Una vez alguien me dijo que hablo mucho sobre mi misma, este libro es una prueba de ello. No voy a describirme físicamente, a medida que pasen los capítulos van a descubrir como soy, mientras tanto, imagínenme como quieran.
Quiero empezar diciéndoles que este no es un libro de romance, no es el típico libro con final feliz donde los protagonistas terminan enamorados y felices para siempre.
Ahora que tenemos eso en claro, comencemos.
El día que lo conocí fue uno de los días más pesados del año, no solo por el clima gris y triste que había, sino porque los problemas estaban encima mío, atacándome. No es que fuera algo fuera de lo normal, pero todos sabemos que los días de lluvia nos incitan a estar un poco más melancólicos, un poco más solos también. Aun así, ese día tomé mis cosas y fui directo a la casa de Katrina, mi particular de matemática y amiga de mi mamá, directo a la tortura de los números.
Fue aburrido, totalmente aburrido. Durante toda una hora no me despegué de los ejercicios que me daba Katrina, solo hacia lo que me pedía que hiciera, como un robot, como todas las clases. Me sentía sin vida. Gris. Inútil. Pero por suerte para todos los que estábamos ahí sentados siendo torturados, el timbre sonó, anunciando que alguien más venía a unirse a la tortura, y que teníamos algunos minutos de descanso. Si creyera en Dios, ya le estaría agradeciendo.
Cuando se escucharon pasos en la escalera todos dejamos de hablar, no porque fuera a retarnos Katrina, sino por curiosos de ver quien se nos estaba uniendo. Y, entonces, lo vi.
Con una sonrisa ancha y arrogante, ropa totalmente negra, pelo rubio y despeinado, una actitud que dejaba en claro lo seguro que era de sí mismo, y lo que más me encantó de él, sus ojos de un verde claro, casi marrón. Y no era ni soy ciega, admití para mí misma que era demasiado lindo. Y cuando me saludó, creo que morí.
Es decir, los chicos lindos no hablan con chicas como yo. Jamás. Pero él parecía querer hacerlo.
-Hola, soy Green - dijo, sin quitar esa sonrisa arrogante y sin apartar sus ojos verdes de mí. Parecía estudiarme. Odié eso.
-Scarlett -si, lo sé, se lo que piensan. Demasiado cortante. Pero ¿Que esperaban? El hecho de que fuera lindo no quiere decir que tuviera que tratarlo mejor que al resto, con quienes apenas tenía relación.
-Linda remera. ¿Te gusta DC? -bien, ¿Recuerdan que dije que era lindo? Ese comentario no solo detuvo la sonrisa que estaba por dedicarle, sino que también lo agregó a mi lista negra.
-No. Esto es Marvel -lo miraba como si estuviera loco. Lo estaba si no sabía lo que significaba el logo estampado en la remera que tenía puesta.
De un segundo al otro, mientras se sentaba, se empezó a reír solo. Vaya loco.
-Ya lo sé- su sonrisa solo creció cuando le dediqué una mirada que ni yo misma sabría explicar, era una mezcla de diversión con odio.
En ese momento quise preguntarle si era idiota, pero me reserve el comentario cuando vi a Katrina a mi lado viendo los ejercicios que había hecho. Aunque ya no le prestaba mucha atención. Tenía curiosidad sobre el tal Green y porqué parecía tan gracioso y a la vez idiota.
La paz duró poco. Segundos después de sacar su libro y sus hojas él empezó a hablar con nadie en particular. Parecía querer caerles bien a todos. ¿Patético o estratégico?
No recuerdo ningún tema en concreto del que hablara. Parecía una máquina de hablar, y yo siempre fui muy lenta cuando de hablar con gente desconocida se trata. No podía negar que era divertido, pero por favor, ¿Quién puede estar tan feliz un día lluvioso, frio y gris mientras estudia matemática? En mi opinión, solo ese demente.
La hora pasó entre chistes y risas. A pesar de su primer comentario me había alegrado la tarde, aunque no lo admitiría para nadie que no fuera yo misma.
Estaba dispuesta a irme de una buena vez para poder llegar y tirarme en la cama a no hacer nada. Hasta que habló otra vez.
-¿Me pasan sus Instagram? -dijo, mientras le daba su celular a otro de los chicos que estaba con nosotros ahí.
Cuando el teléfono llegó a mis manos dudé por un segundo en dárselo, pero después pensé, ¿Que puede salir mal? Si solo hubiera sabido la montaña rusa en la que se convertiría mi vida después de eso, no estoy segura de si hubiera tomado la misma decisión.
Cuando llegué a mi casa, por fin, me llegó la notificación de que alguien quería seguirme en Instagram. La acepté y lo seguí. Y me debatí durante un buen rato si hablarle o no, ya que en realidad no lo conocía, solo habíamos hablado unos escasos segundos, y en realidad no había hablado solo conmigo. Pero, nuevamente, pensé que nada podía salir mal. En la peor situación, me ignoraba o respondía mal. Nada que no se pudiera manejar, estaba acostumbrada al rechazo de la gente.
-Hola – escribí, arriesgándome a que me ignore, que era lo más seguro. No tuve que esperar más de 5 minutos, que fueron una tortura, para que llegara su respuesta.
-Hola, Scarlett, ¿no?- sí, ese en mi nombre.
-Sí, espero no te moleste que te haya hablado.
-No, no me molesta. ¿Cómo estás?
-Bien, supongo, ¿vos?
-Excelente- Y ahí me quedé. Pensando qué decirle. Los segundos pasaban y no sabía que escribirle, que decirle, de que podíamos hablar, si no lo conocía. Antes de que hiciera el ridículo con el primer tema que cruzara mi cabeza, él volvió a escribir- te paso mi número, por ahí respondo más seguido.
Su número llegó segundos después y nuevamente me encontraba debatiendo conmigo misma si hablarle o no. Sí, él me había pasado su número, pero muy tranquilamente podía después ignorar mi mensaje, aunque si me lo dio, es porque quiere que le hable, ¿no?
Lo debatí unos minutos, parecía una loca hablando sola. Pero Definitivamente le iba a hablar.
Agregué su número y, nuevamente, le hablé.
-Hola otra vez- algunos minutos después lo vio y apareció el ya conocido grabando audio. Tengo que confesarles algo, odio los audios.