Sé que es mejor para ti.

Capítulo 21. Sobre el amor y hombres. Elvira.

Regresé a casa, pero no encontré a nadie. Lo más probable, que Leo estuviera entrenando, y Olga estaría en la escuela, o también en el gimnasio. Últimamente ha estado frecuentando allí por alguna razón, supuestamente para apoyar a su hijo y también mejorar su estado físico. No me parecía mal, hasta el momento que Leo me contó sus sospechas.

Él estaba preocupado por su madre, porque veía que Enzo no estaba interesado en Olga en absoluto. Le prometí hablar con mi prima. Podría entender, que ella se fijó en un hombre como Enzo, aunque no era guapo, pero tenía un cuerpo de invidia.

En estos dos meces, que viví con ellos, nunca vi Olga saliendo con un hombre. “A lo mejor simplemente quería un poco de cariño. Enzo para esto está muy bien,” – pensé, pero recordé, que Leo dijo. – “Tenía razón. Si su madre quiere divertirse, que lo haga en otro sitio y no rompe el proceso de entrenamiento.”

Finalmente, mis familiares regresaron a casa. Como esperaba, ella estaba en el gimnasio durante el entrenamiento. Al ver su cara tonta de una extraña felicidad, entendí, que mi prima se enamoró de Enzo, era comprensible, pero no debería molestar a nuestra causa. Sobre todo, cuando Leo me hizo un gesto, como preguntando, cuando hablo yo con ella. Estaba muy molesto.

Envié a mi ahijado a preparar la cena en la cocina, y yo llevé a Olga a la habitación y comencé a regañarla:

- Olga, entiendo que te gusta Enzo, pero con tu presencia puedes arruinar el resultado del entrenamiento.

- ¿De qué? Me siento allí, como un ratoncito, y no molesto a nadie, - se excusó, pero no negó, que realmente estaba enamorada del entrenador.

- Si estás tan interesada en él, ¿por qué no le pides un entrenamiento individual, pero no en el momento, cuando está comprometido con Leo? - sugerí.

- Yo quería, pero me dijo que no tenía tiempo libre para lecciones individuales, solo grupales, - me explicó.

- Está bien, entonces apúntate para el grupo, - insistí.

- ¡Ajá! ¿Cómo me veré en el grupo de chicas jóvenes? ¡Como una vaca! - Exclamó.

El cuerpo de mi prima era, seamos sinceros, lejos de perfección, pero dos meces de dieta involuntaria y caminatas nocturnos dio sus frutos.

- ¡Este será tu incentivo! Vas al gimnasio con un grupo, miras, pierdes más peso, te levantas el ánimo y la seguridad en ti misma, entonces Enzo verá toda la fuerza de tu interés, - le aseguré, - y si te sientas ahí todo el tiempo como un ratoncito, entonces, de nuevo arruinarás el estímulo de Leo y no ganarás el respeto de Enzo.

- Tienes razón, - acordó Olga después de pensar un poco, - ya ​​no puedo ser egoísta otra vez. ¿A dónde voy yo con mis años, la vieja tonta?

- Bueno, ¿Qué años? Estás exagerando. Solo tienes tres años más que yo, y no me pienso llamarme la vieja en los próximos veinte años, - me reí.

- ¡Bueno, comparaste! ¡Tu estas como una niña! - Ella exclamó. - No soy como tú, por desgracia, - suspiró.

- Yo soy igual que tú, pero me cuido y esto es un trabajo duro, sabes. - le reproché, - Mira a tu hijo, ¿recuerdes como estaba?

- ¿Cuándo? En mi escuela tengo horario partido, luego reviso cuadernos, - se quejó.

- Sí, y sentarte en el gimnasio durante dos horas, ¿tienes tiempo? - sonreí.

- Está bien, ya no iré con Leo al gimnasio, tampoco Enzo no me mira, para él soy un punto invisible, - suspiró ella y añadió, - pero seguiré acompañarle en las caminatas.

- Perfecto, y para que dejas llamarte vieja, mañana vamos a un centro de belleza. Hacemos de todo, después vamos de compra y cambiamos tu estilo de ropa. – propuse yo.

- Gracias, quería, - sollozó ella y me abrazó.

- Sabes, un hombre me dijo una vez: “Los hombres no son ultimo autobús, no necesito correr detrás de él, porque siempre viene otro.”

- Si, sobre todo, cuando tienes cuarenta y cinco años, - sonrió ella con tristeza.

- Y dale, con la edad. Esta solo en tu cabeza.

- No es esto. Sabes, después de que Mario me dejo por la otra, no tenía ninguna relación sería. Primero, poque estaba dolida por la traición, después por Leo, que entraba en la edad difícil, luego por mi madre enferma. No tenía tiempo para el amor.

- ¿A lo mejor, porque aún amas a tu marido?

- No, es imposible.

- En esta vida no hay nada imposible.

- Este no es el caso. Mario murió.

- ¿Como? – pregunté con susto.

- Si, murió para mí.

- Sabes, pienso, que tu debes algo más a Leo.

- ¿En qué plan? – preguntó Olga.

- Tu le quitaste el padre, ahora debes devolverlo.

- ¿Como? ¿Piensas que voy a buscarlo? ¿Qué le digo?

- No lo se. Encontraste manera de alejarlo de su hijo, entonces encontraras manera de volver y contar a Leo toda la verdad, que eras tú, quien prohibió a Mario verlo. Para levantar su autoestima, debe decidir él mismo, si quiere una relación con su padre, o no.

Olga no dijo nada, yo sabía, que era más importante para ella, perdonar a su marido, antes de empezar una relación nueva. Aunque yo misma no pude perdonar aquellos, quien me estropeó la vida, pero yo no quería amar más, en cambio de mi prima.

Hace mucho tiempo decidí, que el amor no era para mí. Nunca rechacé el sexo y la amistad masculina, pero no dejé que nadie entrara en mi corazón. De ese modo me sentía mucho más tranquila. Como psicóloga, entendía que eso no era una opción correcta, pero nuevamente no podía creer a nadie. El golpe que me infligieron Antonio y mi madrastra fue demasiado fuerte. Ellos rompieron mi corazón en pequeños pedazos con un martillo pesado, y, como dicen los mecánicos: “Esta máquina no se puede restaurar”. Todos los sentimientos románticos y amorosos fueron eliminados de mí y ni siquiera el tiempo me sanó.

Después de conversación con mi prima, a mi cabeza volvieron los pensamientos sobre Davide Carmona y su hija. Por lo que averigüé, resultaba, que él se divorció hace diez años y parece, que la hija se quedó con él, y no con su madre. Este hecho era muy raro en Italia, donde las custodias se repartían no como en Estados Unidos. Donde el dinero lo decidía todo, y el niño se quedaba con el quien tiene más, es decir, el quien tenía mejor abogado. Normalmente el niño se quedaba con la madre con las visitas de padre. Pero Simón dijo, que la madre no visitaba a su hija. Algo no me cuadraba en este asunto. 




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