Sé que es mejor para ti.

Capítulo 10. La presión de la bruja de mi madrina. Leonardo.

Cuando me desperté y no encontré a mi madrina, la mujer más pesada y prepotente del mundo, mi corazón cantó un himno de alegría. Ya pensaba, que se había ido a algún lugar y preferiblemente lejos, pero al ver su maleta en la habitación grande, mi buen humor se marchó. Demasiado temprano comencé a regocijarme.

Fui a la cocina, corté un trozo de pan, calenté las chuletas y pasta de ayer en el microondas y me preparé un café. Al organizar un desayuno digno de un rey, volví a mi habitación. Tenía que conseguir aumentar el nivel de protección de nuestro castillo para mi "Princesa". Tenía muchas ganas de sorprenderla, cuando ella entrará al juego por la tarde.

Mientras luchaba contra todos los monstruos, que me atacaban sin descanso y piedad, Elvira regresó a casa. Ni siquiera la escuché entrar en mi habitación. Una vez más, no cerré la puerta con la llave, porque mis manos estaban ocupadas con los platos y el vaso de café, tampoco pensaba que mi pesadilla vuelve tan temprano.

Mi madrina me tiró con fuerza del hombro, yo no tuve tiempo de esquivar el golpe de uno de los monstruos, y él me mató. "¡Maldita sea! Ahora tengo que empezar de nuevo" - pensé, maldiciendo a Elvira, no al monstruo.

- ¿Por qué viniste? ¿Qué quieres de mí? - Yo empecé a enfadarme.

- ¿No estás cansado de vivir una vida virtual? – preguntó ella.

- No, no estoy cansado. - le contesté furioso, - ¿y tú no estás cansada de espiar la vida de otras personas?

- Lo siento, pero lo necesitaba para saber cómo ayudarte, - se justificó mi madrina.

- ¿Quién te dijo que necesito tú ayuda? - Me indigné. ¿Que se cree?

- Por supuesto ninguna, si estás feliz, sentado en esta pocilga perdiendo los mejores años de tu vida, - dijo con desprecio y señaló una taza de café y dos platos sucios.

- Lo limpiaré, cuando esté libre, - respondí con rudeza.

Ella se equivocó, viendo unos platos sucios, y levantó una tormenta en un vaso. “¿Cuándo nos dejará en paz?” - recé a todos los Santos.

- A juzgar por ti, nunca serás libre de eso.

- ¿De qué hablas?

- ¿Juegas videojuegos a costa de tareas laborales, sueño, ejercicio y relaciones con la familia y amigos?

- ¿Y a ti te que importa? – exclamé enfadado, porque entendí que tenía razón.

- Si, me importa, porque te has convertido en un rehén voluntario de esta habitación, esta computadora, este juego. Estas confundiendo la vida real con la virtual. Mas bien prefieres estar escondido detrás de la pantalla, porque allá tú eres famoso “Astro”, cuando en realidad eres un gordo patán. Por eso no quieres salir de este pantano. Los síntomas de problemas con adicción a internet se enumeran en un libro de referencias, que usan los médicos de la salud mental. ¿Sabes que te espera? - ahora mi madrina estaba empezando presionarme más.

- ¿Crees que soy adicto a la computadora? ¿No me conoces en absoluto? ¡Ayer apareciste aquí y ahora me acusas de diablo sabe qué! ¿Quién te dio el derecho de interferir en mi vida? ¿Espiarme? ¿Qué sabes tú de mi vida? - grité, porque realmente me dolieron sus palabras, aunque tuviera razón.

- Interfiero, porque no eres un extraño para mí, - de repente, con mucha calma, respondió ella, confundiéndome.

- ¿Dónde has estado antes?

- Sí, tienes razón, he estado inmersa en mis propios miedos y resentimientos durante demasiado tiempo y no quería ver, que mi familia necesitaba mi ayuda y apoyo. Me di cuenta de que estaba equivocada, así que ahora estoy aquí para ayudarte a ti y a tu madre. – dijo ella y vi una especie de dolor en sus ojos, - Sabes, es de gente fuerte e inteligente, comprender sus errores y tratar de corregirlos.

- ¿Y de dónde sacaste la idea de que soy infeliz? - Pregunté desafiante, incrédulo.

- Sí, porque ni siquiera puedes reunirte con tus amigos en línea con cara abierta, porque tienes miedo de que te vean y comprendan, que el genial "Astro" es en realidad un gordo y débil perdedor. Y no estoy hablando de tu chica, "Princesa Leia", creo. ¿Tampoco te conoce realmente? - empezó a apretarme contra la pared, aunque sin tocarme.

- ¡No es asunto tuyo! No necesito tu ayuda. ¿Quién te dio permiso entrar en mi vida? – le grité, porque estaba nervioso. Esa mujer me sacaba de quicio.

- ¡Porque sé que es mejor para ti! – gritó ella también.

- ¡Tú no sabes nada! ¡Vete de aquí!

- Bueno, no te molestare más. Pero cuando querrás, que ella te bese en la vida real, como un hombre llamado leonardo, y no como el “Astro” ficticio, cuando querrás, que ella te abrace contra su pecho, para que sientas su calor y los latidos de su corazón, cuando querrás, que ella gimiera debajo de ti por el orgasmo y gritara tu nombre real en un arrebato de pasión, ven a mí, te ayudaré, —dijo Elvira en voz baja, pero en un tono tan firme y profundo, que cada palabra suya latía en mi cabeza como una alarma, y ​​dejó mi cuarto.

Me quedé solo en la habitación, sentí que sus palabras permanecían conmigo. Ella tenía toda la razón. No vivía mi vida, solo existía virtualmente. ¿Cuánto tiempo podría durar esto? Sobre todo, ahora, cuando sabía que un sinvergüenza besaba y abrazaba mi Princesa en la vida real, y yo solo la tenía en este maldito juego, que algún día le aburrirá. Tenía miedo de no tardar mucho en volverme loco y hacer algo terrible. Yo quería tanto a Fabiola, quería mucho más que ese tipo en el estacionamiento de la academia. Soñaba tenerla cerca de mí, abrazarla y sentir el latido de su corazón, al menos una vez.

Cogí los platos sucios y fui a la cocina a lavarlos. Tenía mucho que pensar, porque la propuesta de la ayuda de Elvira sonaba muy traicionera. Lo presentía.




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