Se Paciente Conmigo |terminada|

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ELIZABETH AYDIN

Hoy toda mi vida cambiará para siempre. Estoy tan feliz porque ya tengo todo planeado para escapar con Ahmed. Tuve incluso que despertar muy temprano para darle mis cosas a Ahmed. Él me había dejado indicaciones junto a mis cosas para que hoy todo lo hagamos con precaución y así nadie nos descubra.

Tengo planeado incluso pasar por Hanan para despedirme y agradecer a mi maestra por toda su ayuda y cariño brindado durante todo el tiempo que estuvo conmigo. De ahí partiré a donde me lleve Ahmed y no importa a donde, solo sé que confío en él y no me importaría ir hasta el otro lado del mundo si así me lo pide.

Cuando termino de pensar, me siento en una banca para poder comer antes de que empiece el siguiente curso del voluntariado. Saco mi pequeño lunch y cuando me dispongo a comer me doy cuenta de que Elif y sus amigas se sientan en una banca justo a mi lado.

«¿Coincidencia? No lo creo»

Intento no prestar atención a las cosas que dicen, pero cuando hablan de cierta persona, me es imposible no escuchar.

—Si chicas —alza la voz—, mi abuelo hablará esta misma noche con Ahmed para que acepte mi mano.

—No entiendo ¿No se supone que el hombre es el que debe hacer eso? —interviene una de sus amigas.

—Si, pero en nuestro caso es diferente —baja la voz y yo aparto mi cabello para poder escuchar mejor—, en este caso mi honor está en juego.

—Pero ¿Por qué? —pregunta otra y se lo agradezco internamente pues yo también estoy con la intriga.

—¿Recuerdan ese día que nos vimos en la plaza? —todas asienten—. Pues ese día todas las personas que nos vieron asumieron que era mi prometido por cómo nos abrazamos y demostramos cuanto nos extrañamos.

«Si claro, de seguro Ahmed se deja abrazar fácilmente. Mentirosa.»

—Por eso fueron con mi abuelo a felicitarlo por mi compromiso, pero ustedes saben que eso aun no pasa.

—Y tampoco pasará por lo que vi cuando... —interrumpe una y veo como Elif le da un manotazo para que se calle.

—Ay ya cállate que no sabes nada —le corta—. Es obvio que pasará, Ahmed me lo dijo y para acelerar el proceso y que mi honor no esté en tela de duda, mi abuelo hablará con él y por fin seré su prometida, como lo habíamos planeado desde hace tiempo.

Estoy a punto de reírme porque se que todo lo que dice es mentira. Esta vez no caigo en las mentiras que dice porque confío en Ahmed, además, de todo lo que dijo se que él nunca lo haría, lo conozco.

—¡Hey tú! —me dice Elif—¿Qué piensas de lo que dije?

Noto que todas esperan alguna reacción de descontento de mi parte, sobre todo cuando empiezan a reír por lo bajo.

—¿Qué cosa? ¿Me dijeron algo? —me hago la desentendida.

—¿Acaso no escuchaste de mi futuro compromiso con Ahmed? —habla irritada Elif.

—No, no escucho conversaciones ajenas —sus amigas están por decir algo pero continúo—. Pero de todos modos me alegro, espero sean muy felices. —les brindo una sonrisa que más que alegrarlas, les molesta.

—Gracias por tus buenos deseos y espero no te sientas mal porque opacaremos tu boda con nuestra fiesta de compromiso —trata de molestarme, pero no lo logra.

—No, claro que no me sentiré mal, al contrario, estaré contenta por ustedes que hacen una bonita pareja.

No se que me pasa, yo no suelo ser así. Pero esta vez creo que ya me he cansado y he tomado el valor para enfrentar a Elif y sus amigas antes de marcharme, lo cual creo que no está mal.

Tanto Elif como sus amigas se levantan y se van sin agregar más. Cuando ya las veo algo lejos empiezo a reír —no tan fuerte para no llamar la atención— pero me detengo de inmediato cuando escucho a alguien aclarando su garganta tras de mí.

Giro mi cabeza y a quien veo es a Max, el cual se ve muy diferente a como suele venir. Se ve desaliñado, con ojeras y el cabello hecho un nido de pájaros.

—¿Estás bien? —empiezo.

— Claro que estoy bien ¿No me ves? —dice con ironía.

«Ya no más, ya me harté de ser la pobre ilusa que se preocupa por todos mientras me tratan mal.»

— Entiendo. —me levanto para irme, pero me detengo cuando se pone frente a mí cerrándome el paso.

Se acerca demasiado que invade mi espacio personal.

—Dime ¿A cuál de tus noviecitos le tengo que agradecer todo lo que me hicieron? ¿A tus guardaespaldas o a Emir?

—¿Qué te hicieron? No entiendo.

Empieza a reír como si le hubiera contado el chiste más gracioso.

—Vaya que eres descarada —me toma del brazo haciéndome daño—. Uno de tus noviecitos les mostró a mis padres unas fotos mías besándome con Liz, encima sus padres también se enteraron y ahora no me queda más remedio que casarme con esa inválida

Jamás me imaginé que Max estuviera conquistando a Liz. Es una chica del pueblo que debido a un problema en su andar que no pudieron arreglar los médicos, todos los hombres huyen de un compromiso con ella a pesar de ser muy inteligente y hermosa.

—No sé quién les haya mostrado a tus padres o a los padres de Liz esas fotos, pero no creo que en ellas se vea algo que no pasó, así que un mal no te hizo —me suelto de su agarre y este me mira sorprendido—. Solo mostró lo que hiciste con ella y ahora debes hacerte responsable de tus actos o el honor de ella estará por los suelos.

Antes de que diga algo más y me haga perder el tiempo lo aparto y me voy del lugar.

Me siento bien al haber enfrentado por primera vez a alguien —bueno, dos si contamos a Elif—, y no lo hice por mala persona, solo me di mi lugar y no dejé que se aprovechen de mí, lo cual debí hacer desde hace mucho tiempo.

Me siento bien al haber enfrentado por primera vez a alguien —bueno, dos si contamos a Elif—, y no lo hice por mala persona, solo me di mi lugar y no dejé que se aprovechen de mí, lo cual debí hacer desde hace mucho tiempo




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