Sé que es mejor para ti.

Capitulo 25. La velada con Fabiola. Elvira.

Cuando llegué a mi antigua casa, un sentimiento negativo llenó mi corazón nuevamente. No podía estar tranquila cerca del lugar de mis dolorosos recuerdos, provocados por Victoria. Pero no podía permitirme el lujo de llorar. Ni doctor, y mucho menos su hija, tuvo nada que ver con mi dolor.

 Conduje a través del portal abierto. Fabiola ya me esperaba con unas amigas en el patio delante de la casa. Me recibieron con gritos emocionases y saltos con palmaditas, igual, como los fans reciben a su equipo favorito que ganó la Súper Bowl. Solo faltaban globos de colores.

- Elvira, ¡cuánto me alegro de que haya aceptado mi invitación! ¡No dormí en toda la noche! ¡Simplemente, es un milagro que le haya conocido aquí! - Ella se sacudió, mirando levemente de reojo al viejo Škoda de Leo.

Estaba claro, que en su entender, una mujer como yo no podría tener este coche, por eso expliqué que cogí lo primero, que había libre.

- Fabi, ya nos conocemos bastante, ahora puedes “tutearme”,- dije

- Bueno, como dice, oh, dices, - se corrigió ella misma, - pasa, te estamos esperando todos.

Supuse, que invitaría a sus amigas, esas cuatro de mis fans, que me esperaban en el patio, pero cuando entré al comedor y vi a otras seis criaturas gritando histéricamente allí, lamenté haber aceptado la invitación.

- ¿De verdad, es usted Elvira Brown? ¿Qué hace en Italia? ¿Con quién está trabajando ahora? ¿Está planeando abrir su filial en Roma? Esta fue solo una pequeña parte de las preguntas que me hicieron a la vez tan pronto como crucé la puerta de comedor. Tenía que parar eso como fuera, porque me podrían volver loca.

- Chicas, lo siento, pero me invitaron a comer, no a una reunión informativa. Responderé a sus preguntas, pero después del almuerzo. Y por favor, no todas juntas. Cada una puede hacerme una pregunta, así que mientras todos disfrutamos del almuerzo, vosotras pensáis en el tema de la pregunta, - dije con calma.

- Sí, chicas, que realmente se abalanzaron sobre ella, dejadla tranquila, - Fabiola me apoyó.

Cuando se calmaron y pude sentarme tranquilamente a la mesa, entró Valentina y trajo una bandeja completa de mini hamburguesas. Esperaba cualquier cosa, menos hamburguesas. No es que no las comí nunca, pero siempre preferí los tacos mexicanos de pollo, cuando las circunstancias de la vida me obligaban a comer corriendo. Pero al mirar los rostros alegres de las jóvenes, me di cuenta, de que estaban muy felices por el hamburguer-party.

-Pensamos que le gustaría sentirse como en Estados Unidos, - dijo una de las chicas.

- No tengo ninguna nostalgia por Estados Unidos, así que prefiero la comida italiana normal y saludable, - sonreí.

- ¿Te acuerdas de lo que leímos en Internet? Ella prefiere la ensalada fresca, no una hamburguesa, - otra chica empujó a su amiga.

- No se preocupen, no moriré por una hamburguesa, - les aseguré, viendo una decepción en sus ojos.

- No, Elvira, le pedí a Valentina, que cocinaran para ti medallones de lucio y brócoli, - me tranquilizó Fabiola.

Los medallones eran increíblemente sabrosos, igual como los recordaba desde la infancia. Valentina, parece, aparte de ser asistenta de casa, también era una chef increíble.

 En Estados Unidos, no tenía ni cocinera, ni sirvientes. Solo Manuela venía dos veces por semana y limpiaba mi piso. Normalmente, yo casi nunca estaba en casa, nunca invitaba a los extraños, siempre trabajaba y cuando tenía un minuto libre, no quería ver a nadie en absoluto, prefería sentarme en silencio con un libro. Normalmente comía en un restaurante al lado de mi empresa, o con los clientes en los sitios, que mejor les convenía. Por las noches no me resultaba nada difícil prepararme algún tipo de ensalada. De los grandes acontecimientos normalmente se ocupaba Megan. De alguna manera yo tenía casa para dormir, pero no hogar para vivir.

Después del almuerzo, como prometí, respondí a sus preguntas. Ni siquiera podía pensar, que a los veinte años yo era igual de tonta que ellas. "Era tonta, aún peor, creí en ponis de color rosa y príncipes azules, pero me enamoré de un villano. Me rompió la vida, no solo el corazón," – de nuevo los pensamientos tristes aparecieron en mi cabeza, pero me recompuse y seguí respondiendo a las preguntas con una sonrisa.

El interrogatorio duro unas tres horas y al final me relaje, incluso, esta charla con la juventud empezó a gustarme.

-Elvira, dime, ¿es posible cambiar el carácter de una persona? - Preguntó Fabiola de repente, cuando las amigas marcharon y finalmente nos quedamos solas.

- Es posible cambiar casi todo, pero no la esencia de una persona, - respondí,

- ¿Cómo es?

- Si una persona es buena y amable por naturaleza, entonces no se volverá mala y malvada, incluso, si su vida le bate como un saco de boxeo. Puede cerrarse, endurecerse, perder la fe en el bien, pero cuando surge la oportunidad, su buena parte estalla por sí sola. Lo mismo pasa con el otro lado.

- Entonces, si una persona es mala, ¿no cambiará nunca? – de nuevo preguntó la chica.

- Lo ciento, pero yo pienso, que no.

- O´key, ¿pero puede una persona buena, pero dolorida, ser feliz? Quiero decir, ¿puedes hacerle ser feliz?

Yo misma no sabía la respuesta a esta pregunta. Se podría responder, como suelen hacer los psicólogos, que la felicidad es un sentimiento subjetivo y cada uno lo percibe a su manera. Pero me di cuenta, de que a Fabiola necesitaba una respuesta concreta.

- No lo sé. Creo, que, solo amando sinceramente, se puede hacer feliz a una persona, - le respondí, pero yo mismo no estaba segura de eso.

Amaba a mi padre, pero mi amor no fue suficiente para él y encontró a Victoria. Amaba a Antonio, pero mi amor no era suficiente para él, necesitaba el dinero de mi padre.

-Pero lo más importante, es entender, si quiere ser feliz esa persona y, sobre todo, si lo merece - agregué, abrazándola.




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