Sé que es mejor para ti.

Capítulo 53. Nuevos amigos. Leonardo.

Elvira salió del coche y cayo en los abrazos de una joven mujer, probablemente era Megan. El conductor me llevó por las calles de esta magnífica ciudad, que no tenía nada que ver con Roma, o nuestra ciudad. Me di cuenta, que no tenía una historia millonaria, pero la recompensaba con unas formas de gran influencia en el entretenimiento, la moda, la tecnología y la cultura moderna, con la arquitectura contemporánea que le daba frescura y juventud.

Incluso con mis cinco sentidos abiertos en todas direcciones, no podía creer que todo esto fuera realidad y no un sueño placentero. No encajaba en mi cabeza, porque todo, absolutamente todo era diferente, pero a la vez acogedor y confortable. Desde el primer momento me enamore de Los Ángeles.

 Sin detener el auto, Steve me mostró donde estaba el supermercado más cercano. Luego nos paramos en el parking de un edificio muy bonito, moderno y bien cuidado. Steve me ayudó con las maletas y me acompañó al apartamento de mi madrina.

Cuando el chofer se fue, miré a mi alrededor y me di cuenta de que el apartamento de mi madrina era grande, hermoso, limpio, luminoso, pero no era casero. Como si Elvira nunca hubiera vivido aquí. No tenía sus pertenencias personales, ni fotos, ni libros, ni souvenirs de recuerdo, ni figuritas de porcelana, nada, incluso las tazas y platos de la cocina eran todas iguales, como en un hotel. No había nada que pudiera decir, que la mujer más maravillosa del mundo vivía aquí, menos su ropa en el armario. Al ver este panorama, entendí que Elvira estaba infinitamente sola y quizás por eso, dejó todo y se apresuró a ir a Italia después de una llamada de su prima. Sentí una lástima increíble por ella. Ella merecía otra vida.

En este momento pensé en Carmona. ¿Qué podría hacer este hombre a Elvira, que ella salió de Italia escopeteada y se estremecía escuchando su nombre? ¿También estaba compinchado con mafia? Para decir la verdad no me gustaba la idea, que Elvira se enamorara de él, porque era el padre de Fabi. Ahora entendí, que era egoísta en mi deseo simple no compartir la atención de mi madrina con otro hombre, igual que no quería aceptar el amor de mi madre hacia mi padre.  

Después de la ducha, me puse unos pantalones cortos y una camiseta y decidí salir a explorar los alrededores. Fui al supermercado y compré algunas cosas, porque no había nada comestible en casa.

Menos mal, que Elvira practicara conmigo el inglés, de lo contrario habría perdido por completo. No había escuchado tantas opciones de pronunciación del inglés, ni siquiera en la Copa Mundial de la FIFA. Por supuesto, sabía que Estados Unidos era un país de emigrantes, pero no podía imaginar que tanto. No he visto tanta variedad de rostros, ropa, color de piel y pelo, incluso en Roma, que es el centro del turismo. Me gustó mucho todo esto y, como un toxicómano, me enganchaba de toda esa diversidad.

Por el camino, me fijé en un parque, donde los lugareños practicaban deportes y paseaban a sus niños y perros. Por cierto, había el doble de perros que niños. "Dejo la compra en casa y salgo a correr, así exploro el parque y veo la gente”, - pensé y me fui al apartamiento.

Mientras desempacaba cosas de mi maleta, y ponía comida en el refrigerador, luego preparé el pescado comprado. No tenía mucha hambre, así que decidí dejar el pescado para cenar con Elvira, me preparé un bocadillo y me quedé dormido en el sofá sin desvestirme siquiera. Ahora entendí en mi propia piel, de lo difícil que fue para Elvira adaptarse en Italia primeros días. Doce horas de diferencia son muchas horas.

La llamada de mi madre me despertó, ya que se suponía, que estaba aburrida y me echaba de menos. Le aconsejé que hiciera deporte o algún tipo de actividades, mientras no empiezan las clases, pero me envió muy lejos con mis propuestas. Finalmente, después de una hora de conversación lleno de reproches, apagué el teléfono y corrí hacia el parque con la conciencia tranquila. No podía hacer siempre lo que ella quería, tenía que vivir mi propia vida.

Después de dar solo dos vueltas, porque el parque era mucho más grande que en nuestra ciudad, me detuve a ver a los jóvenes, que jugaban al baloncesto. Eran muy buenos en esto.

- ¡Oye! ¡Ven a jugar con nosotros!  - Gritó uno de ellos.

Me quedé donde estaba, pensando, que no decía a mí, ¿quién habría pensado en invitarme al partido?

- Bueno, ¿vas a jugar o no? - preguntó el chico acercándose a mí.

- ¿Estás hablando conmigo? - pregunté.

- ¿Con quién más? – sonrió él.

- Sí, pero no sé cómo, - respondí tímidamente.

A mí me gustaba el baloncesto, pero nunca lo había practicado, solo en un video juego.

- No es difícil. Este es el balón, allí está el anillo, tu tarea es clavar el balón en el anillo, - sonrió con una encantadora sonrisa de dientes blancos. - ¿Cuál es tu nombre?

- Soy Leo, ¿y tú?

- Soy Josh, este es Rick, ese blanco es Nick, y ese es nuestra estrella, Dean, - me presentó a sus amigos, - Bueno, ¿jugamos?

Y yo fui a jugar con ellos. Era la primera vez, que me invitaban a jugar a algo, que no tenía nada que ver con la computadora. Me divertí increíblemente. Se burlaron de mí, pero no por malicia, sino para hacerme reír. La tarde me pasó volando, y cuando miré el reloj, ya eran las nueve menos cinco.

- Vale, chicos, gracias por invitarme a jugar, pero tengo que irme. - Me disculpé.

- De acuerdo, ven mañana también, jugamos aquí todas las tardes, - dijo Dean.

- Nos vemos mañana, entonces, - acepté la invitación y corrí a casa. "¡Maldita sea! Me olvidé por completo de la cena. ¡Elvira me va a matar!" - pensé, corriendo hacia la entrada.

Aunque estaba muy contento, porque así de repente encontré unos amigos en primer día. Eso nunca me pasaba antes. Realmente mi vida empezó a cambiarse para mejor.




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