Sé que es mejor para ti.

Capítulo 45. Preparativos para la salida. Elvira.

Esta vez fui con Leo a entrenar. Debo decir que, a diferencia de Olga, yo no aparecía allí en absoluto. Confié completamente en la profesionalidad de Enzo, solo al principio tuve que honrar a estas instalaciones con mi presencia, cuando Leo se quejaba constantemente, de que el entrenador le torturaba, como los nazis a los presos en un campo de concentración. Por lo tanto, tuve que hablar con Enzo para aumentar la carga de ejercicios, para que mi ahijado no tuviera fuerzas para lloriquear.

Hoy vine a ofrecerle a Enzo un contrato en mi empresa, pero él declinó cortésmente mi propuesta, diciendo, que no iba a cambiar su vida de manera tan radical. Era una pena perder a un entrenador como él, pero entendí, que no iría a Estados Unidos ni por todo el oro del mundo. Por lo tanto, le aconsejé a Leo que le pidiera recomendaciones a Enzo sobre el entrenamiento. Tenía mi propio entrenador en la empresa, pero Enzo me gustaba mucho, si no fuera por su obstinación y patriotismo, habría firmado un contrato de trabajo con él sin pensarlo ni un segundo.

De repente sonó mi teléfono, esperaba que era Megan, pero era Davide.

-Buenos días, Davide, - contesté, saliendo del gimnasio.

- Buenos días, Eli. Quiero invitarte hoy a la ópera. Espero que te interesa. – dijo él.

- Por supuesto, que me gusta la Opera, pero hoy es imposible para mí. Tengo muchas cosas que hacer. – me negué.

- Que pena. Entonces, ¿podemos simplemente cenar juntos? – seguía insistiendo.

- No, hoy quería cenar con mi familia. Lo siento. Sera mejor mañana. – dije.

- O´key, te llamaré mañana.

- Perfecto. – dije y colgué.

 Luego, un pensamiento loco sobre Carmona pasó por mi cabeza: "¿Me seguiría a Estados Unidos, si le ofrezco?" Pero rápidamente alejé esos estúpidos sueños de mí mente. Quizás porque no trabajaba, no involucrará en mi negocio como antes las veinticuatro horas al día, estaba tan relajada y flácida aquí. Estaba de vacaciones durante casi medio año, cuando antes me lo permitía no más de una semana y esto era el resultado. Empecé a inventarme cosas sin fundamento alguno.

Después del entrenamiento, por fin recibí la llamada de Megan, que me avisó, que todo estaba arreglado y fuimos a la Embajada de Estados Unidos para obtener un visado para Leo. Siempre sospeché que para estas instituciones se estaban reclutando a los trabajadores según el principio de los tres monos: no veo nada, no escucho nada, no diré nada, y fue muy difícil obtener una respuesta clara de ellos. Si no fuera por mi ayudante y las conexiones de mis amigos, ni siquiera seríamos aceptados a la primera visita. Pero amigos y conocidos están para hacer milagros, y el cónsul prometió a mi ahijado en cinco días obtener un visado anual con permiso de trabajo (a pedido de mi empresa).

- La comunicación, ahijado, es algo insustituible en cualquier negocio tanto en Italia como en Estados Unidos, - le dije al salir del consulado. Ahora podemos buscar los billetes de avión par dentro de seis días.

- Eres increíble, de verdad, como hada-madrina, consigues cosas imposibles. - se rio.

- Pero ahora nos espera una conversación dura con tu madre, ceniciento, - también me reí.

Todo el camino de regreso Leo me preguntaba sobre la vida en Estados Unidos. Lo entendía, con su madre nunca fue más allá de Roma y nunca se separaba de ella. Incluso, cuando Leo estudiaba en la universidad, Olga corría hacia él casi todos los días con cacerolas y cuencos, para que el “niño” coma bien, pero en realidad, para pasar tiempo juntos. Así que no pareció salir de casa, y en su tercer año, cuando las reparaciones en la residencia de los estudiantes se prolongaron Leo regresó a casa por completo, porque no tenía dinero para alquiler. Leo Iba cada día a clases en un tren de cercanías y después compró el Škoda. Por eso no llego establecer unos vínculos amistosos con los compañeros. Solo ahora tenía una oportunidad real de llegar lejos, muy lejos, para que su mami no lo alcanzara.

Cuando todos nos reunimos para cenar esa noche, Leo dio la noticia a su madre. Olga no estaba nada contenta de que su único hijo marchara tan lejos. Pero Leo estaba entusiasmado y con muchos argumentos defendía su decisión. Me pareció que, sobre todo él, quería romper el cordón umbilical, con que su madre lo ataba a sí misma, privando al chico de construir su propio camino en la vida. Yo estaba muy contenta, cuando vi, que su madre estaba cediendo.

- ¿Por qué quieres llevar a Leo a Estados Unidos? Acabé de encontrar a Mario. Aceptó encontrarse con su hijo. Tenemos posibilidad de recuperar lo que perdimos, - de repente dijo Olga dirigiéndose a mí. – Tu misma me pediste.

- Mama, te dije, que no quiero saber nada de él, - exclamó el chico y me miró con una cara de no entender nada.

-Leo, por favor déjame con tu madre a solas, tengo que aclararle algo en privado. – dije.

Mi ahijado se levantó de la mesa. Noté, que estaba enfadado, porque entendió que yo tenía mucho que ver con esto, pero no dijo nada y se encerró en su habitación.

- A la pregunta de por qué llevo a Leonardo a Estados Unidos, creo que tú misma sabes la respuesta. Tu hijo tiene veintisiete años, no ha visto nada en la vida por tu culpa. Querías mantenerlo cerca de ti, privándolo de la oportunidad de vivir como él quiere. Además, no lo obligaba a ir allí. Él quiere. Por una vez en tu vida, respeta su opinión.

- ¿Que va a hacer allí?

- Vivir. Al principio va a trabajar en mi empresa y vivir conmigo, pero con el tiempo se independizará, encontrará otro trabajo, que le gusta. Él visado será solo para un año, después si querrá prolongará, si no querrá vivir en Estados Unidos, podrá volver. Pero será su decisión, su elección. ¿Entiendes?

- Entiendo, pero lo echará mucho de menos. – sollozó mi prima, - Tu no entiendes el amor de una madre.

- Es posible, pero ¿cuéntame lo que querías recuperar con Mario? – cambié del tema.




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