Sé que es mejor para ti.

Capítulo 61. La verdad. Elvira.

Por la mañana me desperté en el estado más deplorable. Al saber que estaba embarazada de mi hermano, las sintomas se aumentaron. Las náuseas y la debilidad me hicieron llamar a Megan y decirle, que hoy no iría a trabajar. Sentí ansiedad en su voz, cuando me preguntó por los resultados de las pruebas, pero le respondí que todo era normal y mi mal estado era temporal, pero no dije nada de que estaba embarazada, porque aún no he decidido que voy a hacer.

Leo, al verme en esta forma, no quería dejarme sola, pero le aseguré que estaría bien.

- Ayer tú pediste permiso a Manu para acompañarme al médico, no es bueno abusar constantemente de su bondad. Tú vas a trabajar, y yo estaré bien en cama, - le dije, - el embarazo, no es una enfermedad fatal, incluso en mi caso.

- Eli, yo ayer estaba investigando y tengo una gran esperanza, que Carmona no es tu hermano. – dijo y me contó lo que averiguó. – Deberías llamar a Jacobo y preguntarle, para estar completamente segura.

Leo me dio un beso en la mejilla y se marchó al trabajo. Yo fui a la cocina a prepararme el desayuno. La esperanza, que él me dio, realmente levanto mi ánimo, pero aún quedaba algo de duda. De repente sonó mi teléfono, pensé que era Megan, pero el número era del extranjero. Unos segundos estaba pensando, si coger o no, porque tenía miedo, que podría ser Davide y no quería hablar con él. Pero respondí.

- Elvira, ¿qué te pasa? - escuché la voz nerviosa de Massini.

- ¿Por qué preguntas? - No entendí porque me llamó.

- ¿Qué pasa con tu salud? – Preguntó impaciente.

- Nada, pero ¿por qué piensas que tengo algo? ¿Cómo te enteraste?

- No importa, pero me preocupa mucho tu estado, porque eres mi hija y estoy nervioso, - respondió, y me di cuenta de que lo estaba realmente.

- ¿Estás igual preocupado por Davide también? – Estallé, no sé porque, supongo, que eran las famosas hormonas locas del embarazo.

- ¿Qué Davide? – Preguntó sorprendido.

- Davide Carmona, tu otro hijo ilegitimo, - respondí con sarcasmo.

- ¿Quién te dijo que él es mi hijo? – Preguntó Calabrés.

- Su hija, que ahora es mi sobrina, ¿verdad? - respondí.

- La niña, aparentemente, no entendió bien. Eres mi única hija, por lo tanto, no tengo otros hijos por quien preocuparme. Entonces tengo el derecho de saber qué te pasa, - dijo con firmeza.

Después empezó a prometerme que encontrará mejores médicos, que el dinero no es un problema y otras cosas, pero ya no lo escuché y apagué el teléfono.

Lágrimas de felicidad y alivio rodaron por mis mejillas. “¡Leo tenía razón!¡Que idiota soy! Durante casi cuatro meses vivía en una pesadilla, casi cometí un error irreparable. Gracias a Dios por darme una segunda oportunidad.”- gritaba mi corazón consolado.  Incluso se me hizo más fácil respirar, y después de una hora, en general, estaba como nueva.

 Rápidamente me duché, me vestí y fui a trabajar. En este día, todo me pareció hermoso: el sol, las palmeras, las casas y la gente. Estaba tan feliz como nunca en mi vida. ¡Davide no es mi hermano, mi hijo es un milagro y no un fruto del pecado!

Tan pronto como entré a la oficina, le anuncié mi embarazo a Megan, quien simplemente saltó de alegría ante la noticia. Para mis temores sobre el parto a mi edad, mencionó un montón de nombres de celebridades que dieron a luz a niños a una edad más respetable que yo.

-Mira a Brigitte Nielsen, dio a luz a los cincuenta y cuatro y no pasó nada. - Me aseguró.

Por la tarde decidí celebrar gran noticia con Leo. Pedí nuestros platos favoritos en un restaurante conocido, sin contar con la dieta, compré champán, aunque sin alcohol. Luego fui a la tienda de maternidad y me compré un vestido premamá más hermoso. De repente, quise que todo el mundo viera, que pronto me convertiré en madre. "Estoy seguro de que ahora tú y yo seremos felices, mi pequeño," - por primera vez me dirigí a mi hijo, acaricié mi estómago e incluso me pareció, que estaba ligeramente redondeado.

Mientras ponía los platos sobre la mesa en la habitación grande, porque tanta noticia debería celebrarse por todo lo alto, cantaba y bailaba. No me he sentido tan bien en mucho tiempo. El destino finalmente me recompensó con un regalo maravilloso. Tendré un hijo de un hombre que quería. No podría desear más. Cierto, debo haberme excedido con la diversión, porque cuando Leo volvió, me miró, como si estuviera loca.

- Eli, ¿estás bien? - preguntó con miedo, decidiendo que yo estaba fuera de mi mente.

- Mejor imposible, querido ahijado. Hoy celebraremos el fin de la racha negra. - dije alegremente, sirviendo champán.

- Eli, no te preocupes, si tienes miedo, yo mismo llamaré a Calabrés, porque estoy casi seguro de que Carmona no es tu hermano, - trató de calmarme.

- Lo sé. Por eso estoy celebrando. Toda la pesadilla ha terminado. Mi hijo es un regalo de Dios. - Me reí.

- ¿Como? ¿Llamaste a Massini? - preguntó, aún sin entender.

- Calabrés, él mismo, me llamó hoy y dijo que Davide no es mi hermano, que en general no tengo ningún hermano. - le expliqué finalmente, contando la llamada recibida de mi padre biológico, y le entregué una copa de champán.

- ¿Puedes beber alcohol? - preguntó cuidadosamente.

- Es sin alcohol, - me reí, y me pareció que la habitación estaba inundada de luz brillante.

- Te dije, que era imposible, que seáis hermanos. Ahora, ¿llamarás a Carmona y le contarás sobre el bebé? - Preguntó, sonriendo con alivio, de que todo se hubiera aclarado tan bien.

- No lo sé, él está en Italia, yo estoy aquí. En nuestro último encuentro, pensando que era mi hermano, lo rechacé con mucha rudeza. También solo estuvimos juntos un par de veces. ¿Lo creería? ¡Si todavía no puedo creerlo ni yo! - Dije, secándome las lágrimas de alegría.

- Creo que deberías decírselo, y luego será su decisión si creerte, o no. - dijo mi ahijado. - A mí me gustaría saber que tendría un hijo.




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