Sé que es mejor para ti.

Capítulo 24. Invitaciones para el almuerzo. Elvira.

Quince minutos después, Enzo y Leo salieron de la comisaria. Olga se apresuró a abrazar a su hijo, como si viniera de la guerra de Irak.

- Dime, hijo, ¿te pegaron? - preguntó mi prima una completa tontería, examinando a Leo.

- Olga, no sea tonta, - dijo Enzo, y ella inmediatamente se calló.

En ese momento pensé, que no estaría nada mal que comenzara una relación entre ellos. Enzo influía de manera positiva e inteligente a mi prima. El amor, ya sabes, a veces tiende a calmar y dar confianza. ¡Pero no en mi caso!

Mientras íbamos a casa en el coche de Enzo, Leo nos contó que pasó en el parque y porque tardó tanto en la comisaría de policía.

- ¿Dónde estaba tu teléfono? ¿Por qué no llamaste, no avisaste? - le pregunté.

- Porque el policía me lo quitó, y entregaron después, pero me olvidé llamaros luego, - respondió disculpándose.

- Okey. ¿Por qué decidiste defender a una mujer? - le pregunté en inglés, estaba muy interesada en saber, qué lo motivó en ese momento, pero no quería que nadie más nos escuchara.

- No lo sé, en ese momento no pensé en nada absolutamente, simplemente sucedió de alguna manera automática. La vi, tenía tanto miedo en sus ojos, y luego apareció ese hombre, hasta que me pareció, que tenía un cuchillo en la mano, bueno, apliqué la técnica como me enseñó Enzo. No lo volví a tocar, ni con un dedo, él mismo cayó después. Tampoco sabía, que eran pareja, - explicó mi ahijado.

Pero me quedó muy claro. Leo era un defensor por naturaleza. Subconscientemente su mente estaba para defender a los débiles, simplemente que antes no tenía esa seguridad en sí mismo, por eso y no veía nadie, a quien podría proteger. Esa alcohólica le parecía débil y necesitaba protección. “Esto no es una mala cualidad, diría, que es buena, pero cuando una persona lo controla, de lo contrario puede convertirse en un superhéroe. Pero eso ya es una enfermedad y necesito tratamiento. Leo no es así, solo que ahora tenía seguridad para poder defender a alguien,” - pensé y sonreí, porque mi esfuerzo consiguió algo.

- Sabes, yo encontré una información sobre tu madrastra, - dijo él de repente.

- No, no vamos ahora hablas sobre esto. Mañana me cuentes. – contesté.

- Es de mala educación hablar en un idioma, que resto no entiende, - reprochó Olga y dirigiéndose a Enzo dijo, - Muchas gracias por ayudarnos.

- Yo no hice nada, - respondió el entrenador.

- ¿Como no? Tu dejaste todo y viniste a mi llamada de ayuda. Lo siento por molestarte. Por eso quería agradecerte e invitarte mañana a comer con nosotros en casa, - dijo Olga con la voz, que usan las mujeres enamoradas. Sabéis, así, arrastrando las silabas.

- De verdad, no tienes con que agradecerme. Leo resolvió este problema muy bien sin mi ayuda. – intentó esquivar la invitación Enzo.

No sé por qué, pero me pareció una buena idea. Recordando como actuaba Olga en la comisaría, entendí claramente, que tengo que hacer algo para liberar a pobre chaval del asfixiante amor de su madre. Tampoco quería dejar mi prima sola, porque podría volverse loca y solo Enzo tenía poder de tranquilizarla. Tampoco vi nada malo en una comida de amigos, por eso apoyé a Olga.

- Claro, Enzo, porque no podemos estrechar nuestros lazos amistosos. Estamos muy agradecidos que tu acudiste a nosotras y lo menos que podemos hacer, es ofrecerte un plato de comida y buena charla. – dije.   

- Está bien. – acordó el entrenador.

Leo me miró con una pregunta en los ojos, sin entender porque yo apoyé a su madre en invitar a Enzo. Yo no dije nada, solo apreté su mano.

Por la mañana me desperté casi al medio día. Ya no había nadie en casa. Olga estaba en el trabajo y Leo estaba con Enzo en el gimnasio. Fui a la cocina a prepararme un café y encontré una nota, que Olga me había dejado en la mesa.

"Si no recuerdes, invitamos a Enzo a comer a la una y media. No puedo ayudarte, tengo un examen. Estaré en casa a la una de la tarde. Iré corriendo a la tienda por el camino, así que deja un mensaje, si necesitas algo. El almuerzo corre por tu cuenta, lo siento. Un beso. Olga."

Miré el reloj, eran las once y media. "Esto generalmente, ¿qué es? ¿La idea era suya? Que lista es mi prima, invita a su amado Enzo, pero tengo que cocinar yo. Aunque la culpa es mía, no debería apoyarla en esto.”- Pensé, y miré en la nevera de todos modos, mientras me preparaba el café.

Menos mal, que todavía nos quedaba pescado. No llevaría mucho tiempo cocinarlo. La ensalada y los entrantes decidí pedir en un restaurante, donde cenamos con Leo otro día y que me gustó. Hice el pedido y envié un mensaje a mi prima, en el que expresaba toda mi indignación y ordené buscar un postre ligero.

Mientras estaba preparando el pescado, de repente sonó mi teléfono. El número era completamente desconocido, pero respondí.

- Elvira, hola, soy yo, Fabiola. ¿Recuerda? - Me preguntó la hija de Carmona.

- ¿Cómo puedo olvidarte, corazón?

- Me gustaría invitarle a comer en mi casa hoy, porque mis amigas también quieren conocerle, - dijo.

- No, hoy no puedo, tengo una cita, - me negué al principio, pero luego, después de pensar un poco, le pregunté, - ¿a qué hora es la comida?

- A las dos y media, pero si está ocupada, podemos posponerlo para otro día, cuando sea conveniente para usted, - dijo la chica.

- Espera, me aclararé lo de la reunión y luego te llamaré, - le contesté.

- Bueno, esperaré su llamada.

En este momento pensé, que sería mejor dejar a Olga y Enzo solos. Sería una especie de cita, donde ellos aclararan las cosas. Si Enzo no siente nada por mi prima, sería mejor, que le dice directamente, mientras su amor no pasó al límite, tendré que encontrarle otro pretendiente. Si hay algo, entonces, mejor estar sin mí. Por eso decidí aceptar la invitación de Fabiola.

Tan pronto como puse el teléfono sobre la mesa, vino Olga.




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