Kate
Abotone el ultimo botón de mi suéter mientras me miraba en el espejo del tocador, ya han pasado dos días desde que supe que solo tengo pocos meses de vida, como lo había planeado mi familia no lo sabe y no lo sabrá aun.
El inhalador me ha ayudado mucho, me siento mejor hasta con un poco más de fuerzas podría decir, incluso he ayudado a Mandy a comenzar con los preparativos de su boda, ya hemos estado pensando en que lugar será, los arreglos, vestidos y comida.
Ella quiere casarse en la misma iglesia donde se casaron sus padres lo cual es muy lindo, aunque si fuera yo elegiría que fuera en la playa, jamás he ido, pero he visto fotos y me parece bellísima.
Solté mi cabello y lo cepille con rapidez.
Llegare tarde.
Mi transfusión de sangre estaba programada para las dos de la tarde y ya eran más de las una y treinta, sin perder más el tiempo me aplique un poco de brillo labial y baje a la sala en busca de mamá, pero antes de que pudiera llegar ella ya estaba subiendo las escaleras.
-Cariño, justo estaba por ir a buscarte-me sonrió cálidamente-Vaya, pero que linda te has puesto-exclamo luego de darme una repasada.
Le sonreí en agradecimiento, para ella siempre estoy linda, pero no es que me hubiera arreglado tanto que se diga, lo único nuevo que llevaba en mi era el brillo labial y mi suéter rosa favorito, ese que solo usaba los sábados en los que teníamos santa cena en la iglesia.
-Gracias mamá-el sonido de la musica proveniente del cuarto de mi hermano,9 nos hizo sobresaltar a ambas, el corazón me dio un brinco que casi hace que me de infarto.
Mierda, Nat.
Siempre pone musica a alto volumen y más cuando debe estudiar, según el asi se le facilita más aprenderse las cosas y aunque, no entiendo como lo hace, le resulta.
-Tiene examen virtual en menos de dos horas-explico mamá-Es mejor que nos vallamos, si queremos llegar a tiempo-asentí y bajamos las escaleras.
Ella tomo sus llaves de la mesita que estaba en medio de los sillones y yo le pase su bolso, sin esperar más nos dirigimos al hospital.
Todo el camino estuve pensando en un titulo para mi nueva obra, que tal “el diario de un corazón”, no suena muy cursi, ¿Cuál pude ser?
Sin que se me ocurriera ningún nombre interesante mire hacia el cielo a través de la ventanilla del auto pidiéndole a Dios que me diera el titulo para mi libro, si el me lo da será el mejor.
-No olvides que debes llevar una visita a la iglesia hoy-me recordó mamá sacándome de mis pensamientos. Hoy iniciaba una campaña en la iglesia, con el tema “yo iré” y cada miembro debe llevar por lo menos una persona que no pertenezca a la congregación.
-¿Aun no tienes en mente a quien llevar?-indago mientras estacionaba, negué con mi cabeza mientras me desabrochaba el cinturón de seguridad.
-Ya veré a quien llevo, mamá-le asegure y bajamos del auto.
Entramos al hospital y desde que subí al ascensor me sentí nerviosa, no quería volver a ver al doctor presumido, estaba tan sumida en mis pensamiento y nerviosismo que sin que me diera cuenta ya estaba cruzada de brazos pellizcándome, pero aun asi todo iba bien hasta que la puerta del ascensor se abrió en el segundo piso donde para mi desgracia el lo esperaba.
Se despidió de otros médicos y entro con una sonrisa de oreja a oreja, solo verlo me da nauseas, nadie puede lucir tan feliz, sus ojos me recorrieron de pies a cabeza haciendo sentir incomoda.
¿Qué tanto me ve?
-Buenos días-nos saludo sonriendo y juro que estoy dispuesta a no hablarle.
-Buenos días-le respondió mi mamá y el espero por mi respuesta, pero no llego-Cariño, no seas mal educada con el joven-dijo entre dientes al tiempo en que me pincho suavemente las costillas con el codo, en modo de reprimenda, aun asi no dije ni una sola palabra.
El se paro justo a mi lado y entrecerré los ojos.
Si no lo veo no esta-repetí en mi mente.
-Exacto, no seas tan malcriada-susurro cerca de mi oído y abrí los ojos inmediatamente, lo primero que hice fue ver a mi madre pero parecía distraída con su celular, lo que me tranquilizo, gire mi rostro en su dirección y quise golpearlo en cuanto vi como sus ojos estaban llenos de burla.
-¿Perdón?-levante una ceja.
- No te preocupes, te perdono-suprimió la risa y sin detenerme a pensarlo le saque el dedo corazón, sin que mi madre lo viera, obviamente.
-Oh, eres tan infantil-rio en voz baja y rodé los ojos, en ese momento le entro una llamada a mi madre y ella enseguida se giro dándonos la espalda para seguidamente hablar por teléfono.
-Muérete, imbecil-le dije en voz baja.
-Lo haría, pero me extrañarías, estoy seguro-bromeo-fruncí el ceño.
Este hombre esta loco.
¿Extrañarlo?¿Cómo puedo extrañar a quien no conozco?
-Oh, créeme que eso no pasara, ni siquiera te conozco-replique en un murmuro.
-Lo de conocerme lo puedo arreglar invitándote a salir.
-¿Y que le hace pensar que aceptaría?-eleve ambas cejas.
-Todas las chicas aceptarían salir conmigo-alardeo y yo rodé los ojos.
¿Por qué siempre los doctores se creen irresistibles?
-Pues yo no, gracias-le sonreí falsamente-llegamos al piso del doctor y mamá me indico que siguiera caminando y eso hizo, pero el se vino tras de mi.
-¿Estas segura?, mírame soy todo un galán-se señalo asi mismo y me detuve frente al consultorio de mi doctor sin contestarle, el también se detuvo y mamá hizo lo mismo mientras guardaba el celular en su bolso.
-Cariño el doctor Spencer tuvo que ir a un congreso de emergencia y no podrá hacerte la transfusión de sangre, pero dejo a cargo su ayudante-informo mi madre.
-¿El doctor Spencer tiene un ayudante?-cuestione confundida, olvidándome por completo de la existencia del doctor presumido y mamá asintió levemente.
-Si, es un joven que esta iniciando a dar las practicas en el hospital-explico, pero yo aun seguía perdida.
Editado: 06.02.2023