Sé que es mejor para ti.

Capítulo 12. El amor de una madre. Elvira.

Entendí dónde estaba el punto débil de Leonardo. Ese era su amor por "Princesa". Fue un poco cruel golpearlo en donde más le dolía, pero no vi ninguna otra salida para agitarlo. La gente normalmente no acepta la crítica y lógica, si no es la suya propia. Entonces necesita golpearlos, para que empiezan a reaccionar. En psicología se llama terapia de choque.

 Le dibujé una imagen colorida de cómo podría ser su vida, para que Leo comenzara a pensar con la cabeza y esforzarse para recuperar su vida. Ofrecí mi ayuda. Ahora todo dependía de él. Él mismo tenía que venir a mí, pedirme mi apoyo. De otra manera no funcionaría. Estaba segura, sabiendo muy bien, que vendría. Una persona normal nunca rechazaría tal regalo. Y esperaba que Leo era normal.

Mientras él estaba pensando, llamé a Megan, aunque en Los Ángeles ya era muy tarde, y le pedí que me enviara las fotos de Franz Reed y Tony Cano a mi correo electrónico. Quería sus imágenes antes y después, que empezáramos a trabajar con ellos. Pensé que, si mi ahijado veía de lo que yo era capaz, rápidamente creería en el éxito. En cuanto recibí lo que pedí, llamé a Leo, que estaba parado en el pasillo, sin atreverse a entrar en mí habitación por orgullo o por el miedo, y le mostré las fotos en su ordenador.

- También ellos pensaron que no se podía hacer nada, pero ahora ves por ti mismo, cómo han cambiado y no solo exteriormente. Su gran cambio tuvo lugar por dentro. Dejaron de sentir lástima por ellos mismos, cambiaron sus hábitos nocivos y se convirtieron en ganadores. – Expliqué con cierto orgullo.

- Está bien, ¿qué debo hacer? - preguntó, rindiéndose.

- Lo primero, necesito sacarte unas fotos y ver qué podemos crear con la metería prima, que tienes. Mis diseñadores trabajaran con ellas y me mandaran proyectos, cuál podría ser el resultado final. Entonces tú y yo elegiremos la opción que consideres la mejor para ti y empezaremos a trabajar, - le dije con un tono tranquilizador.

- O´key.

- Desnudade, - ordené, pero, cuando vi un pánico en sus ojos, le tranquilicé sonriendo, - Es para tomar unas fotos. Tú, como hombre, no me interesas.

Tomé unas veinte fotografías de Leo en calzoncillos. Él chico estaba muerto de vergüenza y no sabía a donde poner las manos, siempre intentaba taparse. Al final saqué las fotos desde diferentes ángulos (una vista, os diré, poco agradable) y se las envié a Megan.

- Mañana iremos a un nutricionista y tenemos que buscar un buen entrenador personal. Yo misma llevaré tu apoyo psicológico. ¿No te importa? - Le pregunté, sabiendo con certeza, que estaría de acuerdo, pero de esta manera le di el derecho a elegir. Esto era necesario, porque Leo tenía que entender, que esa era su decisión, su elección.

- Está bien, estoy de acuerdo, - respondió, y quiso ir a su habitación.

- ¡Espera! -  le paré, - Puedes ir al super, quiero cocinar la cena yo misma. Tengo una receta increíble. Podría ir yo, pero estoy cayendo de sueño. Te doy la lista.

Hice este pedido por dos razones, lo primero, quería sacar este fastidio de su cueva, porque sabía que otra vez va a jugar en su estúpido juego, y segundo, estaba pensando cambiar un poco los hábitos alimenticios de mi familia, porque la pasta me gustaba, pero no estaba dispuesta comerla todos los días.

- Está bien, sólo dame unos minutos para terminar el trabajo, - dijo sin mucho entusiasmo.

Estaba encantada, porque hasta ahora todo iba bien. Mi ahijado aceptó mi ayuda y conseguí un médico para Olga, que parece ser el mejor. Por eso fui a dormir con placer y satisfecho.

Por la tarde, arrastré a Leo a la cocina, con el pretexto para ayudarme a hacer la ensalada “California”. Así le saqué todos sus secretos de manera fácil sin forzarlo mucho. Resulta, que él quería hacer el servicio militar, como cada hombre, pero su madre exigió, que entrara en la universidad de inmediato. Tampoco le escuchó, cuando dijo, que quería ir a Corea del Sur para trabajar y hacer master allí, después de graduarse, incluso recibió una llamada y invitación. Entonces su madre le encontró este trabajo en ayuntamiento, para no dejarle ir lejos.

 Así empezó todo. Se encerró en su habitación, o más bien en su mundo. Estaba bastante feliz, hasta que apareció Fabiola "Princesa Leia". Por primera vez la vio en el pasillo de la academia de las artes, donde él arreglaba internet. Se enamoró de ella enseguida. Luego la encontró en una red social.

Como resultado, Leonardo se enamoró tanto de ella, que comenzó a seguirla, o más bien a esperarla cerca de la academia, sin atreverse a acercarse a ella. La guapa, naturalmente, no lo vio. Y él, comido por los celos, la vergüenza y el miedo, no podría negarse a mirarla en directo, aunque fueran cinco minutos de lejos. Sentí mucha lástima por él.

Nos sentamos a cenar a las seis de la tarde, cuando Olga regresó del trabajo en el colegio. Yo puse la ensalada en el centro de la mesa y ella se metió en el frigorífico con la cabeza, en busca de los platos de ayer. "Así es como un amor maternal y protección ilimitada puede hacer infeliz a su propio hijo". - Pensé, pero no dije nada en voz alta, no quería enfadarla y molestarla antes de la visita al médico. Después la llevé a mi habitación y le dije:

- Tengo buenas noticias para ti. Mañana te recibirá el doctor Carmona a las doce de la mañana en su clínica, es el mejor especialista en esa área, y yo iré contigo y te apoyaré, - le dije, pero en mi opinión, ella no estaba contenta.

- ¿Para qué?  Te dije, que ya había aceptado mi destino. - dijo Olga con irritación. - Te pedí, que ayudaras a mi hijo, no a mí.

- Escucha, Olga, entiendo, que fue muy duro para ti escuchar ese terrible diagnóstico. Te entiendo, porque te viniste abajo y decidiste rendirte, pero esto está mal. Tienes que pelear y luchar por la vida con todas tus fuerzas. ¡No puede bajar los brazos! ¡Tiene que luchar por ti misma, por su hijo, por mí! Han pasado treinta años desde que murió mi madre. La medicina no se detiene en el mismo punto. Hay muchos avances. Dr. Carmona es un muy buen médico en esta área. También veo, que no estas tan mal, como lo estaba mi madre. ¡Mira, cómo comías las chuletas! ¡Así que no todo está perdido todavía, querida prima! -  Intentaba convencerla sin mucha presión.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.