—Me sentía perdido. Pensaba que jamás podría vivir de la escritura, creía que escribir libros no era para mí, sino una tarea para un montón de eruditos que permanecían entre las firmes paredes de las bibliotecas públicas o detrás de las vidrieras de maravillosas librerías franquiciadas a las que jamás podría acceder de manera libre ni sentirme parte...
Así inicio mi discurso.
De pie, ante el estrado, observo a todos los presentes y continúo:
—Pensaba que no tenía lo suficiente como para ser de esos autores que se imprimen a gran escala, y, ¿saben lo más paradójico? ¡Aún siendo un autor que era impreso a gran escala! Porque estaba rodeado de un contexto que me recordaba hasta el cansancio que mis expectativas en mí mismo jamás iban a poder cubrirse, que debía poner en marcha mi carrera y no abandonar el título.
El corazón se ensancha en mi pecho con cada inhalación al caer en la cuenta de que estoy desnudando completamente mi alma.
—¿Saben qué gané al dejar de lado mis sueños de escritor y salir a buscar trabajo con el título universitario bajo el brazo? Una nómina.
Espero que no me condenen por ir en contra de las nóminas fijas...
—Una única nómina fija que no me dejaba lugar para hacer lo que más me apasionaba en el mundo que era la escritura, me gané una nómina que no me dejaba tener otras nóminas debido a que me exigía al menos diez o doce horas por día dentro de una oficina, sino, dos o tres más en tiempos libres que debía ocupar para estudiar y formarme al respecto en busca de hacer un trabajo lo más eficiente posible y cumplir con el mandato social de que lo que mundo me dice que está bien, realmente está bien.
Okay, si mañana salgo cancelado en las noticias que sea por haber abierto los ojos de todo este público y no por cobardía.
Avanzo:
—No lo podía entender. No podía entender cómo es que lo que a todo el mundo le resultaba más o menos para subsistir, conmigo no alcanzaba, no estaba bien. No me alcanzaba para ser feliz, por lo tanto, tampoco me alcanzaba para cubrir mis cuentas ni para planificar la vida que quería en la realidad, aún siendo muy joven y con un futuro prometedor, pero bajo el estigma de “tienes que hacer una carrera a largo plazo, de a poco, ganarte un nombre primero y luego comenzarás a ver dinero, incluso tendrás que trabajar gratis y hacer cosas que no te gustan pero es el derecho de piso que tienes que pagar, es lo que todos hacemos”. Uffff. ¿Saben cuánto odio eso del “derecho de piso” que se paga?
Noto que la gente está atenta, probablemente muchos estén ahora mismo sintiendo que colisiona su propia moralidad.
Me alegra ser yo quien abre sus ojos y sus oídos:
—Escúchenme una cosa. NADIE, absolutamente NADIE aunque muchas personas les digan lo contrario, debe pagar ningún “derecho de piso” porque nos hace ser infelices y YO NO ME PUEDO PERMITIR SER INFELIZ. Si otras personas lo aceptan para sus vidas, allá ellos, pero yo NO PIENSO PERMITIR que me hagan sentir infeliz, que me exploten o que no me amen. ¡Todos merecemos el mismo amor, caramba! ¡Por qué darles un lugar que no se merecen cuando de esa manera todos nos vemos perjudicados!
El clima es tan intenso que ni un alfiler podría caer.
—Porque si uno está mal, todo el bendito sistema laboral en el que esté inmerso estará completamente mal. Hasta que finalmente sucedió. Llegó una pandemia, me quedé sin trabajo acorde a lo que antes pensaba y recibí un mensaje de mi antiguo editor advirtiéndome que los costes para publicar se reducirían porque sería todo en digital y que tendría vía libre para escribir y publicar cuanto yo quisiera gracias al sello editorial, ellos lo insertarían en sus libreros digitales sin costo alguno para mí y con mayor porcentaje de ganancias, pero tendría que escribir. Y mucho. Fueron tortuosas horas de encierro, meses enteros completamente solo, sin mucho dinero como para cubrir mis gastos fijos, pero la pandemia había congelado todas las cuentas por las políticas públicas, entonces mis deudas y mensualidades también se congelarian.
No todo es color de rosa y eso también tendría que estar en mi ponencia.
Avanzo un paso y enfatizo el tono al aclarar:
—Tenía la oportunidad de ganar dinero, siempre y cuando escribiera todo lo que yo quisiera, todo lo que pudiera a una velocidad récord, al menos un libro por mes. Más libros entregaba y pasaban por la moderación de la editorial, más podría vender. Ellos también lo necesitaban, porque la venta digital que en aquel entonces era menor que la de libros en papel, debía igual o al menos compensar lo que no se podía vender en físico. ¿Saben una cosa? No creía que yo lo pudiera alcanzar, pensaba que no tendría el potencial, ni siquiera había vendido en el pasado la cantidad suficiente de libros como para acercarme a las autoras estrella de la editorial aún sin que esta fuere muy grande.
Luego de abrir mi corazón, llega el momento de marketing encubierto:
—Y así sucedió todo: llegó el primero de todos esos libros. “Poder y Pensar”. La misma cantidad de horas que le dedicaba a mi anterior trabajo esta vez las invertía en escribir y las que antes dedicaba a formarme en otros asuntos, esta vez la dediqué a investigar sobre el asunto en el cual me puse a escribir. Y también para formarme acerca de cómo escribir mejor y más.
¿Qué tiene de malo el marketing encubierto si es para evidenciar tu verdad?
Insisto:
—Horas y meses enteros completamente a solas devanándome los sesos y, a veces, sin dormir en absoluto nada por las noches, almorzando leche con cereal y cenando café, en un apartamento frente a una de las avenidas principales de Varsovia que antes era un caos de autos; ahora era un silencio tajante, permanente, que no permitía captar nada en absoluto. Lo que en el mundo significó una auténtica tragedia, en mi caso, tenía que aprovecharlo porque el contexto se dio de tal manera que parecía servido a la orden del día para que yo pudiera concentrarme y dedicarme nada más que a lo que siempre había deseado que era la escritura. ¡Porque sí, lo había deseado! Yo no creía en mí y mi editor fue la primera persona en el mundo que en veinticinco años de mi vida se había atrevido a decirme “creo en ti, tienes potencial”.