Sé que es mejor para ti.

Capitulo. 32. La educación sexual para chicos mayores. Elvira.

Entré al apartamento de tan mal humor, que no quería ver a nadie. Pero pasando por el pasillo a mi cuarto, vi una luz en la habitación de leo. Incapaz de resistir, empujé la puerta y se abrió. Por lo general, siempre ella estaba cerrada. Entré y vi a mi ahijado acostado en la cama, de cara a la pared y no sentado frente a la computadora. Eso era muy, muy raro en él. Algo le habría pasado.

Me senté en el borde de su cama, junto a él, puse mi mano en su hombro y le pregunté:

- ¿Qué pasó?

- Nada, perdóname por haberte dejado, - dijo con voz quebrada.

- Sí, a lo mejor, si no me hubieras dejado, no habría hecho una estupidez y no me habría apresurado a besar al hombre, que me rechazó, - suspiré.

 Le dije esto a Leo, no porque realmente quisiera compartir mi frustración con alguien, sino para que él también se abriera y me dijera lo que le sucedió. Porque presentía, que era algo gordo. Se volvió y me miró con ojos incrédulos.

- ¿Cómo? ¿Quién puede rechazarte? - preguntó, y noté, que sus ojos eran rojos. - Bueno, también se me puede negar la intimidad, - sonreí amargamente, - ¿Qué te pasó? ¿También te rechazaron?

- No soy yo, - tartamudeó.

- Leo, perdóname por preguntarte, pero necesito saber la verdad, para entender cómo ayudarte, - dije, acariciando su hombro. - ¿Eres virgen? ¿Has tenido sexo con una mujer?

- No lo sé, - me respondió, después de un breve silencio, preguntándose, parece, si yo era digna de su confianza.

No le apresuraba, tenía que decidir, si contármelo, o no.

- Una vez me acosté con una chica, pero estaba tan borracho, que no recuerdo nada. Era una broma de mis compañeros de la universidad, seguramente me echaron algo. Cuando por la mañana me desperté en una habitación de la residencia, sin ropa y con una chica desconocida también desnuda. No sabía cómo actuar. Me asusté y me escapé.

- ¿También te escapaste ayer? - adiviné.

-Sí, - suspiró, - al principio todo fue genial. Ella me mostró su estudio y los cuadros. Luego nos besamos, todo fue tan maravilloso. Tenía muchas ganas de hacerlo, pero de repente me di cuenta, de que no podría, el miedo se apoderó de mí, como entonces. Me fui corriendo de allí. Probablemente ella también se ofendió, al igual que tú.

- Por supuesto, ningún rechazo trae alegría, pero no es fatal, no va a morir por eso, - le aseguré.

Los hombres también pueden tener miedo al sexo, al igual que las mujeres, especialmente, cuando es la primera vez o no tuvieron relaciones íntimas durante mucho tiempo. Ahora entendí la reacción de Carmona y sus palabras, que temía de ofenderme. ¡Claro! Le pareció inapropiado ofrecerme pasar la noche juntos en un hotel. “¡Ah Dios! ¿Como no pude descifrar este miedo en sus ojos? ¡Qué tonta soy! ¡Y me llamo psicóloga, maldita sea! ¿Cómo no me di cuenta de inmediato, que Davide simplemente tenía miedo? ¡Me dijo, que no había estado con una mujer durante mucho tiempo!" - pensé y me quedé tranquila. No me rechazó, solo se asustó, igual que Leo. ¡Por Dios! Que sensibles ahora son hombres.

- Mira, aunque los hombres, por un error común, deberían tener confianza y saber qué hacer en un momento íntimo. En realidad, no siempre es así, también están preocupados y no entienden qué hacer por primera vez. Este temor a las relaciones sexuales, conocido como erotofobia, afecta tanto a hombres como a mujeres en diferentes aspectos y es mucho más común en los chicos. Quiero decir, que es para los chicos, y no para las chicas, que la primera experiencia sexual juega un papel psicológico importante. Cualquier fracaso o fiasco reduce la autoestima y puede quebrar completamente e incluso cambiar su actitud hacia la intimidad en el futuro. - le expliqué tranquilamente a mi ahijado, entendiendo lo que le estaba pasando, y al mismo tiempo me tranquilicé. - No recuerdas nada de tu primer sexo, pero recuerdas la sensación de miedo y tu cerebro encontró una salida - huir.

- Me quieres decir ¿Qué siempre voy a huir ahora? - Preguntó con miedo.

- ¡Por ​​supuesto que no! - Sonreí, calmándolo. - No vale la pena dramatizar tanto. Según las estadísticas, aproximadamente el setenta por ciento de los hombres tienen recuerdos negativos de su primer sexo. Sin embargo, esto no es el fin del mundo. Cuando no sabes algo, siempre hay miedo. Bueno, por ejemplo, tienes miedo de terminar antes que la mujer, o no conseguir llevarla al estado deseado.

- ¿Qué hago? ¿Cómo puedo deshacerme de este miedo? - Preguntó Leo con impaciencia.

- Esto es lo primero que no se debe hacer - tener prisa, - le reprendí, - ¿Sabes cómo en los viejos tiempos educaban a los chicos nobles?

- No, - respondió con sinceridad.

Lo miré y pensé: "¡Sí, eso es un campo sin arar! Aparentemente Olga no le habló para nada de ese tema. ¡Y ella es una maestra, increíble! Aunque yo tampoco entendí, que pasaba con Davide."

- Desde el antiguo Egipto, los príncipes herederos, cuando entraban en la pubertad, se les entregaban a las mujeres con experiencia, bueno, en nuestra opinión, prostitutas. Por cierto, por lo tanto, esa es la primera profesión antigua. Le enseñaron toda la sabiduría del amor carnal, tratando de no dañar la psíquica inestable, porque la continuidad de la familia dependía de su educación sexual.

- ¿Eso significa que necesito conseguir una prostituta? - Preguntó, perplejo.

- De nuevo tienes prisa. Primero, averigüemos, qué tu consideras sexo en toda regla: el proceso de coito con una mujer, que culmina en un orgasmo y eyaculación masculina, o la primera experiencia sexual en la que la pareja recibió satisfacción. Yo elegiría lo último, pero es poco probable, que los sexólogos estén de acuerdo conmigo. - Dije, recordando mi primer orgasmo con Antonio y su satisfacción de conseguirlo. 

- Yo también - respondió Leo.

- ¡Piensas correctamente! El sexo no se puede aprender de las películas porno. Esto te lo digo yo, como persona entendida por trabajar con los actores de todo tipo. El cine no tiene nada que ver con un sentimiento real, más tienen trucos de cámara, efectos de luz, bueno, qué te estoy diciendo, tú mismo lo sabes todo. Para ser un buen amante, primero debes aprender a amar.




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