BAADIR GIRAY
Me duele la cabeza solo de pensar en lo que podría pasar ahora. Vine a la ciudad el viernes y desde ese día hasta hoy, he tenido que esperar a que mi padre se digne en darme un poco de su tiempo. No entiendo su actitud, pero siento que ha estado huyendo de mí desde que llegué.
—Entiendo, si..., adiós —termina de hablar por teléfono.
Me hace una señal con la cabeza para que me siente frente a él.
—Ahora si —se acomoda en su asiento—¿Qué necesitas?
—Vaya, pensé que iba a preguntarme por lo menos como estoy —no me mira a los ojos y empieza a acomodar unos papeles de su escritorio ignorándome— ¡Padre! ¿Qué le pasa? —trato de llamar su atención, pero no lo logro, sigue ignorándome.
—Nada ¿Por qué lo dices? —suelta con desinterés.
—Porque ni siquiera me mira a los ojos y ha estado aplazando mi visita desde el viernes, no lo entiendo —por primera vez desde que llegué me mira a los ojos— ¿Hice algo mal?
No responde de inmediato y noto que se debate internamente.
Cuando estoy a punto de hablar otra vez, responde.
—Nada hijo, en verdad no me pasa nada, ahora dime ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar ocupado en tu plan de venganza? —dice muy calmado.
Me preocupa su actitud, nunca lo había visto así. Aun así, continúo.
—De eso precisamente vengo a hablarle. —asiente para que continúe—, creo que sería mejor si hacemos lo que usted dijo desde el principio. Emir debe morir.
No se sorprende como pensé, al contrario, parece más calmado.
—¿Quieres matar a ese tipo? —asiento— ¿Por qué? ¿No se supone que para ti era importante que ese tipo sufra?
Es verdad, yo quería que sufra y de ser posible que el mismo se mate, pero ahora..., ahora no puedo dejar que pase, porque para que él sufra es necesario que mi abejita también lo haga y no pienso permitir eso, no ahora que me he dado cuenta de que ella es más importante para mí que esta estúpida venganza.
Trato de pensar de inmediato en una respuesta que no delate mi verdadera razón. Cuando ya lo tengo, quiero hablar, pero mi padre me conoce y sé que no se le escapa ningún detalle.
—No me digas que ... ¿Te enamoraste de esa muchachita salvaje? —no espera que responda—. Así que por ella planeas botar a la basura todo lo que has hecho. —no lo dice con desdén, pero si me molesta que le diga salvaje.
—No es ninguna salvaje padre, al contrario, es la mujer más dulce que...
—Eso no responde mi pregunta muchacho ¿Estás enamorado, si o no?
Quisiera decir que se equivoca y que no son más que ideas locas que se ha inventado para que no se enoje conmigo y desquite su furia como siempre lo ha hecho, a golpes. Pero no puedo, las palabras "no me gusta" no pueden salir de mi boca porque hasta mi mente se niega a mentirse.
—Si, padre, lo que dice es verdad y por eso necesito su ayuda. —confieso y no me arrepiento, al contrario, me siento liberado.
Sé que mi declaración traerá problemas con mi padre, los cuales no me interesan ahora. Solo quiero salvar a Eli de mi estúpido plan de venganza.
—Te entiendo perfectamente hijo, pero... —me sorprendo su "comprensión" y estoy listo para refutar si dice alguna barbaridad de mi abejita— ¿Ella por lo menos te quiere? ¿O es un sentimiento unilateral?
«Si, yo siempre le gusté desde el principio, es obvio que me quiere.»
—Se que si padre —levanta una ceja mostrando que no me cree del todo—, bueno, no me lo ha dicho directamente, pero le aseguro que así es —se levanta y se dirige al minibar—. Entonces ¿Me ayudará?
No responde a mi pedido y eso me pone inquieto. Su respuesta probablemente sea una negativa de su parte. Incluso creo que sería capaz de desheredarme por decirle tal barbaridad porque sé que él tenía planeado casarme con una chica de mi nivel. Pero esta vez no daré mi brazo a torcer, incluso si eso me lleva a ganarme una golpiza de su parte.
«Esta vez no seré un cobarde.»
—Está bien. Te ayudaré con ese tipo y tú podrás ayudar a esa..., esa muchacha, no sé cómo, pero eso ya no entra en mi competencia, así que no te podré ayudar con un plan para salvarla.
—¿M-me ayudará en serio?
—Ya dije que sí, ahora solo te resta pensar en un plan para ella ¿Podrás? ¿O eso también lo tengo que hacer?
Por un momento me quedo en shock por la actitud de mi padre. Pero antes de que se arrepienta —porque lo conozco—, hablo.
—De hecho...
—Ya pensaste en un plan ¿Verdad? —se sienta nuevamente frente a mí.
«Claro que tengo un plan y esta vez no fallará.»
—Si, pero no sé cómo lo vaya a tomar. —mientras toma un poco de su bebida asiente despreocupado para que continúe. —. Me tengo que casar con ella para que no salga perjudicada.
Como era de esperarse, se atraganta con la bebida y empieza a toser desesperado. Voy en su ayuda y empiezo a golpear su espalda. Tarda un poco, pero se recompone.
— ¡¿De qué diablos hablas?! —me alejo esperando no recibir aún su furia—. Entiendo que te guste, pero ¿No crees que es muy pronto para casarse? —dice aún con dificultad.
—Recuerde que ese pueblo tiene muchas tradiciones extrañas —trato de buscar la excusa perfecta—, ya le conté sobre una, es la que íbamos a usar a nuestro favor para el plan —lo veo pensar y asiente—, y la verdad no quisiera correr el riesgo de que exista otra y la terminen matando por mi culpa.
No pienso dejar que ella salga lastimada, no esta vez. Y tampoco la dejaré en ese pueblo del infierno para que luego, otro imbécil la tome como esposa y la maltrate.
«Sobre mi cadáver.»
— Está bien, haz lo que tengas que hacer —esperaba un poco más de resistencia a mi plan, pero me alegra no tener que lidiar con eso—. De todos modos, esperaba tu regreso para que al fin te cases y tengas la imagen de una familia feliz para poder dejarte la empresa. Ahora mismo tu plan me ayudaría a matar a dos pájaros de un tiro.
Editado: 21.05.2022