Se Paciente Conmigo |terminada|

32

AHMED ÜLKER

—No aprende señorita Amery ¿Verdad? —digo tratando de guardar la calma.

Anastasia solo se limita a mostrar esa sonrisa que una vez amé, pero que ahora mismo solo me fastidia.

Me extiende la pequeña bandeja que tiene entre las manos y habla.

—Hice Karniyarik, espero te guste —no lo tomo, solo me limito a verla —. Lo hice con esa muchacha —señala por donde pasaron hace un momento Baadir y mi Sultana.

Eso es lo que más me preocupa ahora mismo. Mi Sultana debe estar haciéndose tantas ideas en la cabeza y todo por mi estúpida culpa al no tomar acciones contundentes contra esta mujer desde antes.

—Mire señorita Amery, no sé qué vino a buscar y creo que suficiente he tenido con las bajezas que ha hecho. Así que el compromiso que tenía con su abogada de no ponerle una orden de restricción lo romperé y lo haré, porque no pienso soportar más su insolencia.

Contrario a lo que pensé que haría, esboza una sonrisa más amplia.

—No podrás hacerlo —cruzo mis brazos esperando que continúe con su estupidez—. Recuerda que estamos en Vakirust y aquí no tengo antecedentes, así que me tendrás tras de ti todo el tiempo, porque no pienso darme por vencida, tú volverás conmigo, ya verás cariño.

«Suficiente»

—Mire señorita ...

Me detengo al escuchar como bajan corriendo desde el segundo piso. Me doy cuenta de inmediato que es mi Sultana y tengo el impulso de ir tras ella.

—Sultana —digo para que se detenga, pero hace caso omiso a mi llamado.

—Adiós Elizabeth, gracias por tu ayuda —dice la mujer que tengo a lado mientras sonríe victoriosa.

Para cuando me doy cuenta, Elizabeth ya se ha marchado.

«Síguela, síguela, ¡Ahora!»

Intento seguir a mi Sultana, pero me detengo cuando Anastasia me tira todo el platillo que traía encima. Intenta disculparse y trata de acercarse para limpiarme, pero yo no se lo permito, jamás dejaría que alguien que no sea de mi entera confianza me toque.

Mientras me limpio, veo a Baadir bajar por las escaleras muy tranquilo. A mi mente llega la imagen de él drogándose hace unas horas y se junta con la imagen que tengo de mi Sultana saliendo despavorida de arriba.

Sin pensarlo mucho voy directo contra él que ni se inmuta y lo estampo contra la pared.

—¿Qué le hiciste imbécil?

El imbécil solo ríe y eso me hace poner más fuerza contra él para que pare su estúpida risa.

—No te atreverías a golpearme, así que ya suéltame ridículo. —Habla tranquilo.

Tiene razón, no soy mucho de pelear, pero eso no me detendrá de darle por lo menos un buen golpe para que se acuerde de mí y me diga que le hizo a mi Sultana.

—Cálmate Ahmed, por favor, tú no eres así. —dice esa mujer y trata de poner sus manos sobre las mías.

—Cállese, este no es su asunto y ni piense ponerme una mano encima. —Digo sin mirarla.

—Hazle caso a tu noviecita Ahmed, tú no eres así. —dice lo último con sarcasmo.

Esta vez ni siquiera lo analizo y le doy el primer golpe que lo deja en el suelo. No pensó que lo iba a hacer y por eso se confió demasiado. Veo un poco de sangre en su labio y su pómulo se torna rojo.

Me agacho a su altura y lo tomo del cuello de la camisa para que me vea.

—No volveré a repetirlo ¿Qué carajos le hiciste?

Esta vez noto que su mirada ya no se muestra tan confiada como antes. Al no responder, alzo mi brazo nuevamente para propinarle otro golpe.

—Elizabeth, que bueno que regresaste. —espeta esa mujer.

Y como si hubiéramos hecho algo malo, Baadir y yo nos levantamos en menos de un segundo y nos acomodamos tratando de parecer lo más normal posible.

«Que no vea el golpe que le di, que no se de cuenta, esa mujer me va a matar.»

Cuando termino de acomodarme, busco con la mirada desde la puerta hasta la sala y no veo a nadie. Noto que Baadir hace lo mismo. Al darnos cuenta de que es una mentira regresamos nuestras miradas a Anastasia.

—Wow, no pensé que la palabra mágica para calmarlos sería "Elizabeth" —se ve molesta—, pero ahora que ya se calmaron déjenme decirles que no tengo donde quedarme y quisiera ...

Estoy por hablar y decirle que ni piense que se quedará aquí, cuando ese idiota empieza.

—No sé qué viniste a hacer a mi casa, pero no quiero verte aquí —ella intenta hablar, pero él continúa— y no, no me interesa que no tengas donde quedarte.

—No es justo —hace un puchero— ¿Vas a dejar que pase la noche en algún lugar de mala muerte en este pueblo?

—Si y no me interesa —dice cortante y si no fuera porque me cae mal, le aplaudiría a Baadir—. Por cierto, si tienen alguna cosa pendiente entre ustedes —nos señala—, háganlo de puertas para afuera de mi casa y, sobre todo —se toma un tiempo antes de seguir—, no lo hagan frente a Elizabeth, adiós.

Se va sin esperar respuesta alguna y mientras lo hace, analizo sus palabras.

«¿Qué le pasa con mi Sultana? ¿Ya no es su "Abejita"? Bueno pues me alegro de que ya no lo sea.»

—¿Qué le pasa a Baadir? —regresa a verme—, bueno tú no me dejarás a mi suerte ¿verdad?

Esbozo una pequeña sonrisa y ella me sigue. Y antes de que se haga ideas en la cabeza, la tomo del brazo y la llevo hasta la puerta.

—¿Q-qué haces Ahmed? —la suelto al llegar al pórtico.

—Antes no la podía echar señorita Amery, porque no es mi casa, pero ahora que sé que ni Baadir la soporta puedo hacerlo.

Intenta hablar, pero soy más rápido y cierro la puerta en su cara. No me olvido del seguro claro está, pues con esta mujer puedo esperar de todo.

Mientras escucho el berrinche que esa mujer está haciendo afuera, subo las escaleras hasta mi habitación para tomar una ducha rápida antes de ir al voluntariado. No planeo dejar las cosas así con mi Sultana. Se que ahora mismo tal vez se está haciendo varias ideas que no son y prefiero aclararlas todas hoy mismo.




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