Se Busca Marido... no se aceptan devoluciones

Capítulo 14.

ALEXANDER VASILAKIS

Mi mañana había sido, según mi smartwatch, un éxito en cuanto a eficiencia calórica y ritmo cardíaco. La carrera de 5K, a pesar de la presencia torpe y los resoplidos de Fernanda, había terminado en el tiempo récord que me había propuesto. Había castigado su espíritu rebelde con disciplina física. La venganza, a las 6:00 a.m., era perfecta.

Después, una ducha helada, un batido de proteínas sin carbohidratos innecesarios y mi traje de poder (gris, por supuesto).

A las 8:00 a.m. estábamos en camino a la sede de Vasilakis Global.

Fernanda se había puesto otro traje y la estilista la había maquillado y peinado: una falda lápiz negra, una blusa de seda blanca y un blazer de corte impecable. Se veía profesional, elegante, y eso me irritaba. Su belleza latina no disminuía con la disciplina; se agudizaba, convirtiéndola en un problema más difícil de ignorar.

— ¿Estás familiarizada con el concepto de un organigrama? —le pregunté mientras el coche entraba en el parking privado del rascacielos.

Ella estaba mirando su tableta. — En mi versión, el organigrama es una tabla de Excel desactualizada con nombres de personas que me deben o les debo dinero. En la tuya, supongo que es el árbol genealógico de Zeus, ¿correcto?

— Es la estructura de control que garantiza la optimización de los recursos. Hoy vas a conocer cada departamento. Recuerda tu posición. Eres mi prometida, mi "Sombra Funcional". Eso significa observar y callar.

— Entendido. Observar y callar. Como un mueble.

— Exacto. Pero uno costoso.

Al entrar al lobby, el efecto fue inmediato. Elías, mi asistente, ya estaba esperando, pero todos los ojos, desde el guardia de seguridad hasta la recepcionista, se clavaron en Fernanda. Yo era el centro de atención por mi poder; ella lo era por su amabilidad y belleza.

En el ascensor privado, Elías nos entregó la agenda del día.

— Sr. Vasilakis, a las 9:30 AM la reunión con el equipo de Proyectos de Asia. A las 11:00 AM, videoconferencia con el bufete legal por el testamento.

Fernanda tomó su tableta, donde cargué la agenda con mis notas de "CERO INTERVENCIÓN".

Llegamos a mi piso. Mi oficina era un santuario de cristal y acero con vistas a todo Atenas. Había un sofá de diseño donde ella se sentaría.

La reunión de las 9:30 AM comenzó. Los directores de Asia se sentaron, tensos. Yo estaba en mi elemento. Hablamos de logística, cifras y mercados emergentes. Llevaba diez minutos de análisis cuando sentí una perturbación.

Fernanda, que había estado sentada como un maniquí y en perfecto silencio, lo cual era sospechoso, así que la observé y me di cuenta que se había quedado… dormida.

¿Cómo pudo quedarse dormida sentada y en una posición derecha sin encorvarse o cabecear? La disciplina matutina había cobrado su precio, aunque era impensable que mi prometida durmiera en medio de una presentación de negocios.

Minutos después se levantó en silencio y caminó hacia mi ventana, que era un muro de cristal.

— ¿Señorita García? —preguntó el Director de Logística, desconcertado.

— Solo observo —dijo ella, cumpliendo a medias la orden. Se acercó al cristal y, sin romper su elegante postura, sacó un pañuelo de papel del bolsillo del blazer y limpió una pequeña mancha invisible en el vidrio.

La sala entera se quedó en silencio. Todos miraron la mancha de cristal.

— ¿Qué está haciendo? —siseé en griego, con mi paciencia evaporándose.

Ella se giró con una sonrisa serena. — ¡Oh! Lo siento. No puedo concentrarme en sus números si hay una huella digital ajena al inventario arruinando la vista de la Acrópolis.

Los directores de Asia me miraron, tratando de descifrar si esto era un nuevo método de negociación de Alexander: ¿una "prometida" que limpiaba las ventanas en las reuniones?

— ¿Continúen? —pregunté, forzando un tono que prometía despidos si alguien se reía.

La reunión continuó, pero la tensión se había roto. La Sra. Petrová, una de las directoras, se atrevió a preguntarle a Fernanda en un descanso:

— ¿Usted es crítica de arte, Señorita Isabel? ¿Qué opina de las nuevas esculturas que nuestro CEO ha instalado en el lobby? Son obras de arte abstracto muy caras.

Fernanda sonrió, la sonrisa de una mujer que acaba de ver una oferta que no puede perderse.

— Oh, adoro la escultura contemporánea. Me encanta la que parece un perro inflable gigante en el lobby. Es un claro homenaje a la Venus de Milo de Jeff Koons.

La Sra. Petrová parpadeó. La sala se silenció de nuevo.

— ¿Jeff Koons y la Venus de Milo? —preguntó Petrová, con un tono de voz que indicaba que acababa de escuchar una blasfemia cultural. —¿Está usted segura? Las esculturas son de un artista griego emergente y no son... inflables.

Fernanda meneó la cabeza con aire de experta. — Por supuesto que sí. El inflable gigante, el "Balloon Dog" creo que le llaman, es una de las obras más importantes de Jeff Koons. Y que la hayan puesto aquí en Grecia es una declaración: ¡La nueva Atenea es pop! En cuanto al artista griego... no me sorprendería que su obra sea una clara referencia al Discóbolo de Rodin, que capta esa misma tensión dramática.



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En el texto hay: divertida, matrimoniofalso, ligera

Editado: 29.10.2025

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