Se Paciente Conmigo |terminada|

25

ELIZABETH AYDIN

Mientras sigo arreglando la casa para la llegada de mis familiares, mis padres han ido a comprar algunas cosas al otro pueblo, pues dicen que el evento de hoy es muy importante para la familia. No entiendo y tampoco me quieren decir la razón por la que se hará la fiesta de hoy, pero tampoco insisto.

Alrededor de una hora después, mis padres llegan y tras ellos toda mi familia, tanto materna como paterna. No es tanta en realidad, pues mi madre tiene solo 2 hermanas más y mi padre solo 2 hermanos; cada uno tiene su pareja y un hijo o hija. Es algo raro, pero en la familia de mi padre, solo tienen hijos hombres y en la de mi madre solo mujeres. Mi familia supongo es una excepción.

Mis primos tienen mi edad o son mayores con un año, por lo que se creería que nos llevamos bien, pero no es así, pues mis primos maternos no me soportan «sus palabras, no mías», siempre han preferido a Issadora y los entiendo, no a todo el mundo le puedo caer bien. A mis primos paternos en cambio nunca los conocí, esta es la primera vez que los veo.

—¿Dónde está mi princesa Issadora? —Habla mi tía, obviando mi presencia.

—No está, anda trabajando en la ciudad —dice con orgullo mi madre, pero sé que sigue preocupada por no tener noticias de su hija favorita.

Todos regresan a verla sorprendidos.

—¿En la ciudad? Lo sabía, mi sobrina es tan inteligente y saldrá de este pueblo asqueroso—me mira con desdén—Por lo menos alguien no es un estorbo en esta casa y hace las cosas bien. Estoy tan orgullosa, pero ¿No vendrá hoy para…?

—¡No! —la corta mi madre— no ha podido comunicarse con nosotros, creo que no podrá venir hoy tampoco, pero pasen, no nos quedemos aquí.

Asienten y de inmediato empiezan a entrar, dejándome sus pertenencias para que las cuelgue o las guarde por ahí. Ninguna de mis tías me saluda, igual mis primas, pasan de mí como si tuviera alguna enfermedad. Mis tíos paternos, al contrario, tratan de hacerme la conversa, pero mi madre lo obliga a dirigirse con la familia a la sala.

Al terminar de guardar todas las cosas, incluidas las maletas que trajeron, me dirijo a la sala donde los veo muy felices hablando. Intento sentarme en un rincón para ser partícipe de la charla, pero no alcanzo siquiera a sentarme cuando habla una de mis tías maternas.

—Muchacha, tráenos un café y algún bocadillo porque esta charla va de largo. —asiento.

—Espera, a nosotros tráenos algún jugo, que no sea con mucha azúcar —dice mi prima materna.

No hago más que asentir e ir directo a hacer lo que me pidieron, no quiero tener problemas con nadie.

Mientras estoy preparando el jugo unas voces tras de mí me sobresaltan y volteo.

—¡Hola! —dicen ambos primos paternos mientras estiran sus manos.

—H-hola ¿Qué hacen aquí? ¿Necesitan algo? —miran sus manos y entiendo que quieren que se las estreche.

Cuando tomo sus manos a la vez, para no ser descortés, siento que tiran de mis manos y me abrazan. Al principio me desconcierta la acción, pero de inmediato me siento bien al saber que ellos no me odian.

—Esperamos tanto tiempo para conocerte—habla uno, mientras ambos se alejan—Soy Deniz y él es Ediz, somos tus primos, pero supongo que eso ya lo sabes y creerás que soy un idiota al aclararlo —se detiene—creo que estoy hablado de más, perdóname.

—No hay nada que perdonar, yo también suelo hablar demasiado cuando estoy nerviosa, por cierto, soy Elizabeth, pero me pueden decir Eli.

—Si, este idiota suele hablar de más cuando está nervioso y molesta demasiado, pero tú no te preocupes, habla lo que quieras porque queremos saber mucho de ti.

—¡Sí! cuéntanos todo de ti —dice Deniz muy entusiasmado.

—Ahora no puedo —señalo el jugo— podemos hacerlo en la fiesta, también quiero saber de ustedes.

Ambos empiezan a hablar sin parar, tratan de contarme algunas cosas de su viaje y cuánto esperaban conocerme.

Me ayudan a llevar a la sala las bandejas con jugos y cafés respectivamente, mientras yo llevo los bocadillos que me esmeré haciendo toda la madrugada.

—¡No puedo creer que no puedas hacer ni siquiera eso muchacha! Ellos son hombres, no deben estar repartiendo, de hecho, ni siquiera debieron entrar a la cocina. Coge las bandejas y hazlo tú. —Asiento asustada por la actitud de mi tía.

—No se preocupe —interviene mi tío—Mi hijo y mi sobrino saben que, por ayudar, no se les van a caer las manos y tampoco dejarán de ser hombres. —Mira a mis primos—Así que ya saben, ustedes ayuden a Eli en lo que puedan, no sean maleducados.

—N-no es necesario tío, puedo hacerlo yo sin proble…

—No, nada de peros, de hecho, deja los bocadillos en la mesa, no creo que se les caigan las manos si se estiran un poco para cogerlos. —me hace un espacio a su lado— Ven, siéntate a mi lado y ustedes muchachos sigan por favor.

Así paso sentada a lado de mi tío por un buen tiempo, mientras las miradas que me lanzan mi madre y su familia me atraviesan como dagas. Tanto mis tíos como mis primos tratan de hacerme parte de la conversación, pero al ser la primera vez que soy parte de una conversación, solo contesto con monosílabos, tratando de no enojar ni molestar a nadie con mis intervenciones.

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Al cabo de una hora, la puerta de la cocina es abierta y veo entrar a Baadir y Kiral, los cuales se quedan sorprendidos por las personas que hay en la sala. Inmediatamente me levanto y me dirijo a ellos para tratar de llevarlos al patio.




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