Se Paciente Conmigo |terminada|

20

AHMED ÜLKER

—No, no, abre un poco más las piernas —lo hace— exacto, así Sultana.

—Pero siento que me voy a…ya no puedo más…

—Claro que puedes, solo un poco más.

Noto que ya está cansada, pero no quiero que se detenga. Debe aprender a defenderse y para eso debe soportar el entrenamiento que le impuse desde que empezamos con las clases. Ahora por lo menos ya sabe esquivar los golpes, pero no es suficiente, debe aprender a dar los golpes.

—Está bien, ya puedes parar, nos tomaremos un descanso. —asiente y de inmediato se sienta en el césped.

Yo la imito y noto que esta vez sí me pasé un poco con el entrenamiento.

—Oye, no quise decirte nada, pero ahora siento que me volveré loca si no te lo pregunto. — dice muy seria.

—¿Qué cosa?

—Bueno, ayer cuando terminó el evento quise acercarme a ti, pero … pero te vi con Elif ¿Qué estaban haciendo?

—¡Oh! Ahora que lo recuerdo, debo hablar con ella esta tarde, por cierto ¿Sabes si siempre va al voluntariado? Tal vez la encuentre ahí y podamos hablar. —Trato de no responder su pregunta pues no le puedo decir nada de lo que me dijo hasta saber algo más.

Ella me mira por un momento y creo que me entiende que no quiera hablar del tema, pero aun así sus facciones cambian denotando algo de enfado.

—Si, siempre va, no se perdería un día para molestarme.

—Yo nunca la he visto molestándote ¿Segura que lo hace? —Digo, pues es verdad, los pocos días que hemos ido con ella al voluntariado, Elif nunca se ha acercado para nada a Sultana.

—Si lo hace, pero supongo que no me creerás, así que olvídalo, solo quería saber que te dijo ayer y porque estabas tan pegado a ella, porque dijiste que no te gustaba el contacto físico en público, pero aun así lo haces con ella.

Y es verdad, lo odio, pero si quiero seguir teniendo información sobre lo que necesito, debo dejar que Elif haga lo que quiera, al fin y al cabo, nadie pensaría mal, pues no dejo que vaya más allá de tomarme del brazo.

«¿Pero por qué le importa tanto eso a Sultana?... Acaso… ¿Acaso está celosa?»

No, ahora eso no importa tanto, aun no puedo decirle nada.

—Tienes razón, Olvidémoslo. —asiente algo triste—Por cierto, en la casa ya tenemos internet, un día de estos puedes ir y te mostraré lo que te dije —me mira confundida — los videos de cómo es la vida de las mujeres de tu país, pero en la ciudad, verás que todo lo que te dije es verdad.

—¿Podemos ir ahora? —se levanta de inmediato—Vamos ahora, tenemos mucho tiempo hasta que llegue Baadir para las fotos, por favor, por favor, porfis ¿Sí? —Junta sus manos y pone una carita de… nada, de nada.

«Muy linda»

Antes de responder, ambos escuchamos como Issadora entra gritando a la casa. Aunque estemos en el patio trasero se escucha perfectamente los gritos de loca que pega llamando a Sultana.

—Espérame, voy a ver que necesita. —la tomo del brazo deteniéndola.

—Recuerda que no tienes que servirle —asiente — te espero aquí, después iremos a ver los videos.

Corre hacia la casa sin darme respuesta, pues Issadora grita con más fuerza.

Empiezo a recoger algunas cosas que traje para el entrenamiento. Cuando me acerco a dejar todo cerca de la puerta que da al sótano, se me caen algunas cosas y me agacho para recogerlas. Noto que hay una pequeña ventana, algo tapada por el césped, pero cuando lo retiro, veo que esta ventana da al sótano donde Eli suele guardar sus cosas.

Cuando nos contó porque duerme en el sofá y porque guarda sus cosas en el sótano, quise con todas mis ganas golpear a su padre, o por lo menos decirle sus cuatro verdades a su madre que es la que en realidad le hace más la vida imposible. Al final no pude hacer nada, pues Sultana me dijo que si hacía algo me dejaría de hablar.

«No sé cómo se dio cuenta de mis intenciones, pero supongo que, muy discreto con mis intenciones no soy.»

— Mi hermana necesita que vaya a comprar unas cintas para el cabello, las necesitaremos para las fotos, así que voy a comprarlas.

—¿Y por qué no va ella? — alza los hombros como si no supiera que su hermana lo hace solo por molestarla — Bueno, ya que, te acompaño.

—No, no, quédate por favor, no me demoro. —Sale corriendo.

Me quedo sentado en la misma posición pensando en todo y nada a la vez. Y cada cosa que pasa por mi mente termina centrándose en una sola persona, Sultana.

Cuando me dispongo a levantarme para entrar a la casa, escucho que en el sótano están tirando algunas cosas. Solo por curiosidad me agacho a la pequeña ventana que descubrí hace un momento y lo que veo me deja perplejo.

Issadora está como loca rompiendo algunas cosas y cuando se acerca a un estante tapado con una tela, la veo sacar unas tijeras y tirar de esa tela. Noto que en ese lugar está toda la ropa de Sultana y la loca de la hermana empieza a romper todo lo que encuentra a su paso, pero se nota que busca algo en específico.

Recuerdo que había guardado mi celular en la maleta que traje con los implementos para el entrenamiento. Lo saco de inmediato y empiezo a grabar todo.

Cuando abre la puerta de un armario viejo, noto el vestido de Sultana y al ver la sonrisa de Issadora mientras lo saca, entiendo que eso era lo que buscaba. Antes siquiera de tratar de pararme para entrar y detener la estupidez que piensa hacer, ella ya lo está destruyendo todo.

Pasan unos minutos y cuando termina de destruir todo el vestido, dejando solo retazos de telas, se levanta y los deja en el mismo armario donde lo encontró. Detengo la grabación que sé que será una prueba irrefutable para que sus padres abran los ojos y vean lo que su “preferida” ha hecho con su hermana.

«Solo espero que no sean unos idiotas y le crean a Issadora»

No pasa mucho tiempo y veo llegar a Sultana, viene muy feliz disfrutando una paleta.




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