AHMED ÜLKER
—Quédate aquí esperando a tu dueño imbécil — amenazo a Kiral con un dedo— y ni se te ocurra seguirme.
—Él no es mi...—aprieto tan fuerte mis manos entre sí, crujen tan fuerte que hasta el perro faldero de ese otro imbécil se acobarda.
Antes de pegar media vuelta y desaparecer, recuerdo.
—¡Oh! Y ni pienses que olvidé que ni siquiera le dijeron a Eli el motivo de mi partida —me acerco lentamente y él retrocede asustado—. Se que ella preguntó por mí y ustedes fueron tan insensibles que no quisieron darle respuesta alguna. Ahora atente a las consecuencias. —palmeo su mejilla irónicamente fuerte para que no piense que estoy bromeando.
Ahora que he dejado las cosas en claro doy media vuelta y me dirijo al único lugar a donde puedo ir en este momento, la plaza del pueblo. No quiero alejarme mucho pero tampoco quiero estar tan cerca de Baadir porque si lo veo sería capaz de romperle todos los dientes a ver si sigue robándole besos a chicas inocentes como mi Sultana.
«Solo con recordarlo me hierve la sangre, maldito.»
Veo un banco a lo lejos, él único libre que tal vez me sirva este momento para alejarme de todos, incluyendo a la gente de este pueblo que, aunque no me han hecho nada a mí, si se lo han hecho a mi Sultana por seguir esas estúpidas tradiciones que...
Detengo mis pasos y me quedo petrificado al sentir unos brazos rodearme desde atrás, que terminan entrelazándose en mi vientre.
Al principio tengo la ligera esperanza de que sea "ella" la que me abraza, pero cuando analizo las manos me suelto de manera brusca al darme cuenta de que alguna intrusa ha osado poner sus manos en mi cuerpo. Cuando me libero, giro de inmediato y veo a la persona con la que menos he querido encontrarme desde que llegué.
Mi mirada no se centra solo en ella, pues su séquito de amigas me aniquila con la mirada, la gente que se encuentra alrededor nos ve sin disimular y ella se ve muy avergonzada.
«Se un caballero, se un caballero...»
—Hola Elif —digo para romper la tensión que se ha formado.
«Muy bueno rompiendo el hielo, no soy.»
Su cara se transforma de avergonzada a muy alegre—demasiado—, que me asusta un poco que esta chica tenga problemas.
—Hola querido ¿Cuánto tiempo sin vernos? ¿Llegaste hoy? —quiero responder y pedirle que no me vuelva a llamar así, pero continúa—, claro que llegaste hoy, porque de otra forma me habrías ido a ver primero ¿Cierto?
Cuando termina trata de abrazarme lo cual obviamente—y gracias a Alá—, me doy cuenta a tiempo para alejarme. Y como era de esperarse, todos me miran desconcertados, pero a mí eso no me interesa.
—Primero, no me llamo querido, soy Ahmed —digo y la cara de sus amigas se transforman mostrando una faceta peor que la anterior—, segundo, llegué el viernes de la semana pasada y no he ido a verte porque he tenido cosas más importantes que hacer, tercero no vuelvas a tocarme sin mi permiso y ...
No alcanzo a decir más, cuando una de sus amigas se acerca a Elif y la abraza, mientras su mirada trata de traspasarme.
—Si la ibas a tratar así ¿Por qué la ilusionaste mandándole cartas de amor en tu ausencia? —reprocha mientras palmea la espalda de su amiga.
«Confirmado, están locas.»
—No te metas Ester, esto es algo entre él y yo —interviene Elif nerviosa.
—Pero amiga...
—¡Ya te dije que no te metas! —me mira a los ojos y por una extraña razón entiendo lo que quiere decirme, o más bien, rogarme.
No hay que ser muy inteligente para darse cuenta de que Elif les ha estado mintiendo sobre nosotros, tal vez les hizo creer a sus amigas que entre nosotros había algo, pero eso no pasaría ni en un millón de años.
—Creo que aquí hay un malentendido..., señorita. Pero entre Elif y yo...
—¡Está bien, está bien Ahmed! No tienes que aclarar nada —interviene aun nerviosa y se gira hacia sus amigas—, ustedes pueden irse, necesito hablar en privado con él.
Sus amigas contrario a lo que pensé, no refutan ni preguntan las razones por las que Elif las trata así, solo dan media vuelta y se pierden.
Mis manos instintivamente se cruzan mientras espero una explicación de lo que acaba de pasar. Elif ni siquiera me mira a los ojos y antes de que diga alguna excusa barata, recuerdo algo que debía decirme justo el día que partí, que obviamente es más importante que sus estúpidas mentiras.
—Mira Elif, yo no tengo mucha paciencia y peor aún si compromete mi imagen frente a los demás. Entiendes de lo que te hablo, ¿Verdad? —asiente aun mirando al suelo avergonzada.
—Yo lo siento, pero..., ellas interpretaron mal las...
—Ya no me importa —me mira—, solo no lo vuelvas a hacer porque la próxima vez, haré que todo el pueblo se entere de la mentira y quien la inventó. Te aseguro que no me interesa como quedarías ante el pueblo, no soy tu abuelo para andar tapando las cosas que haces. Así que te recomiendo que no lo sigas haciendo.
—Si si, no va a volver a pasar cari... —cierro los ojos esperando que no termine esa maldita palabra—, perdón, Ahmed.
—Ya olvídalo —asiente y me muestra una sonrisa de oreja a oreja—, ahora necesito que me digas lo que averiguaste de Baadir y Emir.
—¡Ah, eso! Casi lo olvido, ha pasado tanto tiempo, pero me enteré de pocas cosas —asiento para que continúe—, antes debes cumplir tu palabra ¿Aún la recuerdas verdad?
No es gran cosa lo que debo decirle, de hecho, me pareció muy estúpido cuando lo preguntó, pues le podría inventar cualquier cosa y ella lo tomaría como verdad.
—Claro que lo recuerdo. Solo busco información porque trabajo para el padre de Baadir y él me pide información sobre los pasos de su hijo. Algo como lo que tu amiga que nos está mirando entre los arbustos hace con tu abuelo —señalo disimuladamente donde efectivamente está una de sus amigas espiándonos.
Editado: 21.05.2022