Sé que es mejor para ti.

Capítulo 28. Un buen plan. Elvira.

Las chicas cumplieron con nota sobresaliente su objetivo - convertir Olga en una mujer moderna y elegante sin gastar mucho dinero. Me gustó como le quedó ese traje, en que la encontré, y a mi prima también, por eso les invité a todas a un bar cercano. De hecho, me pareció buena señal, que Fabi y Olga se gustaron. Nos brindamos por una vida nueva y futuras diseñadoras.

- Esta Fabi es una chica muy maja, ojalá Leo conociera una así, - dijo Olga, cuando nosotras íbamos a casa.

- Quien sabe, la vida da muchas voltas, - sonreí, porque mi prima aun no lo sabía, lo que sabia yo, pero era la prerrogativa de Leo contar a su madre sobre su amor.  

- Gracias Eli, eres la mejor prima, que no la merezco, - dijo ella llena de emoción.

- Pero no piensas en llorar, estropeas el maquillaje y yo quería que tu hijo te vea así de guapa. – contesté sonriendo.

Cuando entramos en casa, Leo se quedó parado mirando a su madre.

- Ahora Enzo va a lamentar, que te rechazó, - lo dijo él emocionado una tontería descomunal-

De verdad, a veces los hombres son tan idiotas. Vale, que vamos a hacer. El Dios les creo como de prueba, un prototipo, pensando, que sale de esta. Solo nosotras, mujeres, somos un modero mejorado. Por eso mi prima reaccionó bien.

- No, ahora no me hace falta Enzo, encontraré uno mejor, - sonrió Olga.

- Bien pensado, prima.

- Elvira, yo conseguí dos entradas para la inauguración de la exposición que me pediste. – dijo Leo, por fin entendiendo, que metió la pata por recordar a su madre el rechazo de Enzo.

En mi cabeza, hambrienta de venganza, no del amor, como mi prima, surgió un buen plan. Dado que incluso, las estudiantes de diseño de una academia en Italia profunda conocían a Elvira Brown, asumí que los tentáculos publicitarios de Megan, habían llegado a la élite de la sociedad de Roma. Tenía muchas ganas de acercarme a Victoria. "Si ahora no puedo conseguir la empresa de mi padre, entonces, al menos, le quitaré la galería de Victoria," – decidí.

Yo quería no solo ver a mi madrastra, yo quería verla humillada y rota, pero tenía que conservar mi incognito, por lo menos un tiempo, mientras no encuentro la manera de hacerle un golpe final. Me acerqué al espejo y me miré. En esta mujer hermosa, elegante y segura de sí misma, no quedaba nada de la niña ingenua y afligida. Lo único, que podría llevar a Victoria a pensar que yo soy la hija de su difunto esposo, era el nombre. Pero junto con mi apellido actual y la empresa de Los Ángeles, existía la posibilidad, de que ni siquiera lo pensara.

Ir sola a la inauguración de la exposición no me pareció decente. Necesitaba un acompañante y preferiblemente un hombre fuera de lo común, que se notara de inmediato. ¿Dónde podría encontrar uno en un pueblo pequeño?  Por eso llamé a Megan, mi salvavidas, y le pregunté, si alguno de los actores estaba en Italia ahora. Ella respondió, que no había nadie, quien podría servirme.

Después pensé en Enzo, pero habiendo estimado, que después de eso Olga me miraría como una loba, decidí no tentar al destino.

- ¿Con quién vas a ir? – preguntó Leo, habiendo entrado en mi habitación.

Parece, que él también pensaba como yo y también temía la reacción de su madre. En ese momento miré a Leo. Su apariencia después de tres meses y medio de duro trabajo, cambió mucho y ya tenía un aspecto bastante bueno, pero aún no llegaba a George Clooney. De repente pensé, que no sería mi pareja, sería mi sobrino. Así aumentaré el secreto de mi edad y provocaría más interés de lo que hago.

- Está bien, vendrás conmigo. Así que mañana iremos a Roma y te compraremos un esmoquin. - La decisión loca vino por sí sola.

- ¡Pero tengo un trabajo mañana! Tampoco entiendo nada de expresionismo y no quiero poner un traje de estos. – Protestó mi ahijado.

- Olvídate de este trabajo. Si lo logramos, en una semana tendrás uno diferente y mucho más interesante, - le aseguré. – Toma esto como un examen para tu nuevo yo.

- O´key. ¿Pero no puedo ir en algo más cómodo?

- Ya verás, cuando lo pones sabrás, que esmoquin es un traje cómodo.

Yo pensaba poner mi vestido preferido para ocasiones sofisticadas, como esa, que en el último momento metí en la maleta, pensando, por si acaso lo necesitaba. Esa ocasión llegó. El vestido de color arena con unas líneas doradas de lentejuelas en la parte de arriba, ajustado y con la espalda abierta, me gustaba muchísimo.

De repente sonó mi teléfono. Pensé que fue Megan, que me encontró a alguien para acompañarme, por eso cogí el teléfono sin siquiera mirar la pantalla.

- Sí, Megan, ¿lo encontraste? - Le pregunté en inglés.

- Disculpe, soy Davide Carmona, le llamo para informarle, que entregué su coche a mi mecánico, cuando esté listo, se lo devolverá. Le enviaré su número de teléfono con un mensaje, - dijo.

“¡Diablo! Como todo el día estaba con el coche de Olga, me olvidé completamente, que el coche de Leo se quedó en la finca del doctor,” – pasó por mi cabeza.

- No debería haber estado tan preocupado, mañana lo recogería, porque hoy estaba muy ocupada, pero gracias de todos modos, - Agradecí.

- Una vez más, perdóneme por el comportamiento inapropiado de ayer. – Añadió Davide.

- No estoy enojada. Al revés, estoy muy agradecida, que usted se ocupó por mi auto. Buenas noches, - dije, y colgué.

No estaba yo ahora, para una conversación amable, o más bien, escuchar algunas tonterías de un hombre desconfiado hasta delirio. Estaba sumergida en la venganza.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.