Cuando crees que lo viste todo.
Cuando crees que ya no existe algo más en lo humano que te pueda sorprender.
Cuando piensas que ya no quedan más aventuras que debas pasar.
Entonces...
Es entonces que aparece tu "mejor amiga" recién levantada montando una escena porque no le tienes lista la comida luego de su resaca cuasi matinal.
—Ay, cariñito mío, qué sueño más rico me acabo de dar. Lo que no entiendo es cómo pueden ser las dos de la tarde y aquí no huele a almuerzo, nos quedaremos sin horario para pedir un delivery.
Ella se aparece estirando sus brazos hacia arriba mientras me encuentra sentada en el sillón de la sala de su apartamento.
Avanza y me encuentra sentada, con el móvil de ella sobre la mesita ratona.
—¡Oh! Ahí estaba, creí que lo había perdido anoche, con la peda que me di fue un milagro lo que ha sucedido. Gracias por rescatarlo, cariñito.
Se agacha, toma el móvil y se tira en el sillón mientras habla:
—¿Y si pedimos una pizza? Creo que no hay nada para comer a efectos inmediatos en la alacena de mi casa, aunque no es almuerzo una piz…ay, la madre.
Basta saber que su tono ha cambiado de repente, para saber que de pronto acaba de dejar de lado su versión de mejor amiga con resaca.
No he pegado un ojo desde que vi esos mensajes en su celular, de hecho me levanté de la cama y me senté acá donde estoy ahora para responder mensajes e intentar trabajar un poco sin éxito alguno ya que es fin de semana y que tengo la cabeza ocupada con situaciones verdaderamente terroríficas que me invaden al extremo.
Ella tiene el rostro pálido, parece ser que ha visto al demonio. Sus ojos quedan como huevos mientras me observa.
—Cariñito, tienes que saber que…
—Explícame eso, Carmen. Explica con la verdad eso no te atrevas a mentirme—determino, sabiendo que lo primero que ha visto es el chat con Paolo que he dejado puesto en su móvil para cuando se haya levantado.
De pronto cambia su estado y no pienso aceptar que me mienta, aunque una parte de mí sabe de ella en tanto el único lugar seguro que me quedaba en el mundo.
Y lo acabo de perder.
—Ca…Cande, yo…—. Suspira—. ¡No sé qué le pasa a este tipo! ¿Quería venirse a mi casa anoche? ¡Con qué cara!
—Parece ser que ya vino antes.
—Claro, cuando aún estaba contigo.
—De madrugada.
—Es una locura, debió haber pensado que estaba contigo porque vio tu historia. ¡Eso dice el mensaje!
—¿Vio mi historia y supuso que yo estaba acá anoche?
—Un momento, matrona. No grites que yo a ti no he hecho nada, eh. Por cierto, ¿qué pasó con Antonio? Recuerdo que ese chocolate calentito estuvo por la madrugada y ya borré de mi mente cualquier cosa. Pudo haber sido un sueño húmedo.
—¡No importa Juan! ¡Quiero saber por qué mi ex novio, con el que iba a casarme, vino de madrugada a visitarte!
—¡P-porque…ya sabemos cómo es Paolo! ¡Nada debe de extrañarte ya, cielo!
—¿Y por qué me extraña de mi amiga?
Ella traga grueso. Me levanto del sillón y la busco. Ella se pone cara a cara contra mí y su tono de voz busca ser más pacífico o calmarme en vano mientras se explica:
—Mira, vamos a calmarnos, comeremos algo y luego hablaremos con seriedad. ¿Sí? Bah, no es tan serio, pero para que no te preocupes más. Hablando se entiende la gente.
—Y se desentiende también. Ahora dímelo, Carmen. Dime que no te acostaste nunca con Paolo, ¡habla!
—¡Tú te acostaste con Antonio! Iba ebria, pero no lo suficiente como para saber que estaban sacándole los resortes a la cama.
—¡Antonio no es tu novio!
—¡Era mi presa anoche!
—¡¿Entonces sí te acostaste con Paolo?!
—¡¿Y tú con Juan Antonio?!
—¡Madre mía, Carmen!
Doy un paso hacia atrás con el llanto amenazando en mi rostro, poniendo a arder mis ojos y mis mejillas con ganas de estallar.
—¡¿Cómo pudiste hacerme esto?!—le digo, con profundo dolor—. ¡¿Cómo pudiste traicionarme así?! ¡Tú…! ¡Justo tu!
—Te digo que no te traicioné, amiga.
—¿Para colmo me llamas “amiga”?—me vuelvo a ella con asco, pronunciando cada una de esas palabras—. Lo peor de todo es que me estuviste mintiendo y llamándome así este tiempo. ¿Desde hace cuánto que eso sucede?
—¡No “sucede”! ¡Solo fue una…una vez y ya! ¡Y ustedes…! Ustedes ya habían terminado—me explica, enterrando más hondo el puñal.
—¿Eso te avalaba a que te acuestes con él mientras me tenías llorándote todos los días en el celular?
—De hecho, él vino a hablar conmigo y lo saqué a escobazos. Pero empezamos a hablar de ti, de lo que iba a suceder y no sé cómo sucedió, pero es hábil y ¡no te haces una idea cuánto me arrepiento! ¡Me duele tanto lo que pasó, de hecho esperaba a que lo superaras pronto porque no mereces a un idiota tan grande como lo es Paolo!
Ella está llorando.
¡Ahora ella está llorando!
¡Con qué cara!
Entonces todos me traicionaron…
—Sabes qué—le digo, con el ardor calándome hondo en la garganta—. Olvídalo. Me largo.
—¿Dónde irás?
—Solo me voy.
—Pero aguarda…
—¡Adiós, Carmen! ¡Tú nunca, jamás fuiste mi amiga!
—¡Ni siquiera estabas con él!
Su voz me llega desde atrás mientras avanzo y salgo con el portero eléctrico del edificio de apartamentos donde vive.
Estoy sumergida en la furia.
Me siento despechada.
Con enojo.
Con tantos sentimientos encontrados…
Si piensas que acostarte con un tipo maravilloso podrá hacer que te olvides del idiota que acaba de romperte el corazón y de tu amiga que se acostó con tu ex, estás equivocada.
Lo único que quiero ahora es venganza. ¡CLARO QUE NO PUEDEN QUEDAR LAS COSAS ASí! Empezando por Paolo. ¡Me va a tener que escuchar y le va a doler tanto como a mí lo que me hizo!