Se casó con La Otra

CAPÍTULO 3

Es broma, todo el mundo merece ser feliz, ¿verdad? Todo el mundo.

Menos los exs.

Je, je, no estoy hablando en serio, incluso los exs merecen ser felices. ¡Pero qué bronca le da a una eso! “Hay que aprender a soltar” seguramente me diría si estuviera despierta y tuviera la capacidad de leerme el pensamiento, cosa que creo que está en el límite de poder conseguirlo finalmente.

“Hola”. Envio. Aquí vamos.

Prosigo: “Me enteré lo de tu boda, bueno, a final de cuentas serán felices por siempre. Las cuentas, digo yo. Y ustedes. Espero sean felices, de verdad.”

Antes de terminar de escribir el segundo mensaje, ya el cursor me marca que los ha visto. Trago grueso y lo saco al chat para que no le aparezca en línea y no piense que estoy desesperado esperando su respuesta. Pero pasan como tres segundos que me saben a una eternidad y me asalta la idea de que quizás me vio y me ignoró así que me meto nuevamente en la aplicación y reviso su chat. Está ahí y al ratito aparece “escribiendo”.

Estoy que me arranco las uñas de la tensión por saber qué se supone que va a escribirme, ¿me pedirá perdón? ¿Me dirá que no le moleste más? Me dijo antes que no le vuelva a hablar porque quería despejar la mente y no pensar más en mí, quería él tomar una decisión con respecto a nosotros dos sin contaminar nada, pero no me aguanté y varias veces le hablé para saber cómo estaba, pues era justamente lo que él quería si es que me andaba mirando las historias y cuanta publicación hacía en mis redes.

“Eh. Gracias. :)”

Su respuesta.

Esa.

Es.

Su.

Respuesta.

¡¡¡¡AAAAHHHHHHH!!!! Si estuviera sola pegaría un grito, mordería la almohada, arrojaría el móvil por la ventana o contra una pared, me encerraría en el baño y mordería una toalla, me arrancaría los pelos e insultaría a viva voz en todas direcciones.

Pero llamo a los mantras de la quietud en cuanto veo que me envía un mensaje.

“¿Tú cómo estás?”

Me tiritan las manos.

Tengo que calmarme.

Calma, Candela, o Carmen despertará y se guardará el móvil para que no lo toques ni te atrevas a escribirle a ese malparido.

Y eso sí que se convertiria en una auténtica tortura china.

Así que intento controlarme y parecer indiferente en mi respuesta:

“Pues, bien, como se debe.”

Le envío.

Y deduzco escribirle prontamente algo más: “Programando con Carmen un lugar donde salir para una rica gozadera, es un bar caribeño que hay aquí en Roma.”

Envío.

P-pero…

¿Era realmente necesario decirle dónde iríamos?

“Vaya. Fabuloso. Veo que te lo llevas bien, entonces.”

Solo mantén la calma, Cande. Mantén la calma y sé coherente con lo que vas a hacer o decir en este momento. Y sobre todas las cosas, conserva tu dignidad, aunque sepas que desde el momento que escribiste el primer mensaje ya estabas completamente perdida al respecto con este sujeto.

“¿Tu crees que me lo puedo llevar bien, Paolo?”

No lo hagas, retumba mi conciencia. No muestres debilidad, no lo hagas, no te muestres vulnerable jamás.

No obstante, vienen a mi mente recuerdos.

Palabras de Paolo.

Una noche en particular en que vio uno de mis vestidos en la agencia de Paolo, en que vio mi carpeta de diseños y me miró extasiado. Dijo que yo tenía muchísimo talento, que merecía ser grande, que me iba a acompañar y ayudar en todo lo que le fuera posible y que merecía tener yo a alguien que me cuide como merezco.

Siempre se mostró protector en lo que a mí respecta.

Siempre quiso la prioridad en ser el que pudiera tener la potestad absoluta para ser quien pueda destruirme.

“Eres una mujer inteligente” me contesta. “Sabes lo que te hace bien, eso siempre lo admiré de ti, conoces tu camino.”

Y mi camino es irme lejos de ti, pero mi corazón empuja con total infantilismo en tu dirección, ¿por qué no puedo arrancarte de mí?

“¿Acaso tu no?” le devuelvo la bola.

Esta vez demora un poquitín en responder.

“No se me hace tan sencillo.”

Y aquí no lo aguanto así que contesto:

“Parece que sí; querías tiempo para despejar las ideas y en cinco días te casaste con la otra. Perdona…con tu ex. Perdona…¡ahora es tu actual! Con Mia Love.”

Y envío.

Va con veneno.

He intentado mantener la cordura, pero me sale totalmente venenosa mi contestación, algo que me hace temer que conteste lo que me termina contestando:

“Creo que no nos hará bien a ninguno de los dos esta conversación, no lo entenderías. Mejor me voy a dormir.”

¿Acaso no está con ella ahora?

Muero de ganas por preguntarle, pero sería hurgar en su intimidad con ella y terminaría vomitando en ese caso.

“Okay, descansa. Seguro necesitas tranquilidad para tu viaje de luna de miel” suelto una punta del ovillo que él toma para responder:

“No será sino hasta el lunes.”

¿Qué? Estamos a viernes. Comenzando la jornada de viernes, pues, para qué esperar tanto si se tienen los recursos, ¿verdad?

“¿Puedo saber el motivo?” pregunto.

No es buena idea, no es buena idea, no es buena ideal.

Pero igual me lo dice:

“Mia tenía un viaje pendiente con sus amigas este fin de semana así que el lunes cuando regrese nos iremos.”

Y añade otro mensaje más:

“Gracias por preocuparte.”

Eso ha venido con sarcasmo.

Debo considerarlo como un guiño al entendimiento mutuo, pero tampoco quiero hacerme nuevas ilusiones en lo que a él respecta.

“Vaya” respondo “eso significa que irán dónde, ¿a Marte? Dos personas que ya se conocen el mundo entero.”

“Ja… No. No conocemos el mundo entero, pero varios continentes ya, sí. Habíamos pensado en ir al Caribe.”

“¿Es broma?”

“Sí, perdona.”

¡¡¡PERO ES UN VERDADERO CABR…!!!

“Hace tiempo que tenemos ganas de conocer una isla en Grecia. Iremos allá.”




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