando?
—Te estoy cuidando y te repito, vamos.
—Jungkook —alza una ceja, descompuesto—, estoy bien.
—Lo sé —murmura, tragando saliva—. Sé que tu naturaleza es desobedecerme, pero dame una tregua por hoy, Jimin. Es importante para mí.
Entro en el cuarto de baño y él se dirige al cajón de su mesilla. Sé que está mal y lo espío a escondidas. Se toma las pastillas..., sin embargo, un detalle me llama la atención. Las mira fijamente antes de hacerlo. ¿Qué piensa? Después teclea en su móvil... ¿A quién llama?
Cierro y nervioso y cojo el neceser. Rezo sin saber por qué al buscar el Predictor y, cuando casi lo tengo, oigo los pasos de Jungkook y todo el contenido se me cae dentro del retrete.
—¡Mierda! —me maldigo. Me da asco meter la mano. ¿Qué hago?
Pero la prueba está ahí. ¿Será positivo o negativo? Cojo la escobilla y lo remuevo todo, buscándola. ¡Qué asco! Jungkook entra en el cuarto de baño, justo cuando yo vacío mi estómago encima de mis pinturas.
—Jimin, joder. —Me ayuda—. Tranquilo, ya pasó.
Me endereza y, al ver mi mirada perdida, pregunta:
—¿Qué has hecho? —Señalo el desastre—. Bueno, no llores. Se limpia... Procura mantener la calma.
«¡Se limpia!» ¿Qué diablos dice la prueba? Percibo la angustia también en él, que contempla el mismo punto de la taza que yo con el cejo fruncido. ¿Qué me oculta?
Me arreglo sin ganas y vamos a su oficina.
Todavía no sé el resultado y he atascado el retrete... Perfecto.
Denis viene con nosotros en cuanto nos ve llegar y no veo a Scott por ningún lado... El ambiente es tenso, se nota un claro distanciamiento entre Jungkook y Denis y me preocupa pensar el porqué.