Se Busca Marido... no se aceptan devoluciones

Capítulo 15.

ALEXANDER VASILAKIS

La transición de la oficina a la sala de conferencias de mi piso fue un ejercicio de contención de daños. Elías movió su bolígrafo y preparó la sala para la reunión. Esta vez, la seriedad del testamento, y la necesidad de acallar a mi familia, exigían la presencia física de todos los implicados.

Fernanda y yo, flanqueados por mis dos tíos, Héctor y Atenea, junto a mi primo Nikitas, nos sentamos alrededor de la inmensa mesa de caoba. Los abogados del bufete Amoiridis & Socios esperaban en silencio.

Fernanda se sentó a mi lado, vestida formalmente en un tono que juré que era el uniforme de la obediencia, pero que en ella se veía como la seda de un desafío. Apreté brevemente su rodilla debajo de la mesa, un recordatorio silencioso: Observa y calla.

El abogado principal, el Sr. Aris, un hombre delgado con la mirada astuta, comenzó.

— Gracias a todos por su puntualidad. Hoy revisaremos la sección final del testamento de nuestro difunto patriarca. Alexander, como el principal heredero, nos centraremos en los requisitos de tu matrimonio con la Señorita García.

Tío Héctor, siempre listo para el ataque, se inclinó. — Ya sabes, Aris, si Alexander fallara, o si la boda no se ejecutara... Nikitas ya tiene un año de casado con Katerina. Él está listo para asumir su rol.

Nikitas sonrió. Una sonrisa demasiado amplia. Mi primo era un parásito con licencia para gastar.

— Por favor, tío Héctor, estamos aquí para confirmar que yo cumpliré con el testamento —intervine con la voz glacial.

— Lo entendemos, Héctor —dijo Aris—. Pero la cláusula es clara. Nos centraremos en la Cláusula 4.3.B, la de la "Compañía Matrimonial Operativa". No basta con que se casen; deben demostrar que la unión real debe ser una sociedad funcional en la gestión de una propiedad productiva.

Aris deslizó un documento por la mesa.

— El patriarca estipuló que deben co-administrar la Finca Aris en Corfú, demostrando una relación genuina: deberán demostrar que viven juntos, y ambos emprenderán la disciplina financiera y la reactivación de la producción de olivos por un período de seis meses posterior a la boda.

Sentí un escalofrío. Corfú. La finca tenía miles de olivos, pero la producción de aceite había cesado hace décadas por ineficiencia. Fue un sueño que murió con mis padres. No entendía por qué el abuelo había dejado ese elefante blanco dentro del testamento.

Tía Atenea, como siempre la más dramática, suspiró. — Esa finca es un desastre. Es una tierra noble, pero nadie produce nada ahí desde hace veinte años.

Nikitas se rió suavemente. — Es una pena, Alexander. Si no se demuestran indicios de producción o la finca cae en números rojos por la inversión en maquinaria... se considera un "Incumplimiento de la Cláusula Matrimonial Operativa". Un simple fracaso productivo y la herencia pasa a la siguiente línea, ¿correcto, Aris?

— Correcto, Nikitas —confirmó el abogado.

Me giré, listo para pulverizar a mi primo, cuando Fernanda, rompiendo mi orden de silencio, habló. Su tono era bajo, serio, sin rastro de burla.

— Sr. Aris, disculpe. ¿Cuál es la inversión de capital necesaria para reactivar la producción de olivos?

Aris revisó un informe. — Estimamos unos 500 mil euros solo para la puesta a punto y la mano de obra.

— ¿Y cuánto de ese capital está Alexander dispuesto a arriesgar en una "empresa productiva" sin garantía de rentabilidad? —interrogó Nikitas con veneno.

— ¡Yo no soy un desobligado que gasta sin control! —espeté, explotando. Miré a Aris. — Nikitas ha gastado más dinero en un año que la finca de Corfú en veinte. Yo no sé de olivos, pero él no sabe de negocios. Si él toma la herencia, Vasilakis Global estará en bancarrota en cinco años.

— La disciplina productiva es precisamente lo que Alexander debe demostrar con su esposa en Corfú —subrayó Aris, mirándome de reojo.

La presión se acumuló. El desafío de los olivos de Corfú, sumado al caos de Fernanda. Era una tormenta perfecta.

Fernanda me miró. Ya no era la chica desastrosa; había una intensidad concentrada, la misma que había visto cuando hablaba de cómo salía adelante en México.

— Alexander —dijo, su voz seria. — No vamos a fallar. La finca no tiene que ser una corporación global. Es una tierra de olivos. Yo he estado cerca de la tierra toda mi vida. Tengo la plena esperanza de que sí podemos con esa tarea.

Se volteó a Nikitas y a los tíos, manteniendo la mirada firme. — El objetivo no es el control corporativo, es la producción. Y Alexander no tiene por qué preocuparse. Yo me encargaré de la tierra y del producto.

Nikitas la miró, esta vez sin burla, sino con una ligera sorpresa. Los tíos se quedaron en silencio, impactados por la repentina y aguda respuesta de su prometida.

Me sentí extrañamente aliviado, y, al mismo tiempo, más aterrado que nunca. No podía confiar en Nikitas, conociéndolo trataría de que la finca fuera un fracaso. Pero por el otro lado, tenía que confiar en Fernanda. Si era verdad lo de su conocimiento con la tierra, esto podría funcionar.

— Elías —ordené, con la voz más firme que pude. — Quiero que prepares inmediatamente el escritorio de la Señorita García fuera de mi oficina. Ponle un nombre de usuario de Vasilakis Global. Que todos en el piso sepan que ella es mi asistente personal directa. Su misión principal es la reactivación productiva de Corfú.



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En el texto hay: divertida, matrimoniofalso, ligera

Editado: 29.10.2025

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