Capítulo 60. Una gran sorpresa. Leonardo.

Cuando escuché, lo que dijo el médico, me sorprendí hasta el nivel de shock. No sabía, que una mujer podía quedarse embarazada de modo natural en su edad. Vi la cara de Elvira, entendí, que ella estaba igual que yo. No conocía su problema de infertilidad después de un aborto. Pensaba, que era su decisión libre de no tener hijos, como “childfree”, y dedicarse solo a su crecimiento profesional.

Ella no quería creer en lo que le pasó, por eso después de la clínica fuimos a una farmacia, donde compró un test de embarazo. Llegando a casa Elvira se encerró en el baño y estuvo mucho tiempo en el mismo. Empecé a preocuparme.

-Eli, ¿estás bien? – pregunté llamando a la puerta.

Ella salió y vi sus ojos llenos de horror. No sabía que un embarazo podía darle tales emociones.

- ¿Qué? – pregunté otra vez, con cierto nerviosismo.

- Es verdad. Estoy embarazada. - Dijo con voz sin vida.

- Eli, ¿quién es el padre? ¿Es Carmona? ¿Con quién estuviste antes de irnos de Italia?

- Sí, ¿pero no sé qué hacer? No tengo veinte años y mi vida se ajustó a mis necesidades, pero ahora esto es, como un rayo en un cielo despejado, - me dijo, pero sentí, que tenía algo más, que no me atrevía a decir.

 La abracé y ella, como una niña pequeña, enterró su cabeza en mi pecho y comenzó a llorar. Yo acaricié su espalda suavemente y le hablé tratando de calmarla.

- No pasa nada, madrina, tú puedes, eres muy fuerte, serás la mejor madre del mundo y yo te ayudaré. Podemos manejar esto juntos. Estaré a tu lado.

- No lo sé todavía, si tendré este niño, - Suspiró con tristeza.

- ¿Cómo que no sabes? Él ya existe. – me sorprendí sin entender nada.

- Voy a abortar, - dijo en voz baja.

- ¡No! – exclamé, - dime que es una broma de mal gusto.

- No, Leo, lamentablemente no estoy bromeando, - sollozó de nuevo, - si no fuera por un motivo terrible, no hubiera pensado en volver a matar a mi hijo.

- ¿Qué motivo? -  Pregunté, acariciándola por la espalda.

- Será mejor que no lo sepas, - contestó con tanto dolor en su voz, que a mí me dolió el corazón.

- No existen ninguna circunstancia para matar a un niño, - dije y la aparté un poco, para ver sus ojos.

- Sí, cariño, existen, si este niño es de mi hermano, - espetó.

- ¿Que hermano? ¿Dijiste que era de Carmona? - yo no entendí nada. – Mira, vamos a tomar una infusión de melisa y me lo explicas todo.

- Davide también es el hijo de Calabrés, - suspiró.

Mientras preparaba las infusiones y unos pinchos, Elvira me contó la historia de su madre y de los resultados de test ADN con Jacobo Massini. Esta noticia me dejó estupefacto. Podría pensar en cualquier cosa, porque sospechaba, que el motivo de la tristeza de mi madrina últimamente era relacionado de alguna manera con Carmona y Massini, pero no podría imaginar, que las cosas eran tan terroríficas.

- Sé, que es muy difícil de aceptar, pero te pido no hacer nada por ahora, mientras no averiguamos todos los riesgos, - traté de tranquilizarla o a mí mismo. - ¿Piensas contarle a Carmona de su hijo?

- No. Sería suficiente, que yo voy a vivir con eso. No quiero que Davide me odie. Es un incesto, entiendes, - dijo ella de tal manera, que me estremecí de disgusto, - Por eso tampoco quiero un hijo de esta relación perversa.

- Espera, a lo mejor no es todo tan grave. ¿Quién te dijo, que Carmona es el hijo de Calabrés?

- Fabi. Escuchó a su madre hablar con alguien por teléfono al respecto. - Respondió.

- ¿Pero Calabrés mismo te dijo, qué Carmona es tu hermano?

- No. Pero dijo que se acostaba a menudo con la madre de Carmona, que trabajaba de medica en la cárcel. - respondió.

- Aun así, deberías llamar a Massini y aclararlo, - concluí.

- ¿Para qué? Él ya arruinó mi vida, no quiero saber nada de él, - dijo Elvira con amargura.

 Mi madrina estaba muy preocupada por lo sucedido, le daba vergüenza admitir que se había acostado con su medio hermano, aunque en ese momento no lo sabía. Ella no tenía ninguna culpa, tampoco tenía Davide, simplemente tuvieran tan mala suerte.

- Sabes, yo pienso, que solo Calabrés sabe toda la verdad al cien por cien. Fabi podría estar equivocada o entender algo mal. Simplemente pregúntale, si Carmona es su hijo, - dije, - a lo mejor te dirá, lo que esperas y tu hijo no es producto del incesto.

- ¡Sabes, tienes razón! Llamaré, para que él también se llene de amargura por lo que hizo, - dijo mi madrina con fuerza.

Ella tomó el teléfono y marcó el número de la tarjeta de visitas de color blanco, pero luego colgó la llamada.

- ¿Qué pasó? - pregunté, cuando vi en sus ojos el miedo otra vez.

- No, no quiero saber la verdad, - dijo.

- ¿Por qué? - no entendí.

- Porque tengo la esperanza de que todo esto sea un error, - sollozó y sus lágrimas de nuevo salieron de sus ojos.

“Tengo que ayudarla como sea. Si ella tiene miedo de saber la verdad, tengo que averiguar yo, por mi cuenta,”- pensé y guardé la tarjeta de Calabrés.

La infusión la calmó un poco, la llevé a su habitación y le ayudé a acostarse en la cama. Le necesitaba descansar un poco, mientras yo fui al ordenador, para buscar toda la información sobre los hijos de un incesto. Solo para pensarlo, me ponía incomodo, aunque riesgo, que el niño nazca con alguna enfermedad hereditaria era solo veinticinco por ciento o menos, la carga emocional sería demasiado grande. ¿Cómo podría Elvira crearlo? No me imaginaba, en este momento pensaba, que yo era la única persona, con quien ella podría contar sin límite.

No dormí en toda la noche, y mi madrina tampoco. La historia de Elvira no salía de mi mente. "¡Mi pobre tía! Ella es la mejor persona del mundo y este es el colmo de la injusticia que recibe tanta desgracia en la vida," - pensé, y luego recordé que Fabi dijo una vez, que el cumpleaños de su padre era en febrero, como de mi madrina. Esta coincidencia fue muy extraña, sobre todo porque Massini vio a la madre de mi madrina, cuando estaba huyendo, lo que significa que no estaba en la cárcel.