Sé que es mejor para ti.

Capítulo 41. La cena con Victoria. Elvira.

Antes de ir a Victoria, me miré una vez más en el espejo. Me gustó mucho mi reflejo físico, que no podría decir sobre mi estado psicológico. La conversación con Leo no salía de mi cabeza. Todos los pensamientos estúpidos sobre Davide e increíble sexo, que ocuparon mis pensamientos por la mañana y hacían sentirme casi feliz, abandonaron inmediatamente mi cabeza y me concentré en la venganza. Era un sentimiento igual de fuerte como el amor, y ambos estaban enraizados en la misma tierra fértil.

Si era verdad, lo que dijo su amigo, policía, sobre el incendio de la fábrica, entonces la muerte de mi padre también podría ser provocado. Esta víbora podría tranquilamente encargar provocar aquel accidente para quedarse con la empresa, porque no en vano se casó en menos de un año con Luiggi Kovalsky y montaron aquella estafa. Pero lo más increíble era el papel de la aseguradora. No había ningún juicio por este incendio. ¿Por qué? ¿Quién lo encargo? ¿Por qué pagó Victoria y no el seguro?

Leo me devolvió la esperanzade saber la verdad, ofreciéndome infringir la ley y poner un micrófono en casa de Victoria. Eso debería ser la manera más fácil de obtener la información. Si la pongo nerviosa, entonces Victoria tarde o temprano hablará de mi con alguien y nosotros escucharemos.

Claro está, que esta información no podríamos usar en el juicio, pero por lo menos podríamos saber muchas más cosas para destruirla.

-Buena suerte y no te preocupes, estarás bien. Recuerda, que debes dejar este micrófono en algún lugar discreto. Si no lo encuentran pronto podríamos aprender mucho más. - me tranquilizó y vi algo nuevo en él. Confianza y decisión.

Tenía miedo, pero él me transmitió la seguridad y ganas de acción. O más bien, sed de actividad. Fue esta idea la que me puso de nuevo en marcha.

Media hora después, Sali del taxi y entré firmemente a la casa de mi enemiga, esperando descubrir cómo destruirla. La dueña de la casa me recibió en un amplio vestíbulo.

- Elvira, ¡qué bueno que aceptaste mi oferta y encontraste tiempo para cenar con nosotros! - dijo con voz dulce, escoltándome a la sala de estar, donde ya había unos invitados, algunos de ellos los vi en la galería.

- Gracias, Victoria, por invitarme, - le agradecí con la misma miel en mi voz.

- Vamos, te presentaré a los invitados, que aún no conoces, - dijo y me llevó al grupo de hombres más cercano.

Sabía qué impresión les había causado, lo que me gustó. Fabi acertó con la elección del traje. Entonces Victoria me llevó a una extraña pareja. Una hermosa joven de rostro inexpresivo y un hombre canoso, que me miró con evidente interés.

- Elvira, déjeme presentarle a mi viejo amigo Jacobo Massini, la persona más influyente no solo en esta parte de Italia, - se rio con una risa falsa.

- Encantada, - dije, y le tendí la mano al anciano. La tomó y durante varios segundos me miró fijamente de modo, que me sentí incómoda con el frío que emanaba de él.

- Me agradaría mucho, conocerle, Elvira, - dijo finalmente y soltó mi mano. - Victoria bromeó, solo soy un abogado modesto.

- En Estados Unidos, un buen abogado es un Dios, así que ella no exageraba en absoluto, - le respondí por cortesía y con un deseo increíble de dejar su compañía.

- ¿Cuánto tiempo lleva en Italia? -  Preguntó, entregándome una copa de champán.

- En realidad no mucho, unos cinco meses, o algo más, - le contesté, tomando la bebida de sus manos y colocando mi bolso en el sillón.

- ¿Tiene negocios aquí o está de vacaciones? - Me preguntó de nuevo.

- Negocios, - sonreí, tratando de no decir nada superfluo.

A lo largo de la conversación, me torturaba con una mirada, como un taladro, que quisiera llegar a mi alma. Por fin Victoria vino en mi ayuda, nunca podría decir que le estaría agradecida. Le pidió permiso al abogado para presentarme al resto de los invitados. Rápidamente me levanté del sillón, dejé el vaso del champan en la mesita y olvidándome completamente del bolso seguí a Victoria.  

Luego la anfitriona me presentó a algunos invitados más y finalmente a su esposo. Me reconoció y hasta estaba encantado. Me hizo un montón de preguntas sobre mi futura filial italiana.

Me di cuenta de que no esperaba tantos invitados en la cena. Por eso encontrar una oportunidad de hablar a solas con Victoria era casi imposible. Tenía que buscar algún momento.

Durante la cena, traté de no encontrarme con la mirada del abogado, pero siempre sentía, que me estaba vigilando. “Parece, que él sospecha algo,” – pensé nerviosa. Cuando sirvieron las bebidas, decidí salir del comedor y regresar por mi bolso. Él estaba en el sillón, donde lo dejé. Tan pronto como lo tomé en mis manos, escuché un mensaje en el teléfono. Megan me pidió que la contactara inmediatamente, era un asunto de urgencia. También tenía varias llamadas perdidas de Carmona, pero él podría esperar. Salí de la sala, me dirigí al fondo del pasillo y marqué su número.

- ¿Has decidido quedarte en Italia para siempre? - Preguntó burlonamente mi ayudante.

- ¿Qué pasó? - Le pregunté.

- Está previsto un trabajo muy interesante. McCormick quiere dedicarse a la política, - dijo.

- ¿Estas de broma? ¡No puede ser! Es el mejor villano de Hollywood, - exclamé.

- Por eso se dirigió a nosotros, pero quiere hablar contigo personalmente y firmar un contrato, - dijo Megan, - tienes que volar con urgencia.

- Está bien, dame una semana para prepararme, - estuve de acuerdo.

No podía perder esa oportunidad. Si lo lográbamos, y de eso estaba segura, entonces mi empresa se movería a un nivel completamente diferente. Los constantes y estúpidos caprichos de los actores secundarios baratos se terminarían y comenzaría una vida mucho más interesante y exitosa. Las estrellas de primera magnitud vendrían hacia nosotros.

Tampoco quería abandonar mi lucha contra Victoria, pero en una semana no podría hacer nada. En este momento recordé del micrófono en mi bolso. Regresé a la sala donde dejé mi bolso, arranqué un cacho de la tapicería inferior del sillón con una lima de uñas y escondí el micrófono allí, con la esperanza de que no lo encontraran rápidamente, y tal vez en una semana pudiéramos averiguar algo.




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