CAPÍTULO 15

CAPÍTULO 15

Los mensajes de Carmen a lo largo de estos días fueron atroces. Cuando recibí el primero en WhatsApp (“Amiga, ¿cómo estás? Espero ya hayas podido tranquilizarte, pero tenemos que hablar, ¿sí? Tú me avisas, estoy a tu disposición. Te quiero, Cande”) lo primero que consiguió en mí fue una indignación tal que la bloqueé.

Luego me apareció la actualización de sus historias desde mi instagram, lo cual ni siquiera me generó el deseo de abrir para verla, mucho menos que ella se dé cuenta de la anduve stalkeando y la bloqueé también. Incluso de Facebook para prevenir que me amargue también por aquellos lados.

Para el martes por la mañana, ya creo que he podido estar un tantito más tranquila, pero con la furia de mi corazón intacta. En lo que ella decidió aparecer de manera triunfal lista para perturbar mi conciencia y mis sentidos.

En la hora del almuerzo, saliendo a buscar la comida porque la de la empresa no suele ser lo suficientemente agradable como para elegirla todos los días, decido atender una llamada de Número Privado que me entra al móvil.

—¿Diga?—pregunto.

—Cande, por favor, tenemos que hablar.

Siento que el mundo consigue detenerse de sopetón en cuanto escucho esa voz. Su voz que me hace pensar que siempre significó para mí un lugar seguro, su voz que en más de una ocasión me recordó que aunque todo parezca estar perdido, ella seguiría estando a mi lado, resultó ser la misma a final de cuentas que la voz que de escucharla, terminaría haciéndome sentir como basura en lo que dura un chistar de dedos.

No me atrevo a enunciar palabra.

Ella aprovecha para meter bocado:

—Te amo, amiga. Te amo con el corazón y jamás hubiese hecho lo de verme con Paolo de haber sabido que a ti te podría molestar. O sea, sabía que quizá no estaba bien, pero al mismo tiempo no veía nada de malo sabiendo que ustedes dos ya habían terminado. ¡Terminado, Cande! Eso les deja fuera de obligaciones a ambos. Yo no me enojé contigo y te di la espalda cuando te metiste con Juan Antonio, no te hagas ahora la santa porque ninguna de las dos lo somos ¡y eso bien lo sabemos! ¡Por eso somos mejores amigas! No tires años de amistad a la basura por nada, ese sujeto en realidad no vale la pena, ya arruinó varias cosas en tu vida como para que nos complique con una más.

—Tú tiraste un montón de años de amistad a la basura el día que decidiste meterte con mi ex al mismo tiempo que me recibías en brazos cuando lloraba por él. No te atrevas a llamarme otra vez “amiga” ni “mejores amigas” en tu vida, ¿okay?

—¡Eso es! ¡Desahógate, dime que soy una estúpida, me lo merezco! ¡Pero no te quedes en silencio, hazlo si eso necesitas!

—¿Si te digo que eres una estúpida, vas a sentirte mejor?

—En efecto.

—Vete al caraj…, Carmen.

Y le cuelgo.

Dios santo, decirle eso me ha hecho sentir tan bien.

Puedo sentir que la furia es cada vez más alta en mi interior, puedo sentir que la sangre hierve con fuerza en mis venas, pero al mismo tiempo me siento bien por haberle contestado de esa manera a Carmen.

Por otra parte, pienso en que ha hecho tantas cosas buenas por mí, entre ellas, la más importante de mi vida que sido conseguirme este trabajo que tengo en la actualidad; el trabajo de mis sueños mientras intento crecer en mi profesión, que todo lo demás parece nublarse sabiendo que todo lo bueno que me ha dado, al mismo tiempo, pudo habérmelo quitado por otro lado.

Paolo no fue mío jamás, él se fue con la otra del mismo modo que pudo haber estado con otras en el tiempo que tuvimos una relación idílica, o que eso creía de manera inepta.

Ella no me quitó, de hecho, se fue solo como un perro faldero que se intentó montar a cuanta perra se paseó delante de los ojos.

¿Y si Carmen está en lo cierto?

¿Debería perdonarla?

Aún si lo intento, sospecho que nada podría ser lo mismo que antes…

Es la noche de la fiesta y no he parado de pensar en Carmen, en Paolo y en la Tonta Love que tanto han intentado arruinarme la existencia.

Por culpa de todos ellos, es que ahora tengo que fingir ser la esposa de alguien que me ayudará con mi venganza, pero que al mismo tiempo veta mis expectativas de dignidad al saberme la mujer florero de alguien más.

Jamás tuve noción de que llegaría al extremo de ser el adorno que cuelga del brazo de un hombre con altas expectativas laborales, pero que tarde o temprano terminaría aconteciendo esto mismo en mi vida. O eso mismo es lo que espero para mi futuro, si tan solo pudiera emprender con mi propia marca de alta costura, aunque es complejo, porque una vez que se hiciere realidad, tan alta inversión debe verse compensada por una buena estrategia de posicionamiento, de nada sirve si no tienes mercado donde explotar las oportunidad que a una le brindan.

Una vez que ya estoy duchada, depilada, maquillada, con el cabello planchado y perfumada, me coloco el vestido y me miro al espejo. Tendría que haber pedido el peinado profesional a una peluquera, esto no es como ir a una cena cualquiera, de hecho, si Antonio no me pasa interés o considera que no estoy lo suficientemente bonita como lo estarán de seguro las otras compañeras de sus colegas emprendedores, ¿puede que no quiera seguirme la bola en causar broncas a mi ex al intentar meterse con la actual? La Tonta Love está cayendo y cediendo a las tentativas de seducción.

Antonio intentó enviarme capturas de las conversaciones, pero las borré y le advertí que no hiciera eso, con que me informe el estado de las cosas ya estaría bien por mí. Es que no quiero ensuciarme la cabeza pensando en esa mujer o sabiendo cómo es con otros tipos, solo de eso se trata.

Una vez que me veo al espejo, decido hacerme unas ondas en el cabello para darme volumen y exponer escote con la unión de mis senos al desnudo. ¿No es demasiado? Parte de mi espalda también está expuesta, siempre quise asistir a un evento que merezca que me coloque un vestido de espalda desnuda, así que esta es la ocasión y vaya a saber cuándo más podré volverlo a hacer o si seguiré teniendo la cintura que tengo gracias a un metabolismo bastante optimista que se me ha entregado por obra del destino.