Se Paciente Conmigo |terminada|

EPÍLOGO

AHMED ÜLKER

—Ya llegamos Sultana —digo despacio tratando de levantarla—, despierta.

Empieza a removerse hasta que abre los ojos completamente.

—¿Ya llegamos? —dice casi triste— Yo quería ver las nubes de cerca por última vez, debiste levantarme.

—Perdóname —tomo su cara entre mis manos—. Prometo llevarte de viaje más seguido para que puedas verlas cuando tú quieras.

Asiente y para mi sorpresa se acerca y deja un casto beso en mis labios.

—Te perdono, ahora ¿Por dónde bajamos?

«¡¡¡Me acaba de besar!!!»

Señalo la puerta y la ayudo a desabrochar su cinturón, no puedo formular palabra alguna, el beso me ha dejado callado. Caminamos hasta la puerta y cuando estamos a punto de salir, veo subir a Asil hasta que queda frente a nosotros.

—Sayin ... (Señor)—inspecciona a mi Sultana de pies a cabeza lo cual me molesta.

— Buradayım (Estoy aquí) —me señalo— Sorun ne? (¿Qué pasa?)

—Bayan böyle aşağı inemez (La señorita no puede bajar así).

—Her şeyden önce o Ülker Hanım. İkincisi, neden çıkamıyor? (En primer lugar, es la Señora Ülker. En segundo lugar, ¿Por qué no puede salir?)

—¿Pueden hablar en inglés por favor? —interrumpe mi esposa— No entiendo nada.

—Ya la escuchaste. —digo y Asil asiente.

—La señora no puede bajar así porque está haciendo mucho frío, podría congelarse —«lo había olvidado, soy un imbécil»—. Y no se si quiera cubrirla porque los reporteros están en la puerta esperando su llegada. Podríamos sacarla por detrás del aeropuerto si usted...

—No —digo tajante—, no hay razón para sacarla por la puerta de atrás. Por cierto ¿Dónde están mi padre y abuelo?

—Están justo frente a los reporteros, me dijeron que no han podido librarse de ellos y prefieren dejarlos estar.

—Entiendo, entonces vamos —intento seguir.

—Espere señor —me detengo.

Lo veo sacarse el abrigo y por un momento no entiendo por qué lo hace hasta que se lo ofrece a mi Sultana. Ella me ve dudosa antes de aceptarlo y dado que no tengo mi abrigo para ofrecerle, asiento para que coja lo que Asil le está ofreciendo.

Se lo pone y noto que el abrigo le queda enorme, lo cual agradezco pues incluso le llega a tapar las piernas del frío. No quiero que se congele por lo que tomo la bufanda que tiene Asil en el cuello y se la coloco también.

«Asil puede soportar el frío, ella no.»

Bajamos ahora sí del avión y veo a Anastasia más nerviosa de lo que ha estado en todo el viaje.

—Vamos, ellos están esperando allá —señalo.

—Creo que..., creo que mejor salgo por otro lado —empieza Anastasia—, luego, cuando le cuentes que me has encontrado nos reuniremos y...

—No, prometiste afrontarlo, vamos.

Niega con la cabeza y estoy a punto de llamar a un guardaespaldas para que la cargue y la lleve; pero cuando veo que mi Sultana la toma de la mano, descarto la idea.

—Yo estaré a su lado señorita Anastasia y si el señor Ülker no la quiere ver, nos iremos las dos.

«Eso sí que no.»

—Gracias hija —regresa a verme—. Vamos Ahmed.

«¿Por qué a ella le dice hija y a mí...? ¡Ah!, no me importa.»

Avanzo frente a ellas pues quiero entrar primero para que la atención de todos se centre en mí y no en ellas para no abrumarlas.

Abro la puerta y como era de esperarse, empiezan los flashes de las cámaras y gritos de los reporteros los cuales se encuentran a una buena distancia de nosotros. No logran pasar hasta donde estoy gracias a la seguridad que ha contratado mi padre, lo cual agradezco.

—¡Oğul! (¡Hijo!) —escucho, antes de recibir el abrazo de mi padre.

—Benim Ahmed (Mi Ahmed) —dice mi abuelo y se une al abrazo.

No me gusta este tipo de escenas frente a tanta gente por lo que me libero de inmediato. Ellos no se ven afectados por mi actuar pues me conocen bien.

—Sonunda buradasın, bilemezsin Allah'tan sana hayır getirmesi için ne kadar dua ettim, deden bile... (Al fin estás aquí, no sabes cuánto he rezado para que Alá te traiga con bien, incluso tu abuelo...) —se detiene mi padre cuando mira tras de mí.

Se ha formado un silencio absoluto. Incluso los reporteros han dejado de gritar.

Mi padre se tambalea un poco y mi abuelo me ayuda a estabilizarlo. Regreso mi mirada y noto que ya están aquí, mi esposa y Anastasia están tras de mí. Dan unos pasos restantes para quedar a un metro de nosotros.

—Bue-buenas ¿tardes? —empieza mi Sultana nerviosa—Yo, ella... Ahmed, ayúdame.

—¡Oh! sí. —empiezo a hablar en inglés.

Poniéndome detrás de ellas las acercó más hacia mi padre y abuelo que no han dicho nada. Sus miradas desconcertadas y nada discretas se intercalan entre mi Sultana y Anastasia.

—Padre, abuelo, antes que nada, les pido que hablen en inglés o no les entenderán. Ahora sí, esta es la sorpresa que tenía para ustedes —señalo a Anastasia—. Encontré a Anastasia y ...—señalo a mi esposa—, ella es...

—¿Mi hija? —interrumpe mi padre casi en un susurro.

—¡¿Qué?! —decimos mi abuelo y yo al mismo tiempo.

—Es mi hija... —mira a Anastasia dolido— Te llevaste a mi hija ¿Por qué me hiciste esto?

Antes de corregir su error, él se acerca y toma a MI esposa para abrazarla. Ella grita que la suelte y trata de alejarse de mi padre, está asustada. De inmediato reacciono acercándome para separarla de mi padre. Sé que su reacción es racional por todo lo que ha pasado en Vakirust, pero mi padre no lo sabe y se aferra más a ella.

—¡Suéltala! —escucho decir a Anastasia también preocupada — Ella no es tu hija.

Hago el último esfuerzo y logro liberar a mi esposa de los brazos de mi padre. Casi al instante ella me abraza y esconde su cara entre mi pecho. Mi padre, por el contrario, se ve algo confundido y dolido a la vez.

—Entonces... ella es... —continúa mi padre.




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