Sé Bien Lo Que Hice Este Verano

Capítulo IX: La Música Calma A Los Bestias

Sé bien en qué están pensando, y estoy enterada al respecto porque, ¿creen que yo misma no pienso similar?; Josephine me traicionó, pero yo la traicioné también. ¿Antes o después? Detalles: realmente no importan en este contexto. Lo hecho, está hecho, y tenemos que vivir con las consecuencias.

Claro que no debería tener el derecho de quejarme, o sentirme herida; después de todo, el que a hierro mata, a hierro muere, ¡pero soy humana, carajo! ¡Y morir por hierro sigue doliendo sin importar quién tiene la mejor posición moral al respecto!

Igual, no ayuda a mí punto, ¿verdad?

Creo que para poder continuar, necesito un pequeño repaso de lo mucho que jodí mi vida, y lo mucho que me jodieron la vida también, así que, domas y caballeras, vamos al gran listado de estupideces que me han ocurrido en estos días y que en buena parte me busqué solita por... porque así de pendeja estoy, ¿vale?

GRAN LISTADO DE ESTUPIDECES QUE LE OCURRIERON A HARRIET Y SE BUSCÓ SOLITA PORQUE ASÍ DE PENDEJA ESTÁ:

* Le fui infiel a Josephine.

* Ella me fue infiel y todavía no tengo puta idea del chong@ con quién me puso el cuerno.

* El idiota de Levi me siguió a casa because reasons.

* Después de rechazarlo, él se recuperó a la velocidad de la luz y sale con una de las chicas más populares de Hopewell High.

* La única otra amistad que tengo (y que tuve que exportar desde otra escuela) está enojada conmigo porque intenté juntarla con un chico que le gusta... o al menos, SUPONGO que le gusta.

* Un conocido que puso al cuidado de su canario mientras salió de vacaciones pero sin querer lo alimenté de más, está muerto, ¡y ahora tengo que reemplazarlo con uno igual que espero no noté que en realidad no son el mismo animal!

¡A la verga! ¡El canario! ¡Se me olvidó por completo hasta ahora! (Va, eso lo trataré en su momento).

Porque en realidad, el show debe continuar como dirían Shakespeare y Freddy Mercury, y lo mejor para sacar la mente de los asuntos románticos, es concentrarse en la carrera; en mi caso, la de la música.

Oh, pero claro, ¡el amantucho en discordia está ahí también! Ugh, de no ser porque es mucho papeleo (dice la leyenda que un hombre de 56 años sigue intentando dejar el club de ajedrez) me cambiaría a cualquier otro equipo. ¿Arquería? Yo misma me ofrecería de voluntaria para ser blanco de sus flechas. ¿El club de la ONU? ¡Que me pongan de Turcos y Caicos si quieren! ¿El club de cocina? Vale, ese de eso suena encantador, pero más por lo de comer que por lo de cocinar.

No obstante, al mal paso darle prisa, y al mal ritmo, darle tempo.

—Harriet —gritó Dakota, mientras el club de música ensayaba durante aquel martes —. ¡Harriet, basta!

Sólo entonces, tras escucharla exclamar mi nombre a todo pulmón, en medio del aula de la orquesta, con todos los demás participantes mirándome, incluido Levi, pude parar. En el fondo, claro que sabía que la canción que estábamos ensayando no iba cómo yo la interpretaba, pero creo que necesitaba expresar lo que sentía de manera arriesgada y, bueno, mejor en las notas de una guitarra que con una nota de suicidio, ¿verdad?

—¿Sí, jefa? —indiqué, todavía con Matilda en manos.

—Esa pieza no lleva un solo de guitarra.

—Lo sé —contesté—, ese fue el primer gran error de ella.

—Harriet, no me lo hagas más duro —Dakota se encogió de hombros—; que este es el club de música: no un lugar para la expresión artística.

Dakota echó un vistazo al reloj en la pared frontal del salón.

—Creo que por el momento ya podemos parar —nos dijo—, pero, antes de que salgamos y dejemos descansar nuestros dedos y nuestros labios...

—¡Oye Dak, que la lesbiana aquí soy yo! —no pude resistirme en comentar.

—Supongo que debí verlo venir —suspiró—, pero, un aviso: dentro de dos semanas es el concurso de talentos de Hopewell High; realmente... no es algo que importe porque no eligen a gente talentosa en realidad.

—Eso no tiene que ver de seguro que te ganó el año pasado el que tocaba el himno nacional con las axilas.

—¡Ya cállate Harriet, por favor!

Sí tenía todo que ver con ello, pero en defensa del pobre diablo, es que ustedes no escucharon lo bien que tocaba.

—A alguien le podría interesar —prosiguió—. En lo personal, mi banda y yo no estaremos porque andaremos muy ocupados con un evento de alto nivel... ¡SÍ, HARRIET, ES UNA FIESTA DE XV AÑOS! —se me adelantó al chiste—, pero, si alguno de ustedes desea intentarlo, no estaría mal que un miembro del club de música nos represente.

La alarma sonó; Dakota nos dio la despedida, y salimos para dispersarnos por los pasillos del colegio.

Por inercia, casi quise acercarme a Levi; pasar dos semanas con alguien en un campamento de música hace que sientas que cualquier situación remotamente parecida la trates igual por impulso, mas algo se interpuso en mi camino: mi dignidad restante cuando vi que Elena Botsaris lo esperaba y lo recibió con un beso y un abrazo.



#44857 en Novela romántica
#7193 en Chick lit
#29490 en Otros
#4363 en Humor

En el texto hay: humor, lesbianismo, romance

Editado: 01.09.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.