(Narrado por Dante)
Las imitaciones.
Las apariencias.
Los teatros sociales.
Mi vida entera era una colección de máscaras caras…
y la mujer que entró al salón del hotel esta mañana llevaba una que no pude descifrar.
Abril Valencia.
Un nombre simple.
Un vestido sencillo.
Una mirada que parecía no impresionarse con nada.
Y aun así, cuando la vi entrar, sentí algo que no había previsto:
un pequeño golpe en el estómago.
Molesto.
Inconveniente.
Exactamente lo que no necesitaba.
—Llegas temprano —le dije, aunque en realidad había llegado demasiado temprano yo.
Ella respondió con calma, como si conociera este mundo tanto como yo… o como si ya hubiera aprendido a fingirlo.
Cuando leyó las reglas del contrato, esperaba que se intimidara.
Que se quejara.
Que cuestionara.
Pero no.
Me sorprendió.
Tenía carácter.
Tenía voz propia.
Y aunque no lo admitiera en voz alta…
eso me gustó.
Demasiado.
Cuando le pregunté por qué necesitaba el trabajo, no mintió.
Pude verlo en sus ojos: la necesidad era real, cruda.
Y eso la hacía más peligrosa que cualquier mujer interesada.
La gente que tiene motivos verdaderos siempre es impredecible.
Le pedí practicar cómo tomaría mi mano.
Era un detalle mínimo, pero en mi familia nada es mínimo.
Un mal gesto puede desencadenar una tormenta.
Mientras entrelacé mis dedos con los suyos, noté algo extraño:
sus manos eran suaves, pero firmes.
Se notaba que trabajaba mucho.
Que no venía del tipo de mundo al que yo había sido condenado desde que nací.
Ella no me conocía, pero yo sí sabía una cosa:
las personas como Abril no deberían entrar en la vida de alguien como yo.
Podrían terminar heridas.
O peor aún… podrían terminar importando.
Solté su mano antes de que mi mente siguiera por caminos estúpidos.
—El viernes llegaremos juntos a la hacienda —le dije, volviendo a mi tono habitual—. Mi familia cree que llevamos tres meses saliendo. Ensayaremos la historia esta noche.
—¿Ensayar… como una entrevista? —preguntó ella.
—Como una guerra —respondí.
Porque eso era: una guerra silenciosa, donde todos llevaban traje y sonrisa, pero lanzaban cuchillos con palabras.
Y ella debía estar lista.
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Al salir del hotel, mi teléfono vibró.
Era un mensaje de mi hermana, Bianca.
> “¿No me vas a decir quién es la novia misteriosa? Papá está furioso. Mamá está emocionada.
Y yo quiero saber con quién te atreviste a intentar parecer humano.”
Rodé los ojos.
La familia Morelli nunca entendía límites.
Iba a guardar el teléfono cuando llegó un segundo mensaje.
Uno más corto.
Uno que no esperaba.
> “Dante, tu ex se enteró. Dice que también irá a la hacienda.”
Me detuve.
Frío.
Preciso.
Molesto.
Por primera vez en mucho tiempo, algo parecido al pánico rozó mi pecho.
No por mi ex.
No por lo que diría.
Sino por cómo iba a reaccionar Abril cuando se enterara de que el contrato acababa de volverse mucho más complicado.
Porque una cosa era fingir ser mi novia delante de una familia difícil.
Y otra muy diferente…
Era fingirlo delante de una mujer que aún no acepta que no la elegí a ella.
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Miré la calle, respiré hondo, y pensé algo que no debería haber pensado:
Quizás meter a Abril en mi mundo fue un error.
Y quizás… ya es demasiado tarde para sacarla.
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romance contemporaneo, novia falsa/ contrato, drama y tensión emocional
Editado: 21.11.2025